Una semana atrás, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) sorprendió con una resolución que detiene temporalmente la concesión de licencias en 27 actividades del trabajo por cuenta propia, y la suspende de manera definitiva en otras cinco.
Se trata de un «proceso sistemático de revisión y perfeccionamiento », aclara Marta Elena Feitó Cabrera, la viceministra primera del MTSS. Y por «revisión y perfeccionamiento » podríamos entender precisiones legales, reordenamientos, sistemas de control en torno a figuras que utilizan materias primas y equipos de procedencia ilícita, violan sus obligaciones tributarias, burlan las inspecciones y están involucradas en malas relaciones contractuales.
Si es para eliminar indisciplinas y detener el robo de recursos estatales o al menos intentarlo; si se pretende terminar con el acaparamiento y la especulación de unos pocos a costa de la mayoría, sea bienvenida la interrupción. Pero esta no es la primera vez que estudian, limitan, perfeccionan…y anuncian la medida de un día para otro. Tampoco es la primera vez que deciden «experimentar » con una modalidad o un espacio como los mercados mayoristas de productos agropecuarios, y terminarlo repentinamente porque, experimento al fin, su existencia es muy variable.
Cada prueba y medida, avance o detención, autorización y reajuste resultan necesarios, y hasta justificables. Desde el inicio de la actualización, en 2011, el presidente cubano Raúl Castro aclaró que este proceso sería largo y complejo. También dijo que debía hacerse sin prisas ni pausas. Al parecer, algunos directivos allá arriba no han asimilado bien la esencia del planteamiento, y la premura de las resoluciones, los vacíos legales, la inconsistencia en los controles dejan mucho que desear.
El mayor peso de la economía nacional todavía recae en el sector estatal pero, dentro del segmento no estatal, el trabajo por cuenta propia ha contribuido a mejorar la calidad en la producción de muchos bienes y servicios, sin obviar la oportunidad que significó para el reordenamiento laboral.
Por ningún motivo, la necesidad de un país debe cubrirse a costa de ilegalidades que afecten su desarrollo. Pero, ¿son los cuentapropistas los únicos culpables de sus trampas?
Ahora que las nuevas medidas abren otra temporada de rectificaciones para mejorar el funcionamiento del trabajo por cuenta propia, podría pensarse también en la revisión y el perfeccionamiento de la labor de los inspectores y de los funcionarios de la ONAT, los consejos de administración, Minint, empresas y otros organismos y entidades vinculados con la actividad. Ellos también son responsables por no prevenir o por permitir la proliferación de las subdeclaraciones de ingresos, las violaciones del alcance de licencias, los precios «inflados » de algunos contratos, y otras ilegalidades cometidas por muchos cuentapropistas.
En Villa Clara, por ejemplo, fueron afectados recientemente cuentapropistas cuyos negocios funcionaban, exclusivamente, a partir de agua. Resulta entendible que el Estado quiera proteger un recurso cada vez más imprescindible para la vida, y de alta demanda para la población, sobre todo ahora, al amparo de una Ley de Aguas Terrestres. Pero, ¿no pudo advertirlo antes de que esas personas invirtieran cuantiosas sumas de dinero en el equipamiento necesario para extraerla, purificarla, o convertirla en hielo? ¿Habrá algún resarcimiento para ellos?
Esta, por supuesto, es apenas una arista del problema. Quedan pendientes otras, como los nuevos procedimientos bancarios para fiscalizar a los cuentapropistas, o el mercado mayorista que no acaba de llegar para todas las figuras aprobadas.
Mientras, habrá que pensar en sistemas de trabajo menos coyunturales y más previsores para las instancias nacionales. Rectificar es de sabios, pero revisar y perfeccionar una y otra vez las cosas que pudieron concebirse bien desde el inicio, no.