¡Qué linda luce la plaza cuando se viste de pueblo! Pareciera que el Che quiere sumergirse en ese mar de oficios y profesiones, niñas y niños que sueñan ser, estudiantes que ya acarician el anhelo y jubilados que no renuncian al amanecer de cada 1. º de Mayo.
Nunca nace más fuerte el sol que cuando atraviesa el triángulo rojo y se cuela entre las cinco puntas de una estrella que ondea «con más luz cuanto más solitaria ». La marea de sindicatos sube, enardecida por colores, carteles, consignas, satisfacciones y nuevos desafíos.
¡Qué lindas lucen la plaza, las calles, las fachadas luego de dos años de ausencia, oscuridad y aislamiento! Tiempo suficiente para luchar y renacer, como sabe hacer muy bien este pueblo. La isla se llena de proezas anónimas y desinteresadas, extras salidos de no se sabe dónde para remontar las tensiones más amargas, gestos solidarios cuando más solos y apartados estábamos, sentido de pertenencia para seguir empujando un país mientras el mundo se detenía: ganas infinitas de ver la luz y, si no aparece, ¡la encendemos!
Por Cuba viven y trabajan los valientes de bata blanca, que anteponen corazón e ingenio a todas las carencias, en permanente batalla por la vida; las mujeres y hombres que llevan en las venas el campo y la necesidad de multiplicar crías y cosechas; los colectivos convocados a elevar la eficiencia en la producción de bienes y servicios, para llenar los mercados con ofertas de calidad, variedad y precios justos; los educadores, desafiados por recesos largos y cursos apretados, responsables de inculcar los conocimientos y valores a quienes llenarán las plazas dentro de unos años.
Por Cuba viven y trabaja ese segmento de pueblo uniformado, con la misión de preservar la paz, la seguridad y la tranquilidad ciudadana; los profesionales que siembran el milagro de la ciencia en el centro de todos los problemas; los que reinventaron el deporte y la cultura desde hogares y pantallas; las personas que madrugan para regalarnos ciudades y poblados más limpios, y todos los que, desde formas de gestión no estatal, dan su aporte económico y social a este país.
El pueblo forma un bloque compacto, pero no homogéneo. En la variedad de colores, edades e iniciativas florece la diversidad de razones para defender nuestro proyecto social, común y plural al mismo tiempo.
Este 1. º de Mayo levantará otra tribuna para exigir el fin del bloqueo económico, financiero y comercial que boicotea las intenciones de desarrollo, y de los no pocos obstáculos internos; para seguir haciéndole la guerra a la inflación y a todo lo que frene la capacidad adquisitiva de salarios y pensiones, y consolidar la democracia obrera socialista en cada una de las entidades, porque esta Revolución sigue siendo «de los humildes, con los humildes y para los humildes ».
También un 1. º de Mayo, hace 22 años, Fidel dio vida a un concepto que se volvió compromiso, no para recitarlo de memoria e imprimirlo en pancartas, sino para hacerlo realidad en todos los escenarios, hasta en los más incómodos.
Sin distinción de calendarios ni geografías, nos toca ser conscientes de las circunstancias históricas, emprender las transformaciones que la sociedad demanda, mantener intocable el principio de igualdad, libertad y dignidad plenas, propio de un proyecto humano por esencia; dedicar las fortalezas a la solución de nuestros propios problemas; defender sin reservas la verdad, la ética y la estética revolucionaria, y mantener la unidad, la independencia y la soberanía como conquistas innegociables.
Que sea una fiesta por lo que ya conseguimos, impulso para lo que nos falta y regaño por lo que tarda demasiado.
Que se vuelva recordatorio para todos los que ansían y venden un cuadro ciberempaquetado de falta de apoyo popular. Demasiada gente siente y hace por este país, y no se perderá el desfile.
Vamos con todo a la plaza, a guardar estos dos años de ausencia y abrir los brazos a nuevas experiencias, luchas y esperanzas en una Cuba que vive y no se detiene.