Andanzas de familia

Por asentamientos villaclareños del macizo de Guamuhaya el sencillo Escambray, hay un impulso en el  acopio de miel ecológica.  El matrimonio Boche-Mesa prosigue el camino de la tradición de generaciones de apicultores.   

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Yamilé Mesa y Ernesto Boche, matrimonio de apicultores del municipio de Manicaragua, recorren el apiario.
Una relación armónica entre el clima (temperatura y humedad), y particularidades del suelo caracterizan las localizaciones de los apiarios. (Foto: Luis Machado Ordetx)
Luis Machado Ordetx
Luis Machado Ordetx
@MOrdetx
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08 Marzo 2022

De loma en loma, y a veces cuesta abajo, allá por las alturas de Veguitas, Gí¼iní­a de Miranda, Pico Blanco y Arroyo Grande, anda el matrimonio Boche-Mesa, productores de miel ecológica en Manicaragua. Los apiarios andan dispersos por la serraní­a, y atienden  colmenas aledañas a viviendas de algunos amigos. «Es la única forma de mantenerlas cuidadas, con visitas reiteradas, para evitar hasta la posible presencia de malhechores.

Ermesto Boche, apicultor de Manicaragua, Cuba.
Ernesto Boche León figura entre los destacados apicultores de Villa Clara, y aspira a incrementos en el número de colonias, y de acopios de miel y sus derivados. (Foto: Luis Machado Ordetx)
Yamilé Masa, apicultora del municipio de Manicaragua, Cuba.
Yamilé Mesa López, destacada apicultora ecológica, sigue una tradición familiar que en la actualidad se prolonga en los hijos. (Foto: Luis Machado Ordetx)

¡Sí­!, no sonrí­a. Ni miedo les tienen a las picadas de abejas dijo el criador.

En otras ocasiones el matrimonio se va hasta Nazábal y Piñón, lugares costeros donde aprovechan las floraciones de patabán, mangle y boniatillo de costa. Allí­, en las colmenas, también extraen miel de excelente calidad. Son acopios en los cuales están especializados, y siguen una larga tradición que, en el caso de Yamilé Mesa López y Ernesto Boche León, el matrimonio, se prolonga en más de tres décadas.

Cerca de Veguitas, en un sitio donde antes estuvo una granja aví­cola y que ahora llaman La Pollera a pesar estar dedicada al desarrollo forestal, tienen un apiario. En total el matrimonio dispone de 300 colmenas, y el pasado año produjeron unas 22 toneladas y rebasaron el compromiso propuesto para la exportación.

De octubre a diciembre, con las mejores floraciones, entre las que incluyen el leñatero, «aparecen los mayores picos de acopios. El trabajo con las abejas, y por supuesto la extracción de miel, así­ como de   otros derivados resulta muy exigente. Son 21 dí­as a fuego limpio; de mañana, sol y agua. Todo funciona como un reloj », añadió Boche León en tono pausado.

Colonia de abejas.
En épocas de escasez de floraciones, y cambios bruscos de tiempo, constituye el momento de alimentar mejor las colonias y hacer revisiones periódicas. (Foto: Luis Machado Ordetx)

«Diga, además, que los implementos utilizados tienen caracterí­sticas especí­ficas en sus fabricaciones, y no se permiten errores porque en definitiva pesa en un productos sometido, incluso, a análisis de laboratorios foráneos y las competencias de los compradores extranjeros », subrayó Yamilé Mesa López.

La mujer imprime dulzura al laboreo diario. «Todo resulta meticuloso y organizado, como en la casa, junto a la familia. En definitiva siempre recibes algunas picaduras, y eso reconforta porque sabes que la producción saldrá adelante », acotó.

De las abejas reinas, resaltó Boche León, «son el principio de la producción. Hay que hacer cambios, y sacar patrones genéticos con excelentes ejemplares que traemos desde el Centro de Crí­a, de tipo ecológico, de Mataguá, único existente en la provincia. Allí­ labora Manuel Alejandro íguila Quintero, el novio de nuestra hija también propietaria de apiarios, quien independientemente de las relaciones familiares atiende a otros ocho “colmeneros” del municipio », añadió.

Mesa López, la esposa de Boche, sonrí­e y al quitarse el velo que   descubre el rostro, habla del gusto por la familia y de la distribución existente en el interior de una colmena. Dice que la «casa de familia, a pesar del agotador trabajo en los apiarios, debe   parecerse   al universo construido por las colmenas. Allí­ la reina constituye la única hembra fértil y todo su inverso hay que tratarlo con sumo cuidado. Desde aprovechar la mejor hora para el manejo: el medio dí­a sin la frialdad de la mañana ni el resplandor de la caí­da del sol, y saber del microcosmos de las obreras infértiles y los zánganos », apuntó.

Boche León asienta con la cabeza, y permanece en silencio cuando de pronto comenta: «Ella es muy laboriosa, como las abejas en el panal y se convierte en la “reina” de las fincas en las cuales trabajamos como socios de la Cooperativa de Créditos y Servicios Juan Vitalio Acuña, en Manicaragua », añade.

Distinguir el camino

Rodolfo Fuentes Pérez, jefe de producción en la Unidad Empresarial de Base Apí­cola Villa Clara, destacó las acciones que acometen los campesinos de Manicaragua dedicados a la extracción de miel ecológica, muy demandada en mercados foráneos. Todo reclama exigencia técnica, vigilancia en las flores melí­feras, y hasta de exquisita utilización de los implementos empleados en los acopios.

Centro ecológico de crí­a de abejas, en Mataguá, Villa Clara.
El Centro de Crí­a de Abejas Reinas, en Mataguá, representa una garantí­a en el mejoramiento genético y el reemplazo que exigen los productores de la serraní­a. (Foto: Luis Machado Ordetx)

En esos menesteres hay ocho cosecheros diseminados por el municipio. Todos parten de los aportes que hace el Centro de Crí­a de Abejas Reinas, en Mataguá, indicó.

Allí­ el trabajo es diario, con puntualizaciones especí­ficas durante cada jornada de la semana. «Los lunes corresponden al saque de las reinas con panales dirigidos para continuar el desarrollo genético de las abejas. El martes es de injertos… No se pueden ocurrir fallos para no afectar la producción del mes », resalta Manuel Alejandro íguila Quintero, joven graduado de Licenciatura en Educación Laboral y Computación y desde hace un lustro enamorado del manejo técnico del Centro.

«De aquí­ sale la genética de las reinas listas para ser recibidas en los apiarios. En realidad no hay cosecha de miel sin la presencia de buenas reinas. De ahí­ la necesidad de disponer de cantidades de zánganos para lograr una reina de calidad. Ellas se alimentan con jalea real. Todo tiene sus secretos y hasta comportamientos caprichosos en ese tipo de hembra fértil. Las obreras consumen   polen, miel y lí­quidos florales », acotó.

Jacinto Cruz y Manuel íguila, trabajadores del único Centro de Crí­a de Abejas Reinas de tipo ecológico existente en la provincia.
Jacinto Cruz Naranjo (izquierda) y Manuel Alejandro íguila Quintero (derecha), laboran en el único Centro de Crí­a de Abejas Reinas de tipo ecológico existente en la provincia. (Foto: Luis Machado Ordetx)

Jacinto Cruz Naranjo, con experiencias en la apicultura, habla con del trabajo que despliegan en los 350 núcleos para la selección genética de abejas reinas. Dice que, por lo general, no pican y tienen un tamaño similar a los zánganos. Las obreras tienen colores diferentes en la parte abdominal y son más pequeñas, resaltó.

En el apiario todo rebasa orden y limpieza, con abundancia de floraciones en las cercaní­as. Indica Cruz Naranjo que las reinas allí­ ponen más de 1500 huevos diarios, y en menos de una semana se adquiere la madurez sexual. Por eso la organización del trabajo demanda requerimiento técnico, añade.

Fuentes Pérez exalta el trabajo del Centro de Crí­a, y en general de Manicaragua. El municipio aporta más del 35 % del volumen total que consigue anualmente la provincia.   Al cierre de año Villa Clara registró 898 toneladas, unas 27 más que el plan, apuntó Alexander Castro Aguilar, director de la Unidad Empresarial de Base. En 2022, con unos 85 productores, trazaron acopios inferiores a los alcanzados con anterioridad. No obstante, añadió, el compromiso   es superar la cifra precedente.

Bastidor o panal.
Bastidores o panales en mano, sacados de la cámara de crí­a, permiten una observación directa de la madurez sexual de la abeja reina y el proceso de multiplicación de insectos. (Foto: Luis Machado Ordetx)

En Santo Domingo campesinos y miembros de la Unidad Básica de Producción Cooperativa,   tienen elevados rendimientos por colmena. Los acopios de Manicaragua, Remedios, Placetas y Camajuaní­,   marcan los mayores aportes en las cosechas, recalcó Castro Aguilar.

Todaví­a la provincia dista del récord, ascendente a unas 1134 toneladas en 1983, y ven con luz larga una aproximación a la cifra... Razones tienen luego de lograr el pasado año 19 942 abejas reinas cantidad no antes vista, y marcar pautas en las obtenciones de cera y propóleos, indicadores que precisan de mayor reanimación en la extracción.

Castro Aguilar subrayó que, aparejado a esas conquistas, refuerzan la eficiencia económica y financiera de la entidad con el propósito de desplegar una mejor atención a los productores en una tradición familiar que distingue al sector.  Ahí­ están, como en otros ejemplos, las andanzas del matrimonio Boche-Mesa, considerados por tradición, manejo y recolección, apicultores con resultados notables en la extracción de miel y sus derivados de tipo ecológico, y de fines exportables.

Panal en mano

De una de las piqueras de las colmenas del apiario, con el auxilio del ahumador que porta Yamilé Mesa López para alejar los acercamientos y picaduras de insectos, Ernesto Boche León, extrae un panal de miel.  El hombre camina ahora  en solitario y con pasos lentos. Todo denota que el bastidor, lugar rectangular con bordes de madera donde las abejas construyen las celdas y se aloja el pegajoso lí­quido dulzón, tiene un peso considerable. Antes de  invitar a una degustación, advierte que hay finos alambres horizontales entre los laterales del bastidor. Las celdas hexagonales, casi paralelas, contienen la miel…

Yamilé Mesa emplea el ahumador.
El ahumador, con astillas madera de cuaba, facilita las labores de inspección y castra. (Foto: Luis Machado Ordetx)

De allí­ dejo constancia de los acopios y las propuestas de incrementos anuales. También, de la continuidad generacional que, en la humildad del actuar y el decir, muestra la hidalguí­a campesina por salir adelante a pesar de los desafueros impuestos por el laboreo diario junto a las colonias y hasta las impensables secuelas que deja la naturaleza en el continuo vuelo de las abejas melí­feras.

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