«En el colectivo de Meteorología he encontrado la prolongación de mi familia», asegura Félix Santos Fernández. (Foto: Ricardo R. González)
Ricardo R. González
@riciber91
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01 Noviembre 2023
01 Noviembre 2023
hace 1 año
—I—
Es el típico jaranero, un cubano chistoso que ha logrado sus objetivos «no por ser bonito ni feo», confiesa, sino por agradar a la gente como algo innato y sin fórmulas.
Considera que no tiene enemigos y le satisface ser conocido por alguien dondequiera que llega, y aunque algunos dicen que es mejor no buscarle las cosquillas, todos coinciden en destacar su excelencia para ayudar a las personas, con un total desprendimiento, aunque después necesite lo donado.
Así es Félix Santos Fernández, quien llegó a su Santa Clara hace 67 años y desde ese tiempo «comencé a caminar», según declara.
Terminó sus estudios y a fines de los 70 inició labores en la UJC provincial, hasta que un día de 1979 cruzó el Atlántico y llegó a la entonces Checoslovaquia, donde permaneció cuatro años aprendiendo técnicas textiles.
—II—
Corrió el tiempo. De nuevo en Cuba debía ejercitar lo aprendido. Llevar la teoría a la práctica, El combinado textil Desembarco del Granma le abrió las puertas y durante 14 años fue montador de tejidos. Luego, por cuatro años, fungió como administrador del combinado de servicios que existía en las calles Marta Abreu y y Juan Bruno Zayas), hasta que en 1996 le propusieron ocupar una plaza de mantenimiento en el Citma.
«Servicitma constituyó mi primera incursión en la esfera de la ciencia, y al cabo de cuatro o cinco años entré en el mundo de la meteorología. Desde entonces asumo funciones de administrador del Centro Meteorológico Provincial.
—III—
Entre sus responsabilidades: la atención al transporte, las compras de los materiales e insumos necesarios para la labor colectiva, y hasta funciones de energético, entre otras facetas.
«Al cumplir la edad requerida solicité la jubilación»; sin embargo, al parecer la huella de Félix se extrañaba y fue recontratado.
Volvió a subir los largos escalones del edificio y no vive al margen de los rompecabezas en los momentos actuales. Para él, los más complejos encuentran su talón de Aquiles en las computadoras, por su obsolescencia para asumir el trabajo. «Muchas han caducado y poco a poco tratamos de solucionar las problemáticas con el apoyo de las mipymes».
«Mi opinión de este colectivo puede resumirse en la gran familia que somos. ¿Quieres mayor dicha que esa?».
—IV—
De un lado, el trabajador; del otro, el Félix. Tiene dos hijos, un varón y una hembra, que le han dado tres nietos. «Uno vive en La Habana y los otros dos conviven conmigo.
Y no pueden faltar las referencias a Margarita González, la zulueteña que cuando Félix estuvo trabajando en la UJC le flechó el corazón.
«Por entonces se constituyó un batallón vinculado a la agricultura en el corte de caña, en zonas del central Chiquitico Fabregat, y con las meriendas apareció la doncella, y ya sumamos 37 años de casados».
Reconoce que les ha ido muy bien, salvo detalles normales presentes en los matrimonios, «pero en eso de las fechas sólo recuerdo los años que tengo».
Parece que las responsabilidades de administración penetran en casa, porque Margarita ejerce idénticas funciones en el Centro de Información y Gestión Tecnológica (Ciget), y se ayudan mutuamente.
—V—
Félix Santos anda por las calles santaclareñas en su motor, ese que le hizo pasar un susto junto a una compañera de trabajo, debido a un imprudente que violó las señales del tránsito.
Pero ni circunstancias similares responde con la de violencia. «Cuando tenía 12 años sí me fajaba, pero después mis puños se guardaron hasta los días de hoy.
Esta resulta una estampa del santaclareño bonachón, de un Félix que le pide a la vida mucha salud «y que siga bombeando el corazón para que alimente mi espíritu»..