Aeropuerto internacional Abel Santamarí­a protege su entorno

Un sostenido trabajo realiza su colectivo en favor del medio ambiente.

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Avión en la pista del aeropuerto internacional Abel Santamaría, de Santa Clara.
Tania Pérez Contino, jefa del departamento de Desarrollo, Calidad y Negocios en el aeródromo. (Foto: Ricardo R. González)
Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
1122
22 Septiembre 2022

Una aeronave se desliza por los casi 3,8 km de pista del aeropuerto internacional Abel Santamarí­a, de Santa Clara. Los procederes de taxeo están listos en una de las plataformas cercanas a la instalación, mientras el resto del personal se dispone a cumplir sus funciones en los diversos departamentos; sin embargo, la protección medioambiental no constituye asunto secundario  sino que  se sitúa entre los principales de su accionar.

Tania Pérez Contino, jefa del departamento de Desarrollo, Calidad y Negocios en el aeródromo, domina el tema y explica con sólidos argumentos cada uno de los detalles. Por ello afirma que «la preservación de la capa de ozono no constituye un hecho aislado, ya que forma parte de un todo relacionado con la protección del medio ambiente, tanto en el aeropuerto como en su zona circundante ».

Ello valió para que la institución alcanzara un reconocimiento nacional, y a la vez provincial, en el recién pasado dí­a de protección de este escudo salvador,  pues como parte del sistema medioambiental que tienen certificado ejecutaron múltiples acciones que van más allá de una fecha especí­fica y resulta un capí­tulo de la cotidianidad.

«Otra de ellas explica es el trabajo realizado con el incinerador destinado al tratamiento de sustancias tóxicas. Mediante inversiones y el estudio efectuado por la empresa Gamma conocimos el grado de emisiones reales y la necesidad de aplicar un conjunto de mejoras que posibilitara la menor exposición de megatoxinas al ambiente ».

Tania Pérez Contino, jefa del departamento de Desarrollo, Calidad y Negocios del aeropuerto internacional Abel Santamarí­a, de Santa Clara.
Tania Pérez Contino, jefa del departamento de Desarrollo, Calidad y Negocios del aeropuerto internacional Abel Santamarí­a, de Santa Clara.

Este dispositivo quema a 900 grados, y de acuerdo con normas cubanas y foráneas, admite todos los desechos generados a partir de la limpieza de las aeronaves y de los salones de la terminal, ante el flujo de turistas y viajeros que entran a Santa Clara.

Las miradas de protección a la natura van más allá. Por ello sustituyeron los equipos de climatización que utilizaban sustancias agotadoras de la capa de ozono,  teniendo en cuenta que los aeropuertos resultan sitios necesariamente climatizados, y de no utilizarse un gas protector, los niveles de contaminación resultarí­an en extremo considerables.

En la instalación aeroportuaria ningún paso se realiza a la deriva, porque existe un sistema de certificación de gestión medioambiental que permite la sostenibilidad de un proceso regido a partir de las normativas cubanas, y otras establecidas por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) para este tipo de acción.

«Tenemos dos clientes fundamentales: las aeronaves (del llamado lado aire) y los pasajeros (en tierra), por lo que también trabajamos con los desechos sólidos, lí­quidos e incluso con los ruidos, entre otros, ofreciendo un tratamiento diferenciado a dos tipos de clientes que recibimos al uní­sono: los aviones y los pasajeros », precisa Pérez Contino.

El espectro abarca, además, desde el reabastecimiento de combustibles, con sumo cuidado para mitigar los posibles derrames de hidrocarburos dentro de las plataformas, y el tratamiento de los residuales lí­quidos, que incluye las acciones en una laguna local en la que vierten no solo el aeropuerto, sino otras entidades cercanas.

«No constituye una laguna de oxidación. Tampoco tiene aguas contaminadas y cada año se procede a los exámenes ambientales para comprobar que no muestren afectaciones. Son acciones ejecutadas por el propio aeropuerto, independientemente de otras instituciones que también la utilizan ».

Una noticia favorable se incorpora al panorama medioambiental al conocerse que, de conjunto con GeoCuba, están enfrascados en un estudio para concluir el mapa de ruido de toda la zona aeroportuaria, que incluye mediciones de amplio espectro desde la localidad de Marrero hasta las proximidades de Encrucijada, como áreas próximas a los aterrizajes y despegues de las aeronaves.

Estas evaluaciones arrojarán las posibles afectaciones del ruido al entorno, y a la par se emprenderán labores educativas con las aerolí­neas en relación con las turbinas de los aviones en especí­fico.

«Diferentes aeropuertos en el mundo han puesto restricciones en este tema, pero aún no estamos en condiciones de aplicarlas », finalizó Tania Pérez.

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