La escuela admirada de Zadys

Próximo al Día Internacional de la Enfermería (12 de Mayo), las vivencias de quien ejerce como jefa del departamento de docencia de la carrera de Enfermería en la Universidad Médica de Villa Clara.

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Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
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11 Mayo 2023

Cuando Zadys Quintana Pérez asumió en 2015 la jefatura del departamento de docencia de la carrera de Enfermería en la Universidad Médica villaclareña (UCM), abría un nuevo perfil en su trayectoria profesional. Era un cambio radical, y hoy lo considera una especie de escuela cuyas principales «asignaturas» la llenan de virtud y también de utilidad humanitaria.

Entonces repasa su vida . Se graduó de la profesión en 1995 y fue ubicada en el hospital militar Manuel Fajardo Rivero, de Santa Clara, siendo su primera experiencia laboral.

La sala de Medicina de la institución resultó su escenario inicial. Todavía la dibuja en su mente en una etapa en la que, según confiesa, se vio obligada a crecerse. Por un lado, pacientes que, por su estado, reclamaban continua observación y procederes, y por el otro, golpes y lamentables pérdidas. 

«Esos desenlaces te acompañan, y te preguntas mil veces el porqué.  Estaba recién graduada, todos los trabajadores adquiríamos experiencias, y poco a poco delineamos el camino de lo que somos ahora».

El tiempo pasó. Para ella resultó inolvidable aquel día en que realizó su examen de oposición, pues tenía la posibilidad de ingresar como docente en la UCM. Los resultados se inclinaron a su favor y, desde 1998, llegó al edificio que acoge la disciplina, considerada la segunda que totaliza mayor número de matrícula en la Alma Mater médica del territorio.

Junto a su consejo directivo ultima los detalles de la ubicación de los alumnos, desde un departamento que garantiza la sostenibilidad de los servicios de Salud de la provincia, fundamentalmente, en los hospitales provinciales.  (Foto: Ricardo R. González)

—Considera que ha sido una escuela, pero ¿cuáles son los argumentos?

—Sin dudas, desplegar la metodología en la formación estudiantil desde el punto de vista académico, sin menospreciar la heterogeneidad de los alumnos y sus problemáticas, a fin de lograr en ellos el profesional que exige el sistema de Salud.

«Hay que ser estrictos, pero a la vez humanos, porque te conviertes en madre, en amiga, en confidente, por lo que debemos compensar cada detalle en la balanza de la vida para no resultar injustos.

«Jamás podrás olvidar la formación de valores ni tampoco las particularidades y problemáticas de cada alumno, con vistas a no romper sus propios sueños, metas y anhelos personales y familiares. Es para mí y para mi colectivo de profesores un empeño a lograr».

Zadys Quintana está consciente de que trabajar con jóvenes resulta complejo, sobre todo, en una carrera donde la imagen social y las percepciones exigen que cada día se haga algo para mejorarla, y lograr que sean profesionales dotados de humanismo y amor a la profesión.

La llegada de la COVID-19 constituyó una prueba de fuego. Las aulas se silenciaron y faltaban en los pasillos la alegría contagiosa y la risa espontánea; sin embargo, la jefa de la docencia en la Enfermería apreció cómo sus alumnos se crecieron, y al respecto habla con satisfacción.

«Ellos ayudaron al prójimo, no hubo excusas ni pretextos, pero sí mucha voluntad, aun a sabiendas del peligro que acechaba, tanto en el plano de los profesores como en los estudiantes. Fueron enfermeros asistenciales de tres hospitales de campaña creados en nuestra universidad, pero hay que sumar la valía en las acciones de pesquisa realizadas en los 13 municipios de Villa Clara».

Todo lo vivido la lleva a corroborar que de cada situación adversa se convierte en enseñanza, y demostró que, a pesar de los vientos y mareas, el colectivo de profesores, trabajadores y estudiantes escribió un capítulo memorable.

Próximo ya al domingo, Día de las Madres, Zadys Quintana tiene múltiples satisfacciones. Una de ellas, la de resultar una madre para los tantos alumnos que han pasado por sus aulas y a los que, en determinado momento, ha tenido que «leer la cartilla» para hacerlos mejores; la otra, la de disfrutar del cariño de sus dos hijos, que tan feliz la hacen.

«El mayor ya cursa el tercer año de Medicina, estuvo vinculado a la atención médica durante la pandemia en el Hospital Militar mientras cumplía el Servicio, y al término se incorporó a los hospitales de campaña e inauguró, junto con otros alumnos, un centro de preparaciones diversas como alternativas ante la falta de recursos, al tiempo que ofrecieron vitalidad a los centros asistenciales en lo referido a la desinfección. Hoy es alumno ayudante de Neurología; mi otro niño cursa el duodécimo grado y está inmerso en la selección de su horizonte futuro».

Así es esta mujer que no escapa tampoco de las complejas situaciones de la Cuba actual y de sus preocupaciones, pero tiene el aliciente de contribuir a la vida desde esa escuela que insiste en formar profesionales integrales, envueltos entre el amor y la vocación.

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