
«Cuando regresé a mi casa y la vi en pie pensé que habíamos sido de los pocos que tuvimos la suerte de no perderla, pero cuando abrí la puerta, toda esperanza se derrumbó, al igual que la mayoría de las paredes y gran parte del techo.
«Sufrí mucho con la destrucción de mi hogar, ahí nacieron mis hijas. Me pareció increíble que solo pudiera vivir en dos habitaciones. Para colmo, cuando llovía las paredes cogían corriente, el teléfono también y las gavetas estaban llenas de agua y fango.
«Los recuerdos de casi toda mi vida se los llevó el ciclón Irma », así narra Olga Oller Santos, con lágrimas en los ojos mientras mira la foto de familia colgada en su nueva sala.
Esta es la historia de un matrimonio de Isabela de Sagua, que, al igual que cientos de familias, sufrió los daños del catastrófico huracán Irma. Ahora son pobladores de Nueva Isabela, zona en la cual fueron erigidas 50 petrocasas, de las 150 donadas por la República Bolivariana de Venezuela para la reubicación de quienes perdieron sus viviendas.
«Estuvimos casi dos años viviendo en dos habitaciones de aquella casa, hasta que me avisaron de que podía mudarme para Nueva Isabela. Vine a ver el domicilio y me gustó, a la semana siguiente le dije a mi esposo que quería mudarme », afirma Olga.
Desde el 21 de enero de este año viven Olga y su esposo Ricardo en una petrocasa, fueron los segundos moradores del vecindario. Y tal parece que llevan toda una vida ahí. En el nuevo espacio han acomodado los viejos recuerdos recogidos entre los escombros y el fango, el tiempo les quitó el olor a azufre, pero no las manchas, ahora se los suman a los nuevas vivencias.

«En Isabela tuvimos 91 derrumbes totales, de ellos todavía faltan por solucionar 16. El año pasado construimos varias viviendas que estaban fuera de la zona vulnerable, por lo cual se mantuvieron en el propio poblado. Con la vinculación de un grupo de empresas del municipio logramos recuperar 24 residencias, y el resto de las familias se trasladaron hacia las petrocasas que ya están habitadas », aseguró Alcides Pérez Cabrera, vicepresidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, en Sagua la Grande.
«A los 63 años es que realmente tengo una casa, este es el regalo de la vejez. En la que vivíamos estaba en malas condiciones, ponías una tabla y se caían cuatro. Ahora nos sentimos muy felices con nuestra nueva vivienda », rememora Ricardo Gómez Vergel. A su lado, Olga lo mira, y hace un gesto de aceptación.