A medio siglo de la segunda Revolución Educacional en Cuba, los recuerdos afloran, junto a la nostalgia y al compromiso de una vida entregada al magisterio.
¡Era una idea de Fidel! ¡No podíamos fallar! ¡Había que enseñar! Y bajo esa convicción miles de jóvenes de 10mo grado nos incorporamos a las filas del Destacamento Pedagógico «Manuel Ascunce Domenech », cuando apenas la mayoría de nosotros no rebasaba los 16 años de edad.
Cada cual, del Primero al Quinto Contingente, tiene anécdotas que contar. Sus vivencias y recuerdos de aquellos años juveniles, cuando todo era más fácil de asimilar, como lo fue de pasar de ser alumno en julio para en septiembre, con apenas 30 días de diferencia, estar ya convertido en todo un flamante profesor, que de Pedagogía no sabríamos nada, pero sí de ser útiles a la Revolución y cumplir con el llamado de Fidel, que era el llamado de la Patria.
En mi caso, el primer gran impacto fue la carta que recibí en agosto de 1975 del Ministro de Educación, el «Gallego » Fernández, como le conocíamos, escribiéndome como a todo un maestro consagrado; la misma carta que recibieron todos mis compañeros, pues era un gesto único de aquel hombre sensible y recto y una motivación adicional que nos llenaba de orgullo y comprometía aún más.
Mis cinco años del Destacamento Pedagógico los pasé en Sancti Spíritus, en la Filial Pedagógica «Silverio Blanco Núñez ». Era de Historia y había cursado el 10mo Grado en la Secundaria Básica «Fe del Valle », de Santa Clara, pero al ser tantos, nos mandaron para Cabaiguán y allí hicimos toda la carrera, como otros la hicieron en Manicaragua y tantos más, en Cumanayagua, Cienfuegos.
La primera clase nunca la olvidaremos. Fue a alumnos de 9no grado de la Secundaria Básica «Clodomira Ferrals », la Yamagua, como le conocían, y la asignatura era Fundamento de los Conocimientos Políticos. Mariano, el Jefe de Cátedra, nos dijo que nada sabía de esa asignatura y que nos las arregláramos como pudiéramos. Así lo hicimos; solo que esa primera clase me duró solo 15 minutos, después de los cuales no tuve más nada que decir y para colmo, no alcanzaron las sillas y varios alumnos la escucharon de pie.
Luego le cogimos la vuelta: clases como alumnos en una sesión y como profesores en otra. Imponiendo respeto a muchachos casi de nuestra propia edad y disfrutando de lo inolvidable de ser joven, esa edad tan hermosa, que para nosotros lo fue doblemente, pues nos sentíamos y, realmente éramos, importantes.
Graduarnos fue toda una fiesta. Era compartir con Fidel. Sucedió en 1980. Fue la primera vez que pude estar cerca suyo, como también fue la primera, y única ocasión que pude subir al Pico Turquino, como parte de la Caravana Estudiantil 26 de Julio.
De entonces acá, ha pasado toda una vida. Cada cual tomó su rumbo. Muchos siguen en la trinchera de la enseñanza; en tanto otros, se desempeñan en otros trabajos y responsabilidades, sin perder ninguno el amor por la profesión de educar, la más hermosa y altruista de todas.
Lamentablemente algunos ya no nos acompañan, pues la vida le acortó los años, pero están en nuestro recuerdo y en nuestros corazones. Son nuestros inolvidables compañeros del Destacamento Pedagógico. Esa gran aventura que nos permitió crecernos y madurar mucho más rápido como generación y dar un ejemplo imperecedero de entrega a una profesión; la de educar.
Este sábado, los graduados de los primeros cinco contingentes del Destacamento Pedagógico de la antigua provincia de Las Villas nos volveremos a reunir para compartir alegrías, nostalgias y alguna que otra lágrima de emoción incontenida.
Será otro encuentro inolvidable. Ya con edades no tan jóvenes, peinando canas o ninguna, pero con el mismo entusiasmo de aquellos 16 años cuando Fidel nos llamó a convertirnos en profesores y a abrazar la carrera magisterial que tantas alegrías nos ha dado.
No faltarán abrazos, ni el consabido ¿Quién tú eres?, hasta que nos identifiquen y venga a continuación el piadoso: «Estás igualito », lo cual, no es cierto por fuera, pero sí por dentro, lo invisible para los ojos, como decía el Principito.
Día de fiesta. Sábado de recordación. Son cincuenta años. Medio siglo. Media rueda de aquella idea de Fidel. Desde ahora vaticino que el éxito está garantizado y junto, como hermanos, compartiremos espirituanos, cienfuegueros y villaclareños.