
En su famosa obra Contrapunteo cubano del azúcar y el tabaco, Fernando Ortiz, reconocido como nuestro tercer descubridor, pondera la laboriosidad de los vegueros criollos, cosechadores del mejor tabaco del mundo. Un merecido reconocimiento a esos hombres humildes que, a lo largo de siglos, pusieron la aromática hoja en lo más alto de la preferencia de los fumadores.
Si bien Pinar del Río sobresale como la provincia cubana que cultiva el mejor tabaco rubio; acá, en Villa Clara, se cuenta con la experiencia de los vegueros del Hoyo de Manicaragua, cuyo tabaco negro es también reconocido a escala internacional.

Precisamente, por tierras manicaragí¼enses inició la actual campaña en el territorio, que acumula más de 30 días de atraso de acuerdo con lo planificado, debido a la entrada tardía de insumos como fertilizantes y diésel, lo que llevó a reprogramarla para recuperar los adeudos, y concluir la siembra entre el 15 y 20 de enero del venidero 2020.
Tan importante resulta la contribución de esos experimentados cosecheros que sus siembras representan el 50 % del total de área contratada en la provincia, con 1003 hectáreas. Igualmente tienen sobre sus hombros la responsabilidad de la mitad de la producción prevista, con 1028 toneladas de la aromática hoja.
Estos desafíos productivos exigen consagración e integración de esfuerzos y voluntades, en momentos en que Cuba requiere incrementar sus rubros exportables. Por suerte, el territorio cuenta con productores de esa estirpe, tal como pudimos apreciar en la visita a las fincas de Yosbel Vilches Dévora y Gustavo Rodríguez Suárez; el primero, experto en sembrar tabaco de sol, y el segundo, amplio conocedor del cultivo tapado.
«Por aquí empezó la campaña tabacalera »

Con el orgullo de ser el primer veguero en Villa Clara en iniciar la siembra de la cotizada solanácea en la actual campaña, nos recibe el campesino Yosbel Vilches Dévora.
«Tenía lista la tierra precisó, pues hay que adelantarse todo lo posible al clima, y el 17 de octubre pasado inicié la siembra de las posturas. Fui el primero de todos en la provincia ».
A Yosbel le corre por sus venas la sangre de varias generaciones de vegueros. Tiene 42 años y desde niño ha estado pegado a una mata de tabaco, oficio que domina cabalmente; aunque reconoce que no se ocupa en lo personal del corte de la hoja, para lo cual se requieren pericia y ser bien largo, como dicen los guajiros.
Tiene planificado plantar unas 15 ha, y ya cuenta con posturas propias, cuidadas y robustas. También, dispone del agua que la planta exige para su crecimiento y está al tanto de las atenciones culturales que el tabaco requiere: «No puedo descuidarme ni un solo día, pues es un cultivo muy delicado. Todo hay que hacerlo a su debido tiempo. Ahí está una buena parte del éxito ».
Con tierras ubicadas en La Carranchola, Yosbel le hace dos cortes a su tabaco, y tres si le resulta posible, con el propósito de alcanzar tonelada y media por cada hectárea sembrada. Una cifra superior a la media provincial, estimada para este año en 1,01 t, y que duplica la alcanzada en Villa Clara en la anterior contienda, que no rebasó las 0,77 t.

Sus cualidades como veguero de ley se descubren con una sola mirada a su casa de curar tabaco: bien cuidada, ventilada, limpia, y con los cujes apilados para cuando haga falta emplearlos.
Gustavo, el matemático veguero

Ejerció la docencia durante 19 años como profesor de Matemática en el otrora preuniversitario Mártires del Escambray y en otros centros educacionales manicaragí¼enses, pero lleva más de dos décadas de veguero, lapso en que ha demostrado ser buen cosechero y profesional.
Con 60 años cumplidos, Gustavo Rodríguez Suárez tiene un entusiasmo envidiable y la férrea voluntad de impulsar las producciones tabacaleras del territorio. En diálogo con Yudí Rodríguez Hernández, primera secretaria del Partido en Villa Clara, quien encabezó un recorrido por predios del territorio, le manifestó: «Tenemos el deber de levantar la producción en Manicaragua ».
Gustavo es experto en el tabaco tapado, y en sus naves germinan miles de posturas que luego serán plantadas en sus tierras en Jagí¼ey Bonito, apenas a un kilómetro del poblado cabecera, camino hacia Gí¼inía de Miranda y en la de otros productores del municipio.
Para preparar las bandejas, con 150 posturas cada una, Gustavo y sus trabajadores elaboran con esmero el compost que le servirá de nutriente a cada plántula. En su caso, una mezcla de materia orgánica con la cáscara de arroz, previamente convertida en carboncillo, tras un proceso delicado de quema, y pequeñas cantidades de fertilizante: «Esa fórmula nos da buenos resultados y las plantas crecen sanas y con menor riesgo a las enfermedades », explicó.

Capaz de producir 210 000 posturas en cada germinación, Gustavo tiene previsto sembrar cuatro hectáreas de tabaco de la variedad Criollo 2010, de buen crecimiento vegetativo y calidad de sus hojas, y en sus cálculos de buen conocedor de los números, traza la aspiración de superar los 119 quintales obtenidos en la anterior campaña.