«Hay procesos que de hacerse manualmente se prolongan entre dos o tres horas en la craniectomía, y con el instrumento duraría alrededor de una hora y media», puntualiza el Dr. Ángel Serafín Camacho Gómez. (Foto: Ricardo R. González)
Ricardo R. González
@riciber91
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17 Junio 2022
17 Junio 2022
hace 2 años
En una de estas mañanas se suscitó el diálogo en el que un galeno confesó lo que significa para él la infancia y la vida, porque a 29 años de haber obtenido su título de médico y sumar dos décadas como neurocirujano, el Dr. íngel Serafín Camacho Gómez mantiene las ilusiones juveniles de navegar por los laberintos del cerebro y sus estructuras cercanas.
Tan aferrado estaba a aquellos sueños, que desde el inicio de sus estudios de Medicina ya visitaba el Cuerpo de Guardia de Cirugía del hoy hospital oncológico Celestino Hernández Robau y la sala n.o 2 de Neurocirugía para tratar de despejar incógnitas y beber de la sabiduría del profesor Francisco Pérez Varona (ya desaparecido) y de Alfredo Amado Donéstevez (aún permanece activo).
Allí hizo guardias voluntarias siendo todavía un bisoño, y al día siguiente, a pesar del cansancio y las tensiones de la noche, se incorporaba a sus clases normales, algo que a muchos sorprendía.
Desde entonces quedaron lazos muy estrechos de familiaridad con esos íconos de las ciencias médicas, hasta que en el segundo año de los estudios alcanzó uno de sus propósitos al convertirse en alumno ayudante de Neurocirugía.
«Un día de fiesta, todavía lo recuerdo. Era solo un pequeño paso, y cuando me adentraba en los capítulos pertenecientes al sistema nervioso central, en las asignaturas de Anatomía y Fisiología, siempre me llamaba la atención aquel universo y lograba los mejores resultados académicos; sin embargo, al concluir mi carrera de Medicina vino una especie de desilusión debido a que la Neurocirugía no estuvo entre las opciones disponibles aquel año, y preferí ser médico de la familia ».
¿En qué momento logras tu anhelada especialidad?
Terminada la Medicina General Integral la vida me proporcionó el regocijo. Llegó una sola plaza de Neurocirugía en la convocatoria provincial y pude obtenerla. Así inicio la trayectoria en el hospital pediátrico universitario José Luis Miranda, mi único centro laboral en el ejercicio de esta rama, y en verdad no puedo separarlo de mi existencia.
El querer hacer cada vez más a favor de la infancia te convierte en innovador. ¿Cómo fue esta experiencia presentada entre los 332 trabajos en el último EXPOANIR 2022?
Mientras cumplía misión en la República Popular de Angola tuve varios instrumentos sofisticados en mis manos. Incluso los utilicé, y al regresar nos dimos a la tarea de diseñar algo para mejorar las condiciones de trabajo. Este empeño comenzó hace unos cinco o seis años y se sumaron los doctores Carlos Javier Artiles Rivero y Miguel íngel Díaz Cruz. Entre todos lo diseñamos, y en la actualidad también lo utiliza el Dr. Ramón Sarduy Arana, que si bien no participó en su configuración, es parte del equipo, al cual se han integrado colegas que en estos momentos están cumpliendo misiones o cursan adiestramientos en la capital cubana. .
¿Surge, entonces, el craneómetro con sello villaclareño?
En efecto. Utiliza la electricidad disponible en el salón de operaciones y resulta muy práctico al facilitar el trabajo del neurocirujano. El instrumento lleva un dispositivo en la parte más externa que protege el cerebro a la hora de realizar los cortes en la zona precisa. Su diseño contempla un motor eléctrico pequeño de alta velocidad, donde le fue adaptado un aditamento que pasa por debajo del hueso y permite efectuar la craneotomía con protección para la estructura cerebral del paciente.
¿Ventajas?
Muy notorias. Disminuye de manera considerable el tiempo quirúrgico, el destinado a la anestesia, a la vez que favorece la hemostasia del hueso o mecanismo de defensa del organismo que previene la pérdida de sangre del interior de los vasos sanguíneos.
«En su elaboración intervino el amigo Raúl Bernal Hernández, un ingeniero electrónico residente en Placetas, que nos apoyó en la parte mecánica a partir del diseño elaborado en la búsqueda del material idóneo, la soldadura y el trabajo en el torno ».
¿Indispensable en todas las intervenciones quirúrgicas de la especialidad?
En la Neurocirugía Pediátrica operamos entre 150 y 200 casos anuales de las provincias centrales, y cerca del 90 % son cirugías intracraneales que utilizan el instrumento. Ya llevamos, aproximadamente, tres años utilizándolo y se han abordado unos 400 casos.
«La ventana que se abre en el cráneo en la gran mayoría de las cirugías neuroquirúrgicas tiene dos vías de realización: una, de manera manual, y otra con este instrumento para poner abordar las estructuras cerebrales.
¿Pudiera hablarse de aplicación en casos de extrema complejidad?
Hay una patología en el niño que no aparece en el adulto. Se llama craneosinostosis o defecto de nacimiento, que ocurre cuando los huesos del cráneo del bebé cierran prematuramente. Esto sucede antes de que el cerebro se forme en su totalidad, y a medida que el menor crece, su cráneo puede ir deformándose cada vez más debido a la malformación, por lo que se impone solucionarlo en los primeros meses de vida.
Sobre la «paternidad » del craneómetro, ¿es una innovación exclusiva de Villa Clara?
En nuestro hospital pediátrico nunca existió, pero pudiera darse el caso de un dispositivo ideado por alguien en otro colectivo o provincia. No me gusta hablar de exclusividad, porque puede que en la práctica no sea así, aunque yo no tengo referencias ni la ANIR tampoco de creaciones similares que hayan sido innovadas.
«Hay instituciones que sí poseen equipos, pero resultan originales, principalmente en La Habana; sin embargo, no abundan en todos los centros debido a su alto costo, valorado entre los 25 000 y los 30 000 dólares, en tanto los más sofisticados ascienden a 40 000 dólares, y en la actualidad resultan mucho más caros.
¿Puede hablarse de efecto económico?
Su diseño no sobrepasó los 4000 pesos en moneda nacional. Compramos los materiales, las barrenas y otros accesorios, excepto el motor y el trabajo mecánico. Ya la ANIR nos está remunerando por la inventiva.
¿Y no dudaste al tener que desembolsar de tus ingresos personales?
Si eres humano y tienes ante ti el enorme reto de salvar la vida de la infancia y propiciarle bienestar, todo es minúsculo al lado de este empeño. Son en la gran mayoría niños menores de un año o en edad preescolar, adolescentes, por lo que no tienes derecho a privarle la existencia.
Al entrar al salón rezas, das gracias, pides protección…
Te confieso. Pido mucho que salga bien la criatura y que no fallezca; esta es una especialidad bien dura. Pido, también, que cada vez que mis manos puedan ayudar a alguien sea para bien.
¿Y cuando terminas el acto quirúrgico?
Si sale bien, es la mayor satisfacción y respiro profundo. Informarle a la familia de una misión cumplida con éxito, que continúa con el seguimiento del menor, resulta muy reconfortante. En cambio, sufrimos mucho cuando fallece un paciente. En lo personal, cada día que pasa siento más por los niños que opero.
En tu caso se manifiesta ese niño que llevas dentro…
Totalmente. En cada pequeño hospitalizado busco la oportunidad de tenerlo bien cerca, juego con ellos, les regalo cosas, aunque solo disponga de 100 pesos en el bolsillo, no para que alguien me lo agradezca, sino porque lo siento como un deber humanitario. Los niños son parte inseparable de mi vida. Hay familias que ya son mías, de esas que nunca se separan de mi corazón.
En el orden profesional, ¿qué representa conocer la trascendencia de la Neurocirugía Pediátrica villaclareña en el país?
Los resultados en Neurocirugía de este hospital resultan bien alentadores en toda Cuba, con tasas de mortalidad muy bajas, aunque lamentablemente no siempre es posible rescatar a la totalidad de los casos, por presentar patologías incompatibles con la vida, como ocurre en cualquier parte del mundo.
¿Has tenido quejas por tu trato en el hospital?
Si las encuentras, me lo haces saber porque es uno de los premios en mi vida. Servir al prójimo con excelencia. Eso es ética, y hay cosas que me llenan, pero las reservo para mí.
Entonces, ¿neurocirujano-innovador o innovador-cirujano?