Ariandi González González tiene 29 años y el mar y sus encantos forman parte de su vida. Trabajaba en el Centro de Investigaciones Costeras de Cayo Coco, pero ya necesitaba la cercanía a su lugar de residencia en el poblado placeteño de Báez.
Hace apenas dos meses el Centro de Estudios y Servicios Ambientales (Cesam) de Villa Clara le abrió sus puertas, y lo que nunca imaginó es verse involucrado en los trámites de un pasaporte para su primera experiencia internacional hacia Ciudad de México.
Allí asistió a un taller y congreso dedicado al intercambio de experiencias sobre la pesca recreativa, en él participaron investigadores de Estados Unidos, Cuba y el país anfitrión.
Ariandi precisa que uno de los objetivos era propiciar la integración en el área a base de experiencias y apreciar cómo funciona en los diferentes países.
«Se trabajó por romper las barreras idiomáticas, porque el lenguaje común dejó marcado todo lo que podíamos hacer por el bienestar de lo que constituye también una especie de arte, pero que dispone de reglamentos a cumplimentar con sus objetivos y prohibiciones, pues no todas las especies pueden ser capturadas».
El villaclareño constató que el grupo tiene como plataforma la integración como caudal de conocimientos, a partir de lo que ocurre en Latinoamérica y el gran Caribe.
«Al término del taller y del Congreso emanó el acuerdo de conformar una red de pesquería que agrupe a los países de la zona. Es algo que está en embrión; sin embargo, consolidará el camino para pensar como región y no con una mirada de alguna nacionalidad en específico».
Dicha red es dirigida por científicos argentinos que mantienen interacción con su homóloga europea. Por su seriedad ha ganado un aval y puede constituir una guía a la que se añadan otros objetivos propios.
Para este «cesamero», como se identifican a quienes integran el colectivo del Cesam, la participación foránea devino vivencia extraordinaria. «Los extranjeros se nutrieron de las experiencias cubanas y nosotros de las del resto de los participantes. Cuba tiene talento, profesionales capaces, y las pesquerías necesitan mayor organización. Por suerte ya contamos con la Ley de Pesca, que se convierte en uno de los retos a enfrentar y sería importante incorporarla a nuestros códigos con fundamentos propios, sin descartar lo que ocurre en Latinoamérica y el gran Caribe».