Hasta Arroyo Bermejo, una de las comunidades más hondas del Escambray villaclareño, llegó Vanguardia para reencontrarnos con un pueblo maravilloso que aporta, late y merece muchísima atención.
¡Cuánta maravilla se teje entre montañas! Sin más testigo que la manigua, el cielo y las piedras de un camino empinado como pocos, el periplo hasta Arroyo Bermejo parece una aventura de descubrimiento.
Salimos desde Manicaragua, bordeando las laderas del Escambray villaclareño al pasar por La Piedra, Herradura y Cordovanal, para iniciar el ascenso de nueve kilómetros hasta una de las comunidades más hondas de Cuba.
Viajamos en un conocido Kamaz azul; no todos los vehículos tienen la potencia para enfrentar la cuesta hostil, y pocos choferes se atreven. Pero Roberto Peña ha pasado 36 años subiendo y bajando estas lomas detrás del timón y nunca ha tenido accidentes. Nació en Cienfuegos, pasó unos años en el ejército, combatió en Angola y se quedó en este lomerío, al cual lo atan, con la misma intensidad, las fuerzas del amor y la costumbre.
El paisaje regala una fiesta a los sentidos: los zumbidos del monte, el frescor del aire en la piel y en los pulmones, las cimas perdidas entre las nubes y la palma real como centinela de todos los puntos cardinales. Manicaragua parece la maqueta de un pueblo si se mira desde la altura, y cuando el cielo está despejado, la costa sur salta a la vista.
Más de una hora después, el olor de la leña nos da la bienvenida a un poblado de 28 casas habitadas, y entre 50 y 60 vecinos. La escuelita, la carpintería, la panadería, la bodega, el consultorio y la farmacia integran la red de servicios.
Arroyo Bermejo se mueve al ritmo de la actividad cafetalera en la UBPC que preside Jorge Luis Bermúdez Carpio y exhibe resultados económicos muy alentadores. Durante la cosecha, el médico, el enfermero, el bodeguero y otros muchos pobladores se unen a la fuerza de trabajo de la cooperativa para recolectar el grano destinado, en su mayoría, a la exportación.
La entidad cuenta con 42.02 hectáreas: 38 de café arábica y 4.02 de robusta. Actualmente, el rendimiento promedia 0.54 toneladas por hectárea y se pretende aumentar la siembra a 5000 plantas por hectárea.
Al concluir el 2021, registraron una ganancia de 782 000 pesos y, terminado el mes de enero, sumaron otros 265 000 pesos. Ello asegura suficiente liquidez en las cuentas, evita contraer deudas con el banco y permite distribuir utilidades entre los trabajadores.
Todo ello en medio de un desabastecimiento total de machetes, limas, fertilizantes, herbicidas y demás insumos necesarios para preservar la calidad de un cultivo tan sensible.
Una finca de cultivos varios adscrita a la UBPC garantizó la distribución de 92 libras per cápita de alimentos en la comunidad en el primer mes del año, fundamentalmente de plátanos, cítricos y mamey. Asimismo, cuentan con un módulo pecuario para la cría de ganado porcino, vacuno y ovino.
Tres carpinterías administra la cooperativa. En la situada en Arroyo Bermejo, tres obreros confeccionan taburetes de cuero, juegos de comedor, bates de béisbol y otros artículos solicitados por empresas de la provincia.
En medio del olor a madera y el polvo de aserrín, encontramos al joven Arley Díaz Rodríguez, quien cambió su empleo en el sector del Turismo para aprender el oficio y refugiarse en la calidez del hogar. Por estos meses, también se estrena como padre y como delegado de circunscripción.
Hay en las montañas tantos problemas como en el llano, agudizados por más de dos años sin transporte regular. Existen varios camiones guagua preparados para subir, pero algunos tramos pondrían en peligro a los pasajeros y deteriorarían mucho los vehículos.
No obstante, los conocedores aseguran que el vial ha estado en peores condiciones y abogan por que, al menos, un camión preste el servicio de transporte público un par de veces a la semana. Ni siquiera reclaman comodidad.
Casi todo se resuelve en la cabecera municipal o en Santa Clara. Hay que bajar un día antes, generalmente a pie, y regresar en las mismas condiciones. Los cafetaleros que tienen una vivienda en Manicaragua trabajan arriba de lunes a viernes y bajan el fin de semana, porque el traslado diario resulta insostenible.
Abrumados por el aislamiento, parte de los pobladores ha emigrado hacia el valle del Yabú, en busca de un mejor futuro para sus hijos y nietos, u obligados por la vejez, que ya no les permite llenar latas de café ni desandar la pendiente de nueve kilómetros en casos de urgencia.
Paula Calzada Arboláez decidió quedarse. En este lomerío nació y creció, se entregó a las demandas de viveros, cafetales o donde hiciera falta, y encaminó a sus cuatro hijos para que estudiaran.
Con orgullo habla de sus reconocimientos a nivel municipal y provincial, de las cinco veces que ganó la condición de Vanguardia Nacional, y guarda como reliquia una edición del otrora suplemento Arimao, donde aparece una fotografía suya.
Las enfermedades que le impidieron continuar trabajando cuando aún no tenía edad para la jubilación endurecen el aislamiento al cual ya está condenada. Tal es así, que solo ha recibido una dosis del esquema de vacunación contra la COVID-19, porque cuando le correspondía la segunda, estaba bajo tratamiento con antibióticos, y después le resultó imposible llegar al área de Salud más cercana para recibir las que faltaban.
No le parecen pocos ni sencillos los problemas; mas, ratifica la decisión de permanecer en la comunidad donde nació, creció y fundó una familia. Aquí mismo quiere que reposen sus cenizas.
Tampoco faltan los visitantes enamorados de estos parajes y de la gente buena que los habita. Uno de ellos viste bata blanca y se llama David Gallardo García. Llegó hace apenas tres meses, «con la marcha atrás puesta » cuando vio la lejanía del asentamiento y las condiciones del consultorio. Con la ayuda y el cariño de todos, transformó su entorno y hoy se siente «de maravilla ». La especialidad de Medicina General Integral y el sueño de convertirse en cirujano no le permiten quedarse más de un año. Aun así, no sabe cómo despedirse de estos confines.
Son pedacitos de Cuba, de todas las edades, formas y tamaños. En los picos azules, la leña quemada, el taburete recostado a la pared, la carretera herida por el paso de las aguas, los frutos maduros que doblan las ramas, el pico insistente al borde del camino, los tocororos, la bandera que ondea sobre una escuela rural y los niños sonrientes, late un país.