Han sido tiempos difíciles, crudos, pero entre todos el personal de la Salud merece un distingo especial, al mantenerse como muralla indiscutible en el afán de devolver la vida.
Desde el encumbrado profesor de camino por las barriadas hasta los estudiantes que, en función de las pesquisas, dejaron el aula para asumir el llamado de su tiempo.
Tendríamos que sumar a quienes permanecen en zona roja, sin pensar en peligros ni contagios, con las prohibiciones de ver a sus seres queridos, llevarlos, apenas, en una foto o en el recuerdo, y cumplir lo establecido, porque un maléfico virus así lo exige.
Cuántas vivencias se acumulan en esta etapa, como la de un ilustre médico a quien sus alumnos le pidieron que no entrara en zona roja porque su categoría exigía quedarse afuera.
Y ese médico respondió: «En la lucha contra la COVID no existen distingos científicos ni docentes, todos somos iguales, y si es adentro, mejor ».
O del galeno que en tiempo de aislamiento recibía una estocada para el alma cada vez que su pequeña inquiría por teléfono: «Papá, ¿y cuando tú vuelves a casa? »
Pero también la de aquel dedicado a la salud a quien vi salir de esa zona roja dando puñetazos sobre la pared porque no pudo reanimar al paciente, a la enfermera que no pudo compartir el día del cumpleaños de su mamá por estar cumpliendo su deber sin imaginar que sería el último, o la doctora que muy joven quedó con el deseo de conocer a su hija.
Hay muchas anécdotas como sería imperdonable excluir a quienes dedicaron parte de sus vidas en los centros de aislamiento, en hospitales de campaña, al SIUM, al colectivo del Laboratorio de Biología Molecular procesando las muestras, y al Centro Provincial de Electromedicina que olvidaron el sueño y la fatiga para responder ante los agudos problemas del sistema sanitario.
No olvidemos a quienes dieron vida a los vacunatorios y trataron de minimizar con su accionar a un «bicho » traicionero, y menos a los que desde las salas hospitalarias, policlínicos y otras entidades enfrentaron la falta de oxígeno, la ausencia de PCR a tiempo, y cuantas complicaciones aparecieron en esta era. A ellos y a todos los que les tocó la misión en los municipios o prestaron su colaboración a provincias seriamente afectadas por el SARS-CoV-2
Para los que desde otras tierras han ayudado a esos pueblos el aplauso de los suyos por hacer latir el corazón villaclareño.
Y recordemos a los médicos y enfermeros de la familia. De frente a las problemáticas de la barriada ante un programa que pide urgente su revitalización y en el que no faltan las trabas, inconformidades y marcadas burocracias.
Al celebrarse, este 3 de Diciembre, el Día de la Medicina Latinoamericana, que llegue el reconocimiento a los valientes y héroes de estos tiempos, a las anteriores generaciones que resultaron imprescindibles para garantizar la continuidad en el sector. No importa si están retirados, mas la obra está presente.
Y a todos los que siguen en activo: la gratitud de su pueblo, ese que espera de ustedes la marcada sensibilidad y alegran cada día con su presencia a pesar de que los tiempos muestran un rostro infeliz.