«El dibujo es el medio en el que el niño refleja cómo piensa, interpreta y representa algo. Muestra sentimientos y vivencias que no saben o no se atreven a expresar de otra forma», precisa la Dra. Lucía Alba Pérez. (Foto: Cortesía de la entrevistada)
Ricardo R. González
@riciber91
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13 Septiembre 2023
13 Septiembre 2023
hace 1 año
Parece algo insignificante; sin embargo, para los expertos en Psicología los trazos realizados por la infancia, a través de sus dibujos, constituyen una fuente principal en el reflejo de emociones, sentimientos y estados de ánimo.
De ello está consciente la Dra. Sc. Lucía Alba Pérez, graduada de la especialidad en 1969 y quien ha dedicado gran parte de su vida al estudio e investigaciones del universo infanto-juvenil y la adolescencia.
Esta vasta experiencia la lleva a afirmar que el trazo de los infantes o de cualquier individuo dice mucho, no resulta mero juego ni tampoco constituyen rasgos sin significado, más bien son claves de acceso al interior del niño y manifiesta la vivencia de quien lo ejecuta, al tiempo que pudiera utilizarse como método de diagnóstico.
«Los trazos expresan lo que se siente. En nuestro desempeño profesional le pedimos a los infantes que hagan un dibujo libre y ello enuncia muchos detalles, en otras ocasiones sugerimos que nos pinten a su familia, y ocurre algo interesante porque existen algunos que esquivan la propia para reflejar otras que conocen», argumenta la Dra. Alba Pérez.
Expresiones de los diferentes trazos
Cuando el niño dibuja expresa las experiencias que ha vivido o le han transmitido, lo que permite comprender su desarrollo.
— De acuerdo con estudios especializados un trazo firme implica control, seguridad, autoconfianza y asertividad.
— Uno demasiado suave, casi imperceptible, denota inseguridad, falta de confianza, baja autoestima.
— Trazados fuertes representan agresividad y descarga en el ambiente.
— Las líneas circulares y curvas encarnan la emotividad y la dependencia.
En ello se aprecian los contrastes. «Unas veces el pequeño se coloca al lado de su mamá, mientras que el padre aparece más alejado porque no vive con él, pero hay casos en que comparten el hogar y lo excluyen, en otras plasman a la familia y el niño no aparece. Al indagar acuden a la evasiva porque en estos casos pudieran sentirse rechazados».
Es evidente que en los primeros años de vida, cuando apenas existe la comunicación de otra manera, el dibujo se convierte en una necesidad de expresión al resultar los infantes incapaces de manifestar sus sentimientos o emociones a través de la oralidad, en tanto, poco a poco, se va logrando un lenguaje verbal que encuentra su antecedente en los dibujos.
«En este sentido apreciamos cómo el niño, a medida que su desarrollo gráfico avanza, lo complementa con explicaciones verbales o viceversa».
No olvidemos que resulta el medio por el que se plasman fantasías sobre el papel, al tiempo que estimula la creatividad, la comunicación, la sensibilidad o su capacidad de expresión.
En otro orden muchos padres acuden a lo material para «suplir» las necesidades afectivas y constituye un error. «En ello también influye la llamada competencia social al dotar al niño o la niña de objetos, regalos, tablets o móviles para que sobresalgan como poseedores de las cosas más bonitas y por encima del resto. Ello complica la situación debido a que siguen el mal ritmo de los adultos en la modernidad y acarrea mayores problemáticas al recurrir a la complacencia del menor que a veces lo más deseado es que se le alimente el alma».
Por todo ello la Dra. Sc. Lucía Alba Pérez ratifica que lejos de considerarse el dibujo como algo banal se demuestra su trascendencia en el correcto desarrollo integral de las personas, y queda claro que constituye el medio en el que el menor refleja cómo piensa, interpreta y representa algo.