La Universidad Médica de Villa Clara les abrió sus puertas. Las llaves están en cada uno de ustedes para apropiarse de los conocimientos. (Foto: Ricardo R. González)
Ricardo R. González
@riciber91
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22 Abril 2022
22 Abril 2022
hace 2 años
A partir de ahora emprenderán un largo camino que será vencido por el tesón individual a fuerza de estudios y consagración. Ello constituye la mejor sugerencia para quienes inician su vida estudiantil en la Universidad Médica de Villa Clara.
Ya fueron acogidos quienes, por primera vez, llegan a sus aulas como parte del curso 2022. Más de 1700 jóvenes en las facultades de Medicina, Estomatología, Enfermería y Tecnología de la Salud, y en la Facultad de Ciencias Médicas de Sagua la Grande, que procedió en días anteriores.
Las palabras de recibimiento correspondieron a Ernesto Betancourt López, vicepresidente de la FEU en el centro, quien subrayó el inicio de una nueva era a partir de la superación constante, que no escapa de sacrificios personales, inspirados en el prestigio de la comunidad médica y de otros especialistas y técnicos demostrados en Cuba y en otras latitudes.
Luego de ser presentado el Consejo de Dirección que acompañará a sus educandos en la guía del camino, el Dr. Calixto Orozco Muñoz, rector de la institución, concluyó el acto y recordó el ejemplo de quienes, en sus respectivas generaciones, enfrentaron aquel dengue hemorrágico causante de la pérdida de 158 fallecidos en el país y de ellos, 101 niños, pero también ante los episodios de neuropatía epidémica en la década de los 90 y, más recientemente, frente al temible SARS CoV-2, en que los estudiantes enfrentaron tareas complejas y desterraron el temor aun en zona roja.
Ahora se impone abrir libros y cuadernos, visitar los laboratorios en la medida de las posibilidades, pero tener en cuenta el detalle de la calidad, lanzarse a transformar nuestras comunidades, velar por las personas vulnerables, y crecerse ante las adversidades con el precepto de ser hombres y mujeres de bien bajo el legado de Martí, Mella, el Che y Fidel.
Y desde mi luneta pensaba en que algo vital debe reinar siempre para quienes decidieron las sendas de la medicina en cualquier rama. No es vestir una bata blanca por puro exhibicionismo, es sentir el dolor ajeno como propio, tenderle la mano al prójimo necesitado que reclama ayuda, y acariciar a los ancianos, niños y a cualquier paciente con la fuerza de las palabras.
Pensar en José Martí, el más grande de los cubanos, al referirse a la sonrisa y el buen trato como «esa medicina que cura el alma » o cuando en otra de sus frases de excelencia destacó: «En prever está todo el arte de salvar ». A ello se les llama.