Habrá desfile; quizás, no como en años anteriores, y en una fecha no habitual, pero habrá desfile del 1.o de Mayo este viernes 5. No serán esas concentraciones masivas de antaño, porque la actual situación del país no lo posibilita, sin embargo, en cada lugar los trabajadores cubanos celebrarán su día con alegría, entusiasmo y muestras de adhesión y compromiso con la Revolución.
El festejo proletario tendrá como epicentro la Plaza Ernesto Che Guevara, de Santa Clara, donde se espera que unos 80 000 santaclareños acudan agrupados en sus respectivos sindicatos para marchar unidos y dispuestos a reclamar, entre tantas cosas, el fin del injusto bloqueo que tanto lacera la economía del país y a sus familias.
Pero, antes se celebraron en Villa Clara 32 desfiles en igual cantidad de poblados; cada uno, como solicitó la dirección de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), mediante su secretario general, Ulises Guilarte de Nacimiento, con la máxima racionalidad en la utilización del combustible, sin que ello atentase contra el espíritu de la fecha.
Con las concentraciones obreras en los restantes 12 municipios de la provincia, no pasará por alto la efeméride y se rendirá tributo a los Mártires de Chicago, esos obreros norteamericanos que fueron ahorcados por reclamar sus derechos y en cuya memoria se conmemoran, desde 1890, los actos del 1.o de Mayo.
Cuba, siendo todavía colonia de España, estuvo entre las primeras naciones del mundo en hacerlo, y de entonces acá se ha convertido en una tradición que nos enorgullece.
Después del 1.o de enero de 1959, Fidel, ese gran maestro y formador de conciencias, utilizó la fecha para adoptar decisiones estratégicas para el país o para dar a conocer cuestiones vitales para los cubanos.
En 1966, dedicó parte de su discurso a romper rezagos y prejuicios machistas acerca de la incorporación de la mujer al trabajo: «Si algo llama realmente la atención en estos desfiles de los primeros de mayo, y muy en especial en este primero de mayo, es ver ese proceso de incorporación de la mujer al trabajo».
Luego, el 1.o de mayo de 1980, ante la hostilidad de la administración norteamericana del presidente Ronald Reagan, dio a conocer la creación de las Milicias de Tropas Territoriales «como una fuerza más, que estarán integradas por hombres y mujeres, obreros, campesinos, estudiantes, todo el que sea capaz de combatir, para organizarlas y articularlas, a fin de que puedan defender cada pedazo del territorio nacional».
Sin embargo, el desfile del 1.o de mayo del 2000 ha sido uno de los más significativos y recordados, pues el Comandante en Jefe aprovechó la fiesta proletaria de ese año para exponer el concepto de Revolución, ese que caló hondo entre nosotros, por su valor ideológico y estratégico, aunque no siempre haya sido bien empleado y mucho menos aplicado; de ahí la necesidad de retornar a él, cuando la situación actual patentiza, como nunca antes, la necesidad de asumirlo como credo.
Entonces conceptualizó Fidel: «Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo».
Cada idea resulta de una ética formidable. Bien aplicado, nos permite sortear dificultades y trabas. Hoy, a partir de sus postulados, tenemos que vencer las dificultades emancipándonos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos, lo que el actual primer secretario del Partido y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, ha denominado «resistencia creativa».
En tanto, seguimos desafiando, cual David contra Goliat, esas poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional, que, como entonces, continúan presentes en el mundo real; pero también, en ascenso vertiginoso, se encuentran latentes en el mundo no tan virtual de las redes sociales, donde la guerra de pensamiento que se nos hace, parafraseando a Martí, es tan grande que a pensamiento debemos ganarla.
Hemos vivido jornadas de mucha tensión. La situación agobiante del combustible ha condicionado contratiempos enormes, por lo que ha sido preciso adoptar decisiones en los diversos ámbitos de la vida, para evitar la parálisis del país. Ninguna se tomó con ligereza; no han sido fáciles, pero sí necesarias, bajo la premisa de no interrumpir servicios vitales a la población, aun cuando el costo para la contraída economía resulta muy alto.
Algunos han querido culpar al gobierno de cuanto ha sucedido y crear la matriz de opinión de que se ha caído en un estado de ingobernabilidad. Nada más alejado de la realidad; cada día se ha ofrecido la explicación necesaria, así como las medidas locales para contrarrestar las molestias e inconvenientes que ha acarreado la limitación de los servicios de transportación pública y privada, las decisiones de no entrada de estudiantes en importantes centros educacionales internos ─como nuestras dos grandes universidades, la Ciudad Escolar Ernesto Guevara y otras instituciones similares─, y las alternativas para no detener el proceso docente-educativo.
Sí, fue necesario interrumpir el abastecimiento de gas licuado a la población, cuando no hubo disponibilidad. También se han incrementado los molestos apagones, pero no se han detenido los servicios de hemodiálisis, ambulancias y el transporte funerario. Nada de eso es fruto de la casualidad, sino resultado de decisiones adoptadas por el Gobierno Provincial y los respectivos gobiernos municipales, y de una filosofía socialista de preservar los servicios esenciales para la población, bajo las más adversas circunstancias, como las de ahora atraviesa el país.
Por eso, los desfiles se ajustan a esas realidades. Tal y como solicitara Díaz-Canel, debemos ser coherentes ante las dificultades con el combustible, pero «los podemos hacer de diferentes maneras, como actos de concentración, a nivel de barrio, en comunidades, acudir a lugares donde podemos concentrarnos para desfilar. Cada provincia hará su propio diseño, lo que sí debemos es realizarlo en todo el país a la vez».
Villa Clara desfilará este 5 de mayo. En la Plaza del Che empezará a las 7:00 de la mañana con una alocución de la secretaria general de la CTC en la provincia, Maglin del Sol Martínez, y lo encabezará el bloque del Sindicato de Civiles de la Defensa; cierra el de Comercio, Gastronomía y los Servicios, donde jóvenes de los cuatro centros vanguardias nacionales de dicho sindicato ─los complejos recreativos Somos Jóvenes, Los Pinos, el Gobernador y Vista Hermosa─ le darán el mayor colorido posible.
Esta es una cita emancipadora, dijo Díaz-Canel en Santa Clara: «Llenaremos nuestras plazas el Primero de Mayo, las llenaremos», reclamó el mandatario cubano, y los villaclareños cumpliremos.
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