Frente Las Villas: unir sigue siendo la palabra de orden
El lunes 16, los hijos de Villa Clara volverán al encuentro de esos héroes y lo harán convencidos de que, como nos enseñó José Martí, de amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias nuevas.
«Unir es la palabra de orden: juntos estamos dispuestos a vencer o morir». Pacto del Pedrero, 1.o de diciembre de 1958.
La tarea asignada por Fidel a ambos comandantes era bien difícil. Tan difícil que, pasados 65 años, la proeza está impregnada en el corazón de los cubanos, que recuerdan con emoción y orgullo la gloriosa invasión del año 1958, último de la tiranía batistiana en el poder.
Camilo Cienfuegos debía llegar hasta Pinar del Río, en el extremo más occidental de Cuba, en reedición de la invasión de 1895; de ahí que su columna invasora llevara el nombre de Antonio Maceo, el Titán de Bronce.
Por su parte, el Che tenía la responsabilidad de avanzar hasta Las Villas, el centro de la isla y nudo de comunicaciones entre el oriente y la porción occidental del país.
En su orden del 21 de agosto de 1958, Fidel le había definido al comandante Ernesto Guevara de la Serna los propósitos primordiales que debía cumplir a su llegada a Las Villas. Uno, político; el otro, estrictamente militar, pero ambos de extrema importancia.
Para el nacido en Argentina era la tarea de mayor envergadura encomendada hasta entonces. Desde el punto de vista político, de acuerdo con la orden del Comandante en Jefe, debía «coordinar operaciones, planes, disposiciones administrativas y de organización militar con otras fuerzas revolucionarias que operen en esa provincia, las que deberán ser invitadas a integrar un solo cuerpo de ejército para vertebrar y unificar el esfuerzo militar de la revolución».
En tanto, en lo militar, la Columna 8 Ciro Redondo, nombre del asaltante al Moncada y expedicionario del Granma caído en el combate de Mar Verde, tenía como objetivo estratégico «(…) batir incesantemente al enemigo en el territorio central de Cuba, e interceptar hasta su total paralización los movimientos de tropas enemigas por tierra desde Occidente a Oriente».
La Columna Invasora del Che partió del Jíbaro, el 31 de agosto de 1958, y durante 50 días recorrió unos 677 kilómetros en duras marchas, burlando cercos, sorteando emboscadas y pasando hambre hasta llegar al Escambray, el refugio montañoso villareño, que les recordaba tanto a la oriental cordillera de la Sierra Maestra.
Fue exactamente el 16 de octubre de 1958 cuando el Che y su extenuada tropa arribaron a la más central de las provincias cubanas y establecieron allí su primer campamento guerrillero.
El propio comandante Guevara describió ese instante épico: «(…) Cuando la situación era más tensa, cuando ya solamente el imperio del insulto, de ruegos, de exabruptos de todo tipo podía hacer caminar a la gente exhausta, una sola visión en lontananza animó sus rostros e infundió nuevo espíritu a la guerrilla. Esa visión fue una mancha azul hacia el occidente, la mancha azul del macizo montañoso de Las Villas».
Mientras, el hoy comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, su segundo al mando, calificó ese momento «como un conmutador eléctrico que encendiera la luz».
Ese propio día 16 quedaba constituido el Frente de Las Villas e iniciaba el Che la proeza político-militar de aglutinar bajo su mando las distintas fuerzas que operaban en el territorio; luego, bajaría impetuoso hacia el llano en una ofensiva relámpago que culminaría con la histórica Batalla de Santa Clara y el triunfo revolucionario del 1.o de enero de 1959.
Nada le resultó fácil. Había mucha división, resquemores y rencillas. Con el Directorio Revolucionario (DR) 13 de Marzo —una de las tres fuerzas beligerantes, las otras dos eran los hombres del II Frente del Escambray y una guerrilla del M-26-7— hubo un total entendimiento, patentizado con la firma del Pacto del Pedrero, el 1.o de diciembre de 1958.
Con la gente de Eloy Gutiérrez Menoyo, del II Frente Nacional del Escambray, como se autodenominaron, no hubo posibilidades de alcanzar la tan necesaria unidad, a pesar de los intentos del Che por lograrla en aras de cumplir la orden dada por Fidel.
El comandante Faure Chomón, al frente del DR-13 Marzo, recordaría años después que el guerrillero argentino-cubano, convencido de lo improbable de un acuerdo unitario, llegó a considerar la posibilidad de enjuiciar al grupo de Menoyo como traidores y cuatreros, y ejercer una acción enérgica sobre ellos, antes de iniciar la ofensiva rebelde; pero «consideramos que ello atrasaría la ofensiva sobre el ejército de Batista».
En tanto, siempre hubo estrecha colaboración con las fuerzas del M-26-7 que dirigía el quemadense Víctor Bordón Machado, quien aceptó con humildad y responsabilidad histórica que el Che le rebajara los grados de comandante, para luego, a fuerza de valentía y coraje, volvérselos a ganar en combates ulteriores.
El 26 de octubre de 1958, el primer cuartel de la tiranía en Güinía de Miranda cayó en manos guerrilleras. A partir de ese momento, la ofensiva rebelde hacia el llano se volvió imparable. Esta victoria fue una verdadera muestra de la genialidad política y militar del Che Guevara, así como de su capacidad de liderazgo y compromiso con la causa revolucionaria.
Hace 65 años fue creado el Frente de Las Villas. La historia escrita por sus combatientes no está olvidada. Las proezas de aquellos meses finales de 1958 siguen siendo recordadas y admiradas. La habilidad estratégica del Che y su sentido del deber hacia la liberación de Cuba fueron determinantes para unificar y fortalecer a las fuerzas revolucionarias en esa región.
Evocar aquellos hechos heroicos es deber de cada cubano. Desde 1976, Las Villas se vio multiplicada en tres provincias. Y a los villaclareños les tocó el inmenso honor de homenajear con resultados el lugar donde reposan los restos del Che y de muchos de aquellos hombres y mujeres que formaron parte de esa gloriosa historia, quienes descansan en el Mausoleo Frente Las Villas, inaugurado por el líder la Revolución cubana, el general de Ejército Raúl Castro Ruz, el 7 de octubre de 2009.
El lunes 16, los hijos de Villa Clara volverán al encuentro de esos héroes y lo harán convencidos de que, como nos enseñó José Martí, de amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias nuevas