Una familia de boyeros

En la CPA Ovidio Rivero, la tracción animal desempeña un papel importante. Allí­, una familia de boyeros asume el reto ante la carencia de combustible que atraviesa el paí­s.

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Boyeros de la CPA Ovidio Rivero
Arar la tierra mediante tracción animal ha sido un oficio de siglos en el mundo. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
Narciso Fernández Ramí­rez
Narciso Fernández Ramí­rez
@narfernandez
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18 Septiembre 2019

«Donde hay hombres no hay fantasmas ». Esa es la filosofí­a de Edelio Mederos Castro, quien desde 2008 lleva las riendas de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Ovidio Rivero, de Santa Clara, y ni ahora, cuando el paí­s atraviesa una situación compleja con el combustible, ni en los tiempos de bonaza, la existencia o no del petróleo le ha quitado el sueño y mucho menos ha impedido cumplir los planes productivos.

«Nosotros siempre hemos sido rentables, con más petróleo o con menos, porque los recursos más importantes de los que disponemos son los hombres y la tierra. Cuento con 85 asociados, todos laboriosos y prestos al trabajo, y tenemos 1119 hectáreas de tierras de secano, a las cuales cada dí­a les extraemos el máximo para satisfacer las necesidades de comida del pueblo, pues todas nuestras producciones se las vendemos a Acopio ».

Con este hombre alto y delgado que no conoce otro lugar de trabajo que no sea la «Ovidio Rivero », a donde llegó como tractorista a los 16 años y ya va por 54 de vida salimos en busca de los boyeros, esos labriegos que, desde bien temprano, enyugan sus animales y salen a trabajar.

Yanexy Herrera Rojas transporta la leche en la CPA Ovidio Rivero
Yanexy Herrera Rojas transporta la leche que acopia hacia la bodega «La Estrella », dos dí­as a la semana. (Foto: Ramón Barreras Valdés)

Por el camino nos tropezamos con una joven acarreadora de leche. Se llama Yanexy Herrera Rojas y lleva seis años en esa necesaria labor.  En un breve diálogo, nos dijo:

«Vivo al lado de la vaquerí­a Anita, distante a unos seis kilómetros de la dirección de la cooperativa. En mi volanta traslado todos los dí­as la leche hasta el punto de concentración, y luego continúo con las faenas propias de cualquier vaquera.  Ahora ante la situación del paí­s acarreo la leche directamente hasta la bodega de La Plata: son 180 litros  que debo entregar dos veces a la semana: domingo y lunes. Nunca fallo »

Padre e hijos boyeros  

Arar la tierra mediante tracción animal ha sido  un oficio de siglos en el mundo. Acá en Cuba está tan arraigada entre la gente de campo, que forma parte de la idiosincrasia del guajiro, aunque en los últimos años la introducción de la tecnologí­a la haya hecho caer en desuso.

Boyeros de la CPA Ovidio Rivero de Villa Clara
(Foto: Ramón Barreras Valdés)

Sin embargo, todaví­a existen muchos labriegos que extraen las riquezas a la tierra mediante el empleo de los bueyes. Esos nobles animales domados para esas labores casi siempre con nombres ocurrentes, en tiempos de bonanza pasan inadvertidos, pero en momentos de contingencia energética o de limitaciones de recursos, como nos sucede a nosotros, resultan imprescindibles.

En los campos de la «Ovidio Rivero » nos encontramos con una familia de boyeros: padre y dos hijos. Eran aproximadamente las 9:00 de la mañana y los tres estaban con sus  yuntas de bueyes sacando boniatos.

Familia de boyeros en Villa Clara
De (izquierda a derecha) Juan Fernández Rodrí­guez (hijo), Luis Fernández Rodrí­guez (hijo) y Luis Fernández Cárdenas (padre).  (Foto: Ramón Barreras Valdés)

El padre, de 81 años, se llama Luis Fernández Cárdenas, y los hijos: Luis y Juan; el primero de 50 años, y el segundo, de 49.  Ellos sacaron las facciones del padre; en especial, la nariz aguileña, pero, sobre todo, el espí­ritu de trabajo del progenitor, quien confiesa haber nacido casi al lado de una yunta de bueyes y que le sabe muchos secretos al campo.

Recogida de boniato en la CPA Ovidio Rivero de Santa Clara
Recogida de boniato. (Foto: Ramón Barreras Valdés)

Juan sacaba los boniatos con un arado criollo tirado por una yunta de bueyes de colores diferentes: Azulejo, el de la izquierda, negro, y Matanzas, el de la derecha, blanco. Uno tiene seis años y el otro cuatro. Azulejo es el menos resabioso,  aunque ambos son mansitos.

Mientras, Luis (padre) adelantaba la faena arrancando los bejucos de boniato con la ayuda de dos nobles animales, con jerarquí­a militar según sus respectivos nombres: Coronel y Comandante.

Los tres boyeros coincidieron en que resulta un trabajo duro, pero bonito. Comienza prácticamente con la doma de los animales destinados a estos menesteres, durante unos seis meses, y termina cuando ya los bueyes no están en condiciones fí­sicas para la dura labor diaria.

En el propio campo, Edelio, el presidente de la cooperativa, aprovechó para informarles que este sábado habrí­a competencia de boyeros en los mismos campos en que ellos estaban trabajando. Una lid entre las mejores yuntas, que comenzará a las 7:00 de la mañana y se extenderá hasta las 10:00 a.m.

Edelio Madero Castro, presidente de la CPA Ovidio Rivero
Edelio Madero Castro, presidente de la CPA Ovidio Rivero.  (Foto: Ramón Barreras Valdés)

Se trata de una práctica que tuvo momentos de auge acá en Villa Clara durante el perí­odo especial, y que ahora habrá que desempolvar, como muchas similares de los años 90 del pasado siglo.

Al partir de la CPA Ovidio Rivero, nos fuimos con el optimismo que Edelio les impregna a sus subordinados y con la convicción de que por muy difí­ciles que sean las circunstancias, con hombres como él, Luis y sus hijos, y mujeres como Yanexy, la acarreadora de leche, la Revolución seguirá adelante y la comida llegará al pueblo.

CPA Ovidio Rivero

Fundada: 6 de mayo de 1981

Total tierra: 1119 hectáreas

Cantidad de asociados: 85

Cultivos varios: 147 toneladas, de un plan de 108 (135 %)

  • Viandas: 38,4 t, de 45 t (84 %)
  • Hortalizas: 30,77 t, de 24,49 t (125 %)
  • Granos: 19,70 t, de 7 t (281%)
  • Frutas: 58,26 t, de 32,18 (181%)

Leche: 31 164 litros, de un plan de 24 868 (125 %)

Carne: 12 t, de un plan de 8 (150 %)

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