La heroicidad condujo al triunfo

Celebran en  Sagua la Grande el acto nacional en recordación al aniversario 65 de la Huelga General Revolucionaria del 9 de abril de 1958. 

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Narciso Fernández Ramí­rez
Narciso Fernández Ramí­rez
@narfernandez
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08 Abril 2023

«No fue el triunfo del pueblo un triunfo fácil. Muchas veces tuvo que sufrir nuestro pueblo la humillación de la derrota y la represión que siguió a cada una de aquellas derrotas».

Fidel Castro

(Ilutración: Linares)

La orden para iniciar la huelga general revolucionaria llegó por las emisoras de radio: «¡Atención, cubanos! ¡Atención, cubanos! Es el “26 de Julio” llamando a la huelga general revolucionaria. Hoy es el día de la libertad. El día de la huelga general revoluciona­ria. ¡Adelante, cubanos!».

Eran las 11:00 de la maña­na del miércoles 9 de abril de 1958, y ante el llamado radial cientos de jóvenes salieron a las calles vestidos con el uniforme verde olivo y el brazalete rojo y negro del M-26-7.

Hubo acciones en varias pro­vincias del país, y en cada lugar sobró heroísmo y valor; pero, fue en Las Villas donde los enfren­tamientos contra la dictadura de Fulgencio Batista tuvieron mayor fuerza, y dentro de todas las localidades, brilló Sagua la Grande, ocupada 24 horas por los revolucionarios en un gesto de bravura que todavía hoy, pasados 65 años de aquellos hechos, causa admiración y asombro.

También se vistieron de glo­ria hijos de Santa Clara, Corrali­llo, Rancho Veloz y Ranchuelo, y en cada uno de esos lugares hubo sangre derramada. Sangre que sirvió de abono a la libertad que llegaría apenas ocho meses después, pues, si bien no condujo a la victoria, contribuyó a acele­rar el triunfo revolucionario del 1.o de enero de 1959.

Horas antes, el 8 de abril, tropas del M-26-7 con Víctor Bordón al frente, habían ata­cado el cuartel de la Guardia Rural de Quemado de Güines, preámbulo de lo que acontece­ría al siguiente día.

El estallido de un petardo en los transformadores de la antigua fundición McFarlane —hoy, 9 de Abril— marcó el inicio de las acciones combativas en la Villa del Undoso.

De inmediato, los jóvenes sagüeros atacaron varios pun­tos de la ciudad. Los revolucionarios se hicieron fuertes en el edificio del Sagrado Corazón de Jesús y, durante todo el día 9, rechazan las maniobras de la dictadura. Contaron con el apoyo entu­siasta del pueblo, que salió a las calles tirando piedras, botellas y bloqueando las avenidas para impedir el avance de las fuerzas batistianas.

El 10, ante el fracaso de la huelga a nivel nacional, los revo­lucionarios se retiran hacia Mon­te Lucas, donde fueron atacados y masacrados por la aviación y los soldados del tirano.

La heroicidad la pagaron a un alto precio; pero, tal y como afirmara Fidel, «(...) no hay duda de ninguna clase de que en la historia de nuestra Revolución aquel día la ciudad de Sagua escribió una página imborrable de heroísmo».

En Santa Clara, el corazón del levantamiento latió en el Conda­do. Salieron de la panadería San­ta Teresa, situada en la calle San Miguel, entre San Pedro y Tos­cano, y en la Carretera Central, esquina a la calle San Miguel, los huelguistas prendieron fuego a la estación de gasolina.

Entre las calles Virtudes y Pas­tora quedaron sitiados varios de esos intrépidos revolucionarios. Durante dos horas y media re­chazaron el asedio de las fuerzas represivas, y en frontal y desigual combate mueren tres valientes jó­venes del Movimiento 26 de Julio. Con posterioridad, el ejército y la policía asesinan a otros cinco santaclareños.

También hubo acciones en Ranchuelo, con la pér­dida fatal de tres revolucio­narios que fueron sorpren­didos en la finca El Tocino, donde se habían alzado en apoyo a la huelga.

Mientras, en Corralillo, el 10 de abril, fue sorprendido un comando del M-26-7 en la finca Santa Elvira, mien­tras marchaba a la toma del cuartel de Rancho Veloz, ocasionándole 11 muertes las huestes de Batista.

El 11 de abril fue encon­trado en una cuneta del Circuito Norte el cadáver de otro villareño, natural de Motembo, quien había for­mado parte de las acciones. A la vez, en la capital de la República caía asesinado, a manos de los esbirros, el caibarienense Marcelo Sala­do Lastra, segundo jefe del M-26-7 en La Habana.

Duro fue el revés. Se cometieron errores de apreciación que costaron valiosas vidas. No obstante, la Huelga General Revolu­cionaria del 9 de abril de 1958, como el 26 de julio de 1953, el 30 de noviembre y 2 de diciembre de 1956, y el 13 de marzo y el 5 de sep­tiembre de 1957, se incluye entre los acontecimientos que cimentaron con gloria el camino de nuestra libera­ción nacional.

Hoy se rememorarán esos hechos que contribu­yeron a acelerar la caída del tirano. Escuelas, centros de trabajo, fábricas e institucio­nes llevan los nombres de los caídos en aquella gesta del 9 de abril de 1958.

Ninguno está olvidado; ni siquiera aquel del cual nun­ca pudo saberse su nombre y pasó a la posteridad como «El Desconocido», quien también tiene su sitio en el altar sagrado de los mártires de la Patria.

Fidel, al inaugurar el hospital 9 de Abril, de Sagua la Grande, a diez años de los hechos, expresó en toda su mag­nitud el simbolismo de aquella acción al afirmar: «Y la historia de un país se escribe así: dando la sangre ayer, dando el sudor hoy; y si nuevamente hubiese que dar la sangre para defender el fruto del sudor, ¡dar la sangre y dar siempre la sangre y dar siempre el sudor!».

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