Cincuenta años de experiencia profesional y cientos de recorridos por todo el país, hacen del Doctor en Ciencias Agrícolas Sergio Juan Rodríguez Morales uno de los principales expertos de Cuba en el tema de la producción de alimentos y un hombre sabio, de los apegados al surco, con los zapatos en el fango, como le dijo un día Díaz-Canel. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
Narciso Fernández Ramírez
@narfernandez
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24 Marzo 2023
24 Marzo 2023
hace 1 año
Pocos en Cuba han hecho tanto por incrementar la producción de alimentos desde la ciencia y el extensionismo agrario como el Doctor en Ciencias Agrícolas Sergio Juan Rodríguez Morales, director del reconocido Instituto de Investigaciones de Viandas Tropicales (Inivit), de Santo Domingo, Miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba y Héroe del Trabajo de la República de Cuba.
Todo un experto en la materia y dueño de una experiencia profesional de más de 50 años, Sergio también ha dedicado parte de su vida a representar a Villa Clara en el Parlamento cubano. Ha formado parte del Consejo de Estado desde la VII Legislatura, y, de ese momento a la fecha, ha mantenido su condición de diputado y miembro destacado de la Comisión Alimentaria.
Con motivo de las elecciones nacionales de este domingo, 26 de marzo, Vanguardia entrevistó a tan reconocido científico y parlamentario, quien profundizó en el sensible asunto de la producción de alimentos y sobre cuánto más puede hacerse para llevar la comida a la mesa de los cubanos; al tiempo que ratificó su confianza en el pueblo, al que calificó de «muy revolucionario e instruido».
—Sergio, ha trabajado en el Inivit desde su graduación, en 1972, y lo dirige desde los años 90. ¿Qué ha significado esta institución en su vida y cuánto le ha aportado ese centro científico a Cuba?
—Me gradué de ingeniero agrónomo en la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas, motivado por mi origen campesino en mi natal Guayos, actual provincia de Sancti Spíritus; pero, sobre todo, por un llamado del Comandante en Jefe para que los jóvenes estudiaran esa carrera. Sin embargo, lo que en realidad me gustaba era la Medicina; en particular, la genética, la cual he podido aplicar desde la ciencia agrícola.
«Desde entonces, solo he trabajado en el hoy Instituto de Investigaciones de Viandas Tropicales (Inivit), pues antes fue el Centro de Mejoramiento de Semillas Agámicas (Cemsa). El Inivit, te puedo decir con total transparencia, lo ha significado todo en mi vida, y a trabajar allí me he consagrado.
«Hoy, esta institución tiene un reconocido prestigio, no solo nacional, sino internacional. Estamos en la vanguardia del país en todo lo relacionado con los tubérculos tropicales y las raíces: la yuca, el plátano y la fruta bomba misma, pues la variedad Maradol se siembra no solo en Cuba, sino en México y otros países. También hemos transferido tecnología y conocimientos en la República Bolivariana de Venezuela, en Panamá, etcétera. En lo referente a los cultivos tropicales, el Inivit tiene su espacio bien ganado, mucho más ahora, cuando el cambio climático es una realidad que nos afecta.
«Allí contamos con el principal banco de germoplasmas de bananos y de aráceas (malanga Colocasia) de toda América, y en el caso de la yuca y el boniato, disponemos del tercer banco de germoplasmas del continente, detrás de Brasil y Colombia. Son recursos genéticos indispensables para la obtención de nuevas variedades».
—Usted ha tenido el privilegio de compartir con Fidel, con Raúl Castro y, ahora, con el presidente, Díaz-Canel; incluso, esta misma semana participó en un intercambio relacionado con el Programa de seguridad alimentaria y educación nutricional. ¿Pudiera referirse a la contribución de estas personalidades a la producción de alimentos desde la ciencia?
—Para mí, han sido tres grandes maestros. Fidel nos educó en apostar siempre por la ciencia y, sobre todo, por el futuro, pues veía los centros de investigación como el punto de partida para el desarrollo. Nos trasmitió confianza, a pesar de las condiciones adversas, y cada intercambio con el Comandante en Jefe nos llenaba de optimismo y ganas de hacer.
«El general de Ejército Raúl Castro nos enseñó que había que empeñarse en la producción de alimentos como un asunto de alta seguridad nacional, lo cual no siempre se entendió, y por esta causa hoy importamos anualmente más de 2000 millones de dólares en alimentos.
«También Díaz-Canel, incluso desde que era primer secretario en Villa Clara, nos ha pedido lo mismo, y que lo hagamos desde la ciencia y la innovación. Nos ha motivado a pensar de manera proactiva, para que llegue el programa de autoabastecimiento municipal hasta el consejo popular y al nivel de las entidades productivas y de servicios, lo cual resulta la única manera de garantizar la alimentación del pueblo.
«Convertir la mentalidad de consumidores a productores es el gran reto no logrado, pues nos falta integralidad».
—En su condición actual de candidato a diputado ha recorrido el municipio de Santo Domingo, donde fue propuesto, durante siete semanas consecutivas. ¿Qué le ha aportado ese intercambio directo con el pueblo dominicano en comunidades, barrios y poblados?
—Ha representado mucho para mí, nunca habíamos hecho lo de ahora. Antiguamente realizábamos un único recorrido, ¡y ya!; pero en estos intercambios con la población nos damos cuenta de que, como nos ha planteado nuestro presidente, hay que sistematizarlos.
«El verdadero éxito de esta estrategia de trabajo estará en el seguimiento, porque uno se percata de que existen limitaciones, pero también una gran falta de comunicación con el que está en la base. Debemos hacer un levantamiento de los problemas y determinar cuáles son endógenos y, en consecuencia, los pueda resolver la propia comunidad, y cuáles exógenos, que dependen del municipio, la provincia o el país, de acuerdo con su magnitud.
«Nos corresponde defender y apoyar el concepto fidelista de consejo popular, ya que constituye no solo una estructura del gobierno, sino que ahí, bajo su sombrilla, están las empresas y los organismos de la administración central del Estado.
«Estoy absolutamente convencido de que todo el mundo puede aportar a la producción de alimentos, desde cultivarlos directamente con sus trabajadores hasta ayudar a aliviarles los problemas a quienes lo hacen. A los que producen alimentos agrícolas se les debería poner una medalla de oro por los riesgos que corren. Debemos buscarles las soluciones posibles para que no tengan que salir del campo a ocuparse de asuntos que las empresas y organismos de su consejo popular pudieran ayudar a resolverles.
«Y lo más importante: nuestros campesinos tienen que sentirse atendidos, estimulados y reconocidos, algo que, por experiencia, no siempre se consigue».
—Finalmente, ¿qué mensaje daría el candidato a diputado Sergio Juan Rodríguez Morales en vísperas de las elecciones de este domingo?
—Confío mucho en el pueblo. Nuestro pueblo es muy revolucionario y muy instruido, como nos dice el general de Ejército, de manera que tiene todas las condiciones para valorar la importancia de estas elecciones. Quizás no podamos aspirar al 100 %, pero sí tendremos a la mayoría votando a favor de los candidatos que se están proponiendo, porque, al final, somos candidatos del pueblo.
«Salvar la Revolución es nuestro deber, y cuando nosotros hablamos de salvar la Revolución, nos referimos a salvar nuestra propia existencia, y eso, nuestra gente lo sabe valorar bien y lo demostrará en las urnas con el voto unido, con el voto por todos».