Tan importante como la satisfacción de necesidades materiales en nuestras comunidades resulta la mirada desde las ciencias sociales y la construcción, entre todos, de mecanismos participativos más democráticos y autónomos en los barrios.
Con los escasos recursos disponibles, se emprendió la urbanización de algunas zonas de Condado Sur y la pavimentación de las calles más deterioradas. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
Mónica Sardiña Molina
@monicasm97
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21 Noviembre 2021
21 Noviembre 2021
hace 3 años
Asfalto recién vertido, polvo de cemento impregnado en todas las superficies, colores renacidos sobre las fachadas, aceras donde antes corrían aguas albañales, redes hidrosanitarias recuperadas y microvertederos eliminados, integran un paisaje de renovación el mejor que han apreciado sus habitantes durante décadas en el consejo popular Condado Sur, de Santa Clara.
La pavimentación de la calle San Pedro se volvió noticia el pasado miércoles, gracias a la tregua de la lluvia. Los vecinos se congregaron en la intersección con Estrada Palma, para mirar de cerca la ansiada transformación, ayudar a los operarios y sugerir cambios acordes con los recovecos de un barrio que bien conocen.
Entre el ajetreo y el chapapote, Miguel Rafael González Areosa observa satisfecho cómo cambian la imagen, la higiene y hasta el ánimo de los moradores. Mientras, Pedro Antonio Navarrete Ocampo, con solo 7 años, ve más próximo el sueño de caminar y jugar en una vía libre de charcos.
Para el anciano Silvio Nelson ívalos Arredondo y su cuidadora, Mariela Rodríguez Morejón, la alegría llegó hace dos semanas, con la renovación total de su vivienda. La obra, asumida por la Delegación de la Agricultura, les devuelve la tranquilidad a ambos, pues sus enfermedades les impiden acometer acciones constructivas por esfuerzo propio o enrolarse en los demorados trámites de un subsidio.
Similar beneficio recibe Elisa Contreras Valdés, aquejada de las secuelas de la influenza AH1N1, que le arrebató un hijo, y madre de otra niña que padece una cardiopatía. Plena de esperanzas observa cómo los muchachos del grupo de restauración El Trébol adelantan la casa, que debe estar lista a finales de diciembre, y no le alcanzan las palabras ni la emoción para agradecer la ayuda de Odalys Rodríguez Peñate, directora de la Empresa de Mantenimiento Vial y Construcciones de Villa Clara.
Incansable en medio de tantas labores permanece María Teresa Sánchez Rodríguez, la presidenta del consejo popular. Se mueve con su grácil figura de un lado a otro, camina con tacones sobre cualquier superficie, dialoga con los vecinos, atiende innumerables llamadas telefónicas, se preocupa por el bienestar de las familias y exhorta a construir, entre todos, una comunidad mejor.
Los datos ilustran la dimensión de la responsabilidad que asume: en 2.2 km2 residen 21 170 personas. De las 5492 viviendas, 4170 se encuentran en estado regular o malo, existen 5975 núcleos vulnerables y 122 madres con tres hijos o más.
Itinerarios
A juicio de Osmani García López, presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular en Santa Clara, tales transformaciones resultan inéditas. En otras provincias cubanas los trabajos se han concentrado en una circunscripción a la vez; sin embargo, las áreas del Condado abarcan 15.
Si bien los trabajos cobraron mayor intensidad a partir de agosto y septiembre de 2021, tienen como antecedente un diagnóstico realizado por estudiantes, profesores e investigadores de la Universidad Central «Marta Abreu » de Las Villas (UCLV) en 2017.
«De los 51 asentamientos poblacionales de Santa Clara, 32 se consideran áreas complejas, y la mayoría coincide con barrios ilegales. De estas, priorizamos 16. En una primera etapa hasta el 31 de diciembre trabajaremos en Condado, Base Aérea-Amanecer, Cuncuní y Julián Grimau (conocida como Yabú). A partir del 1. º de enero comenzaremos con las restantes y terminaremos lo que haya quedado pendiente, precisa García López.
Según el informe elaborado por la Asamblea Municipal del Poder Popular de Santa Clara, las acciones más urgentes van encaminadas a los viales, las instalaciones hidrosanitarias, el abasto de agua, el alumbrado público, el tratamiento de los desechos sólidos, el fondo habitacional, la atención a los núcleos más vulnerables y la garantía de servicios básicos a la población.
Para agilizar las soluciones, los delegados de circunscripción cuentan con el apoyo de entidades (padrinos). Además, cada institución asume los compromisos afines con su objeto social. Sobresalen: Vivienda, Planificación Física, Acueducto y Alcantarillado, Comunales, Empresa Eléctrica, Geominera del Centro, empresas de la Construcción, Agricultura, Comercio, Educación, Salud, y Trabajo y Seguridad Social, entre otras.
Comunidades «con todos y para el bien de todos »
Aunque la mayoría de las labores emprendidas hoy en los barrios santaclareños resuelven demandas materiales acumuladas durante años, Osmani García espera que trasciendan el plano físico. «Más que acciones constructivas, el proyecto busca estimular la participación, involucrar a la población en los diferentes procesos para cambiar la mentalidad, las maneras de hacer y las condiciones de vida en estos lugares ».
María Teresa Sánchez también rechaza la lógica «intervencionista ». Defiende la actuación de los trabajadores sociales y los proyectos sólidos, con estrategias educativas, de prevención e integración, capaces de transformar entornos y conciencias.
Desde el Centro de Estudios Comunitarios, adscrito a la Facultad de Ciencias Sociales de la UCLV, la doctora en ciencias Celia Marta Riera Vázquez define la comunidad como el grupo social donde transcurren procesos de cooperación y participación en torno a un proyecto colectivo. A su juicio, el trabajo comunitario debe tener una finalidad emancipatoria.
«No puede dejarse a la espontaneidad o la improvisación, por el peligro de actuar solo en la superficie y mantener intactas las causas reales de los problemas, ni quedar detenido en el momento movilizativo, que reduce la participación a lo circunstancial, al “efecto demostraciónâ€. Debe conformarse, entonces, desde la organización y la planificación conscientes », asevera.
Por su parte, el doctor en ciencias Isaac Irán Cabrera Ruiz, profesor titular del Departamento de Psicología de la UCLV, precisa que llegar con un proyecto externo crea beneficiarios pasivos, ajenos a la propia solución. «La población tiene que incorporar sus sentidos, la reflexión crítica de la cotidianidad, e implicarse en el logro colectivo como protagonista de su propio destino. Esto creará una situación especial de la subjetividad que les permitirá sentirse parte ».
De acuerdo con la profesora Riera Vázquez, el trabajo comunitario tiene que contribuir a consolidar la participación de la población en el diagnóstico de problemas, potencialidades y oportunidades para la transformación, así como el debate de opciones de solución, la toma de decisiones, la ejecución y el control de los procesos de cambio.
Entre las fortalezas de los barrios de la provincia, identifica la disposición de los ciudadanos a mejorar las condiciones de los barrios, la voluntad política del Estado y el Partido para hacer más participativos los procesos decisorios, la implementación de la autonomía municipal, refrendada en la Constitución de la República, y los vínculos academia-gobierno y ciencia-política.
Asimismo, estima imprescindible la articulación de la labor del delegado, el presidente del consejo popular y todos los sujetos gestores del trabajo comunitario. Ello significa construir nuevas vías y formas del ejercicio de la democracia, más allá de las convocadas por el Poder Popular.
Particular relevancia concede el profesor Cabrera Ruiz a los líderes. «A diferencia de los funcionarios gubernamentales, estos suelen tener un amplio conocimiento de las necesidades de la comunidad, de las capacidades o limitaciones de sus miembros y los recursos en su poder o próximos a adquirir. Deben movilizar a las personas del grupo, promover la participación, tener capacidad organizativa, ser considerados como modelo de acción y fuente de información, y responder a un compromiso con el logro del bienestar colectivo ».
Para convertir los barrios en espejo de sus habitantes, queda muchísimo trabajo pendiente. Los beneficios de esta cotidianidad retadora, desgastante y contradictoria solo resultan visibles a través de prismas colectivos, diálogos respetuosos, vecindarios diversos y armónicos, que crecen con la voluntad de su gente.