Apuntes sobre Vanguardia

Particular respeto profesaban a los fundadores del periódico. Gracias a esos hombres, provenientes de Cienfuegos y del ámbito local, salió Vanguardia por primera vez a la luz pública el 9 de agosto de 1962.

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Por Benito Cuadrado Silva
1882
09 Agosto 2022

Una mañana, a finales de 1971, visité el periódico Vanguardia con el propósito de explorar con su director la posibilidad de ingresar en ese órgano de prensa. Habí­a concluido, meses atrás, la Licenciatura en Letras y deseaba dedicarme al periodismo.

No estaba el director, viajaba por la URSS, me explicó Ignacio Rodrí­guez, el jefe de Información, quien prometió ocuparse del asunto. Dí­as más tarde recibí­ su mensaje: «Mañana, a las 10:00, en la Dirección ». Allí­ aguardaba un hombre joven aún, de aspecto inteligente y cordial. «Él es Alfredo Nieto, el director », dijo Ignacio, y todo fluyó de lo mejor. Me aceptaron.

Fue precisamente bajo el mandato de Nieto fallecido de manera temprana cuando en 1972 se acometió la ampliación del edificio, mediante la construcción de la tercera planta. Resultó una faena extraordinaria. Todos los trabajadores, devenidos improvisada fuerza auxiliar, participamos en la obra durante el tiempo libre; unos, como vagoneros y otros, como gí¼incheros o aguadores. Nos esforzábamos por rendir lo más posible, y, al final, quedamos satisfechos con la ejecución.

Vanguardia contaba con una escuela taller creada para formar personal calificado en las diversas ocupaciones de la gestión poligráfica. De esas aulas egresaron linotipistas y tipógrafos que complementaron el desempeño de los habituales, y permitieron la buena marcha en el taller de composición. Constituyó el curso una ví­a de mejoramiento económico y social para los muchachos, pues algunos estaban alejados del estudio o el trabajo cuando fueron captados.

Particular respeto profesaban a los fundadores del periódico. Gracias a esos hombres, provenientes de Cienfuegos y del ámbito local, salió Vanguardia por primera vez a la luz pública el 9 de agosto de 1962. Los venidos del sur trajeron la experiencia del oficio adquirida en los diarios El Comercio y La Correspondencia, y durante largos años, de manera plausible, se mantuvieron entregando conocimiento y habilidades al desarrollo del órgano provincial.

Al calor de la fusión de voluntades entre sureños y los del patio, creció un buen ambiente de unión y estima; también, un sentido de pertenencia hacia el común local de trabajo, lo cual se tradujo en la habitual permanencia de la gente en el edificio o sus alrededores, a veces, sin necesidad de ello, como si fuera un punto de encuentro para compartir socialmente. Era bueno porque favorecí­a la compenetración y el apoyo al centro laboral.

Cotidianas resultaban las tertulias nocturnas en la acera de enfrente, junto al poste de la luz. Allí­ se conversaba hasta bien entrada la noche. A esa hora, otro personal trabajaba muy duro. Eran los correctores, los linotipistas y cajistas enfrascados, junto con el jefe de Redacción y el periodista de cierre, en la elaboración de un periódico, siempre mejor que el de la jornada anterior.

En tanto, abajo, en el emplazamiento de la rotativa, el viejo Esteban, José Manuel, í‘ico y Horacio trajinaban con los paños y las tejas metálicas para ir preparando el inicio de la tirada. A partir de ese momento, ya en plena madrugada, comenzarí­a a temblar el callejón de Plácido con los espantosos estertores de la máquina una impresionante mole que solo retornarí­a al silencio tras imprimir miles de periódicos que, luego, bien empaquetados, serí­an recogidos por los distribuidores entre las 6:00 o las 8:00 de la mañana. Habí­a terminado una edición más.

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