A las puertas del futuro

A pocos dí­as del inicio de un nuevo curso en la Educación Superior, Vanguardia indagó sobre la experiencia de estudiantes villaclareños en los exámenes de ingreso y las expectativas sobre la entrada a la UCLV.

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El próximo 18 de abril comenzará un nuevo curso en la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas. (Foto: Tomada del canal de Telegram El Criollito)
El próximo 18 de abril comenzará un nuevo curso en la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas. (Foto: Dirección de Comunicación)
Lety Mary ílvarez íguila y Yiliainelys Valdés Reyes (estudiantes de Periodismo)
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10 Abril 2022

Allí­, en el quinto kilómetro de la Carretera a Camajuaní­ se erige la estatua de Marta Abreu, ahora iluminada también en las noches. La belleza verde del césped sostiene imponentes edificaciones que atesoran la memoria histórica de una de las universidades más multidisciplinarias del paí­s.

Con 12 facultades y una matrí­cula que supera a los 9000 estudiantes, la Universidad Central «Marta Abreu » de Las Villas (UCLV) arribará el presente año a sus siete décadas de fundación. El perfeccionamiento continuo y la aspiración a la excelencia se destacan entre los valores institucionales que en la actualidad mantienen total vigencia.

Pero los sitios emblemáticos, como la prominente escultura y el frecuentado Parque de las Mentiras, no son los únicos escenarios de motivación para la confluencia generacional de varias provincias de Cuba. También están dibujados en el pensamiento de jóvenes aspirantes al conocimiento sin barreras. Porque fue la universidad de sus padres, o el centro de las mil anécdotas de sus amigos, o simplemente porque se han cansado de escuchar una frase para nada incierta: «Es la mejor etapa de la vida »

En los primeros dí­as de marzo del presente año una multitud de uniformes azules entraba al aula con pálpitos acumulados de tres años de resistencia. En busca de un sueño, asumieron la rigurosa preparación que hoy les permite esbozar satisfacción y tranquilidad en sus rostros.

Quienes ya pasaron la mayor «prueba de fuego » de la Enseñanza Media, transmiten a los egresados preuniversitarios las ansias de batallar por sus metas de realización profesional. Ahora comienza la verdadera aventura. Abril coronará un nuevo curso académico, y los nervios transformados en alegrí­a trazarán un extenso camino de años fructí­feros que acabará con la tí­pica fotografí­a del tí­tulo de graduado, también donde doña Marta.

Expectativa vs. realidad

Laura Gil González llevaba meses preparándose: libros por aquí­, apuntes por allá. Su familia le pedí­a que lo tomara con calma, pero era su ingreso a la universidad lo que estaba en juego; debí­a entregar su vida en esas tres pruebas que definirí­an su futuro.

Unos dí­as antes de los exámenes, la joven no conciliaba el sueño. En sus pesadillas veí­a ecuaciones, cálculos trigonométricos, sí­miles y metáforas. Incluso, soñaba con el Pacto del Zanjón.

Por fin, llegó el momento anhelado. Las pruebas de ingreso habí­an concluido, pero el rostro de Laura reflejaba decepción. No era lo que esperaba. « ¿Tantos meses de entrega para esto? », espetó.

Los exámenes de ingreso a la Educación Superior marcan el cierre de la enseñanza media superior y el inicio de la etapa universitaria. (Foto: Archivo de Vanguardia)

La frustración de ella es la de muchos estudiantes en la provincia. Luego de interrogar a varios jóvenes villaclareños que se presentaron al ingreso, notamos su insatisfacción. Esperaban una mayor complejidad para demostrarse a sí­ mismos que podí­an con el reto, y a su vez, ingresar a la Educación Superior con el orgullo de saber que realmente ese es su lugar.

Aunque la COVID-19 marcó un antes y un después en la vida académica, ello no representó obstáculos para que dí­a tras dí­a en las aulas de los preuniversitarios se realizaran disí­miles ejercitaciones con alto grado de rigurosidad. Por lo que resulta entendible que los exámenes no cumplieran las expectativas de profesores y educandos que esperaban una mayor complejidad.

A pesar de esta situación, los muchachos aguardaron con ansias el otorgamiento de las carreras, y próximamente, entrarán muchos de ellos a la casa de altos estudios, mientras otros se decantaron por la Medicina, las Artes y otras especialidades.

Una vez más, queda demostrado el potencial de la educación cubana. Con o sin pandemia nuestras escuelas no se detienen, y este curso escolar constituyó una muestra de ello. Las máximas autoridades encargadas del proceso de ingreso, en todo momento crearon estrategias para su cumplimiento: la virtualidad llegó para desafiarnos, mas no pudo derrotarnos.

Positivo, emocionante, agotador, figuran entre los calificativos con que los estudiantes proyectan su vida universitaria. Un desafiante episodio comenzará para miles de jóvenes y sus familiares.

El sueño realizado

Un semestre de contacto directo con las maravillas del campus universitario ha quedado para siempre en las vidas de quienes no dejaban de soñar con sus jardines y pasillos. Tras un complejo perí­odo de educación a distancia, los rostros anhelantes de primer año exploraron al fin la realidad en la casa de altos estudios.

El cumplimiento de las medidas higiénico-sanitarias para prevenir la COVID-19 será una premisa para el curso académico que comenzará el próximo 18 de abril. (Foto: Dirección de Comunicación)

No pocos se han referido a la complejidad del proceso, pues evidentemente nadie se hallaba preparado para autoenseñarse mediante documentos digitales. Inquietaba la necesidad de explicaciones fí­sicas, el sonido de la tiza en el pizarrón, las voces, risas y apuntes durante las conferencias, con letras casi ilegibles.

Las ilusiones se materializaron aquel primer amanecer de noviembre, cuando detrás de los nasobucos intentaban reconocer las caras que durante meses cobraron habitualidad en los celulares. La afinidad con sus compañeros ya estaba sembrada, así­ como la curiosidad de distinguir en carne y hueso a los profesores que asaltaban con sus dudas desde la lejaní­a. El temor a un nuevo cierre o posible rebrote pandémico jamás desapareció, pero felizmente reinó la estabilidad en las aulas, bajo extremas medidas de protección sanitaria.

«Al llegar a la Universidad primó el asombro, y en algunos aspectos fue más de lo que esperaba. Debido a su peculiaridad, no tuvo el rigor que podrí­a tener un curso común, pero en general, resultó mejor la experiencia real que la expectativa », comenta Javier Vázquez, estudiante de año preparatorio en Lengua Inglesa.

El joven agradece la posibilidad que le han regalado sus cuatro meses de clases de conocer a personas nuevas y establecer lazos de amistad con estudiantes de varias carreras, municipios o provincias, con caracterí­sticas comunes e intereses similares.

A pesar de que desea, como un gran número de estudiantes, que los gobiernos provinciales y municipales gestionen, al menos, un transporte quincenal para facilitar el traslado hacia la Universidad, o que mejore la lamentable situación de las instalaciones deportivas, augura a los futuros estudiantes un feliz ingreso. Se atreve a asegurar que será la mejor etapa de sus vidas, tanto para los que han experimentado la estancia en una beca como para los que no. Recomienda desechar los miedos, y afirma que tendrán el privilegio de estudiar en una de las mejores universidades del paí­s, con casi siete décadas de existencia y miles de graduados que hoy ponen en alto el nombre de Marta Abreu.

Como centro de los encuentros más diversos, la UCLV ofrece un espacio para el crecimiento personal a la par de la instrucción profesional. (Foto: Dirección de Comunicación)

La aspiración a una mayor motivación en cuanto a prácticas laborales, calidad de las residencias estudiantiles, y solución a los problemas del agua, la electricidad, la red hidro-sanitaria, elaboración de los alimentos del comedor y dificultades en la movilidad, constituyen voluntades de los que encuentran en la Universidad una escuela de valores, vivencias y conocimientos adquiridos.

El doctor y profesor titular, Rafael Hernández Acosta, se refirió al cambio en las rutinas del curso escolar, y los principales obstáculos a enfrentar en el tránsito a la Enseñanza Superior.

«A los estudiantes de primer año siempre les he dicho que al llegar a la universidad vienen a aprender, no a aprobar y que a partir de ese momento la palabra autorregulación los acompañará en su quehacer durante toda la carrera, pues serán ellos los máximos responsables de lo que hacen, ya que la asesorí­a de la familia no está tan cerca como en las otras enseñanzas.

«He apreciado siempre dos cuestiones fundamentales con respecto a ese cambio: la primera es que muchos vienen con un pensamiento reproductivo, memorí­stico, y en nuestras carreras, trabajamos para formar en ellos un pensamiento crí­tico, analí­tico, donde expliquen, argumenten, con ideas propias, surgidas de su razonamiento, integración de contenidos, capacidad de análisis y sí­ntesis, todo expresado desde su punto de vista.

«El otro encontronazo se produce cuando al adentrarse en la enseñanza universitaria deben autogestionarse el conocimiento, y poner a prueba el grado de independencia que realmente tienen como estudiantes y como personas. Vemos muchos casos en que no saben trabajar o estudiar de esa manera y hay que insistir en el cambio, rehacer esas deformaciones, eliminar las dependencias de los mayores y ponerlos a trabajar por sí­ solos o con sus compañeros en la confección de tareas extraclases, exposición de seminarios, respuestas de una tarea ante un aula ».

Como para muchos otros jóvenes, para Melany Manso Acosta, estudiante de Sociologí­a, el encuentro con un nuevo régimen le ha hecho adoptar responsabilidad en su más profundo concepto. Ahora la meta se extrapola a ser una buen profesional y persona de bien.

«Verdaderamente creo que es un gran esfuerzo la preparación para los exámenes de ingreso, pero las experiencias de la Universidad son únicas, suelen marcarnos eternamente. Además, la preparación profesional que recibimos (sin que nos convierta en una persona superior ante la sociedad) nos ayuda a ser útiles a los demás y nos prepara para la vida », afirmó.

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