«Enamorada de lo que hago y echando pa'lante»

Su día comienza mucho antes de que el gallo del patio emita su primera nota, de lo contrario no le alcanza el tiempo para tocar con las manos cada una de las tareas planificadas. En períodos de zafra es la primera en llegar al campo, cuando aún no ha iniciado el corte, y no se retira hasta que el último de sus cooperativistas deje a un lado el plantón de caña. Solo así está a gusto entre los trabajadores.

Nadie mejor que Yamilet Báez Fernández para saberse de memoria cada guardarraya por donde avanza, muchas veces cuando el sol no ha aparecido todavía en el horizonte; no importa si anda sobre el lomo de un caballo, en un tractor o en cualquier otro medio que la traslade. Para ella lo significativamente útil es la entrega para asumir cada una de las responsabilidades como presidenta de la CPA Bernardo Díaz Guerra ubicada en el municipio Cifuentes.

—¿Cómo fueron sus primeros años al frente de la CPA?

—Cuando comencé en el año 2012 la cooperativa estaba a punto de disolverse porque no tenía economía para subsistir, había solo monte, sin nada de producción. Entonces nosotros mismos nos dimos a la tarea de pagar todas las deudas que tenía la CPA para lograr que siguiera adelante. Admito que no fue nada fácil porque nos apoyamos en el trabajo voluntario y me costó mucho convencer a los asociados acerca de los beneficios colectivos que obtendríamos si trabajábamos bien y lográbamos salir adelante.

—¿Qué logros individuales y colectivos ha obtenido?

—En 2014 pasamos de agropecuarios a cañeros, y comenzamos la siembra de caña de las mejores variedades y a ocuparnos seriamente de las atenciones culturales que hay que prestarle a ese cultivo, la resiembra, la aplicación de Fitomax, EnerPlant y otros productos orgánicos. Se reestructuraron las patrullas campesinas que no le dieron tregua al daño en las plantaciones y las medidas fueron rigurosas con los implicados. A partir de 2016 comenzamos a tener resultados porque conseguimos producir más de 60 toneladas por hectárea y Azcuba nos otorgó el Trofeo de Plata, desde el 2018 hemos recibido el Trofeo de Oro, que es la condecoración más alta.

—¿Cuál es la clave del éxito en la producción de la CPA?

—La clave del éxito consiste en que trabajamos con sentido de pertenencia. Hacemos lo necesario para mantener la estabilidad financiera de la unidad, lograr un mejor aprovechamiento de la jornada laboral con disciplina y predicando siempre con el ejemplo. Nos aseguramos de trabajar como se debe, sin dejar las cosas para después. Somos muy rigurosos y autoexigentes, eso es clave para alcanzar buenos resultados.

—¿Qué papel juega la cooperativa en la comunidad?

—El papel de la cooperativa es fundamental porque constituye el centro de este asentamiento. Nosotros atendemos el consultorio médico, la escuela rural, el círculo social, la bodega y estamos al tanto de todos los problemas sociales que hay en la comunidad; a cada caso social la cooperativa le da solución. También nos ocupamos de la alimentación de sus 719 habitantes, garantizamos al menos el 50 % de lo que comen.

—¿Cómo logra el equilibrio entre la producción cañera y la agropecuaria?

—En la CPA como tal trabajamos la caña, pero estamos diversificados. Dividimos nuestro tiempo: en la mañana la caña y en la tarde los cultivos varios. Atendemos alrededor de 60 hectáreas de estos diversos cultivos y 689 hectáreas de caña, damos prioridad en dependencia de la época.

—¿Cuál es el salario mínimo de los trabajadores y cómo los incentiva material y moralmente?

—El salario mínimo de mis campesinos es $7500 y tenemos un sistema en la cooperativa, satisfacemos el 95 % de las necesidades de los asociados. Además de abastecerlos de insumos para su alimentación, construimos y reparamos las viviendas, compramos ventiladores, televisores o cualquier electrodoméstico que necesiten con la divisa que obtenemos de la caña. Ofertamos viajes a la playa y los campismos, al cooperativista se le pagan todos los gastos para que cada uno tenga los mismos beneficios; planificamos actividades mensuales y también en cada fecha importante donde participan los cooperativistas en su totalidad. Velamos por su recreación sana y tratamos que tengan más o menos el mismo nivel de vida.

—¿Qué expectativas tiene a corto y largo plazo?

—A corto plazo queremos completar las 770 hectáreas de caña y cubrir el área vacía que tenemos, lograr dos caballerías de cada uno de los cultivos, plátano, yuca y boniato; tenemos una caballería de cada uno pero no es suficiente porque queremos abastecer la comunidad, el hogar de ancianos, el hogar materno y al pueblo.

«A largo plazo estamos insertados en un programa muy ambicioso que incluye electrificar y poner agua a las 60 hectáreas que queremos poner bajo riego; instalar una mini industria en la CPA. Ese proyecto ya está aprobado con un costo $120 000».

—¿Cuál es su mayor orgullo como presidenta de la CPA?

—Mi mayor orgullo es saber que los cooperativistas ven en mí a alguien capaz de resolver todos sus problemas, cualquiera que sea, saben que si me lo cuentan se va a resolver. Esa confianza es lo que hace que yo siga aquí enamorada de lo que hago y echando pa'lante.