Una mirada prospectiva a la economía

Sobre la importancia de los estudios de factibilidad, los riesgos que implica no realizarlos y cuánto le falta por avanzar a Cuba en ese sentido, conversamos con el Dr. C. Inocencio Raúl Sánchez Machado, profesor titular de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCLV. 

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Dr. Inocencio Raúl Sánchez.
Mónica Sardiña Molina
Mónica Sardiña Molina
@monicasm97
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27 Mayo 2024

«Asomarse al futuro de una actividad económica —productiva o de servicios— demanda preguntarse si será posible alcanzar la mejora o no en ese escenario posterior. Basta con que usted piense en realizar alguna transformación, aunque sea reordenar los mismos recursos que hoy tiene, para que precise hacer ese ejercicio prospectivo, mediante un estudio de factibilidad».

Así presenta el Dr. C. Inocencio Raúl Sánchez Machado, profesor titular del Departamento de Economía y coordinador del programa de doctorado en Ciencias Económicas en la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas (UCLV), un análisis fundamental para la proyección de cualquier empresa, inversión o cambio.

—¿En qué consiste un estudio de factibilidad?

—Un estudio de este tipo contempla la tecnología, el mercado, la forma organizacional, los recursos humanos, los costos e ingresos, la financiación y la recuperación (o no) económico-financiera esperada.

«En aras de homogeneizar el marco normativo, Cuba cuenta con un decreto que unifica la gestión del proceso inversionista, y los ministerios de Economía y Planificación y de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera se han puesto de acuerdo para dictar una resolución que establece las bases metodológicas para la realización de estudios de preinversión. Estos pueden ser de oportunidad, de prefactibilidad y de factibilidad, y se diferencian, en lo fundamental, por los márgenes de error de la información.

«Esta norma solo es de obligatorio cumplimiento para las inversiones con capital extranjero y las que realizan las personas jurídicas estatales y sociedades mercantiles de capital totalmente cubano; no así para el resto de las formas organizativas que intervienen en la economía cubana actual.

«En mi consideración, implica un error dejar al libre albedrío a las formas de gestión no estatal a la hora de materializar la puesta en marcha de un emprendimiento, por el simple hecho que se trata de una iniciativa privada —sea de una persona natural o de uno de los tipos de personalidad jurídica reconocidas— y asumiendo que sus recursos pueden ser invertidos con éxito o no a cuenta de su riesgo incurrido».

—¿Por qué resulta necesario realizarlos?

—La necesidad de realizar un estudio de este tipo, estriba en tratar de anticiparse al futuro de la transformación a emprender, conocer las oportunidades que se pudieran vislumbrar y las posibles amenazas. Un estudio de factibilidad no debe ser fruto de la elaboración manipuladora de un especialista o del propio gestor del emprendimiento, a quien el optimismo y los deseos de triunfar le nublen la capacidad de prever los obstáculos, las debilidades de un proyecto de transformación, y sobreestimar las fortalezas que, a priori, creerá que tiene.

«Cuando un gestor de un emprendimiento cree gozar de suficiente intuición para los negocios, tiende a subestimar la necesidad de realizar algún ejercicio prospectivo (de preinversión) y cree tener siempre suficientes razones para confiar en que lo tiene todo “bajo su control”. Lo mismo sucede con una empresa estatal o cualquiera de las personas jurídicas estatales y sociedades mercantiles de capital totalmente cubano, a las que llega “por la canalita” el mandato de ejecutar una actividad y consideran que siempre será favorable la materialización.

«Evaluar variables críticas tales como: qué tipo de equipamiento es el más conveniente emplear, qué segmento de mercado y bajo qué condiciones será posible acceder a este, cuáles serán los mejores esquemas de organización del trabajo en el proyecto, qué esquemas de financiamiento serán de mejor accesibilidad para solventar las exigencias del negocio, cuáles pudieran ser los mejores modelos de comercialización y generación de ingresos del proyecto, deberían formar parte de la batería de interrogantes que demuestran la importancia de realizar un estudio de factibilidad, por citar algunas.

«Estas mismas preguntas tiene que realizarse cualquier forma organizativa que adopte alguno de los tipos de propiedad sobre los medios de producción hoy en Cuba».

—¿Qué riesgos implica no realizar un estudio de factibilidad?

—Los riesgos están asociados a las causas que explican su importancia. Pueden ser tecnológicos, de mercado, financieros, normativos, y otras formas de riesgos de mercados globales.

«Añadiría el riesgo moral de incurrir en la creencia de que un proyecto será bueno porque resulte de una “indicación de arriba” y que debe ejecutarse la obra, transformación o emprendimiento, porque todos los criterios han sido asumidos en las estructuras superiores de dirección.

«Peor aún, en el orden moral, es realizar un estudio de factibilidad posterior a la decisión de iniciar el cambio, solo para mostrarlo a un auditor durante un ejercicio de control externo. A esta actuación le suelo llamar “hacer una autopsia a un cadáver”, pues no habrá nada que objetar a una decisión toma con anterioridad, por lo que el equipo de especialistas incurriría en el error de mentir y declarar como buena una idea de transformación no corroborada en profundidad.

«Subestimar la realización de un estudio por creer contar siempre con buena intuición, o porque el dinero es de su propiedad y usted decide dónde ubicarlo mejor es dilapidar un esfuerzo que puede evitarle malos ratos en la etapa de materialización de su idea. Más lamentable resulta cuando los malos ratos los pagan la sociedad o el colectivo de trabajo que sacrifica los recursos hacia otros destinos, confiando en el buen juicio de quien lo dirige.

«Muchas veces, quien solicita un estudio de factibilidad dispone de poco tiempo para esperar por el resultado y alude que lo necesita “para ayer”. Invertir poco tiempo o realizar con poca profundidad esta evaluación lo puede conducir por el laberinto de la improvisación, el subjetivismo y una cadena de correcciones más costosas por aquello que no se previó a tiempo, en resumen, por la ineficiencia de lo indeseado».

—Desde la Facultad de Ciencias Económicas han realizado varios de estos estudios. ¿En qué áreas se han desarrollado y cuáles han sido los principales aportes de esa vinculación entre el sector del conocimiento y el de la producción y los servicios?

—En la Facultad de Ciencias Económicas constituyen una tradición los estudios de factibilidad. Luego del año 2010, el Grupo especializado en proyectos (Geproy) trabajó con autoridades de los municipios villaclareños acerca de la importancia de dotar las entonces iniciativas de desarrollo local de un esfuerzo de pensamiento en materia de gestión por proyectos.

«Antes, en los años 90, la Facultad se había involucrado con el Centro de Estudios de Termoenergética Azucarera (CETA) de la Facultad de Mecánica de la UCLV, en estudios de preinversión sobre proyectos de energía renovable vinculados a la agroindustria azucarera. La labor del Dr. C. Angel Rubio González resultó decisiva para involucrar el pensamiento y acción de profesionales de las Ciencias Económicas.

«Luego llegaron, desde la Facultad de Construcciones, nuevos empeños, de la mano del Dr. C. Fernando Martirena, para estudiar proyectos asociados al uso ecoeficiente del cemento de bajo carbono en las condiciones de Cuba y las mejores localizaciones para su aprovechamiento sostenible. Hoy, oros especialistas de la Universidad incursionan en estudios de factibilidad.

«No siempre los criterios rigurosos han estado acompañando los resultados de tales empeños. En mi opinión, la suplantación profesional, la subestimación del rigor, la incompleta transparencia a la hora de adjudicar estas tareas profesionales, mecanismos de intermediación empleados en la contratación de estos servicios y muchas otras causas han conspirado. No obstante, el reconocimiento de la impronta de la FCE se manifiesta en entidades como Labiofam, Transcupet, la Empresa de Productos Lácteos, la Industria Nacional Productora de Utensilios Domésticos (Inpud), la industria militar dedicada a la producción de envases y embalajes, entidades agropecuarias, entre otras».

—En una economía tan particular como la cubana, ¿considera que se realizan suficientes estudios de factibilidad y se presta la debida atención a los resultados que estos arrojan? ¿Cuánto nos falta por avanzar?

—Ninguna economía puede darse el lujo de omitir los estudios de factibilidad. No lo hacen las desarrolladas, ni las subdesarrolladas latinoamericanas. ¡Imagínese usted desestimar estos estudios para Cuba!

«No se trata, siquiera, del argumento de contar con una economía planificada, por cuanto los casos antes mencionados pertenecen al contexto de economías de mercado, pero los organismos reguladores y orientadores del desarrollo se preocupan y establecen políticas públicas encaminadas a dar señales, más allá del mercado.

«Es conveniente que el Ministerio de Economía y Planificación defina, por ejemplo, tasas de descuento para emplear en proyectos de inversión por sectores económicos que compulsen y homogeneicen los análisis de decisión, defina horizontes de planeación que sea preciso aplicar por tipos de tecnologías a evaluar, y establezca índices límites para aplicar a la hora de recomendar la aprobación o no de inversiones.

«De igual forma, es recomendable que los gobiernos locales que comienzan a asimilar la descentralización del desarrollo territorial asuman con mayor responsabilidad los esfuerzos organizativos y la decisión de sus proyectos.

«Hay una arista que apenas desde el 2022 se reconoce en una mayor extensión dentro de los estudios de factibilidad, me refiero a la visión social y socioeconómica que debe contemplar un estudio de preinversión, incluso, para los emprendimientos económico-productivos; pero aún es insuficiente lo que establece aquí el marco normativo.

«Los análisis postinversión recién comienzan a exigirse y, por tanto, los aprendizajes de errores cometidos son incipientes. Las inversiones en Cuba —sociales y privadas— deben rectificar el débil efecto multiplicador, para ello, en la medida en que tengamos mejores estudios de preinversión, equipos multidisciplinarios profesionales más robustos y menos sesgados con criterios orientativos, mejores políticas públicas homogeneizadoras y que respeten los parámetros, índices y marcos de decisión, estaremos en condiciones de avanzar con un dinamismo y eficiencia económica superiores».

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AbelardoMena

Miércoles, 29 Mayo 2024 12:26

Como contactar con el profesor?