En el Inivit, explicándole al teólogo brasileño Frei Betto, representante de la FAO en Cuba, las bondades de la yuca, llamada a convertirse en uno de los alimentos más preciados del planeta en este siglo XXI. (Foto: Carlos Rodríguez Torres)
Narciso Fernández Ramírez
@narfernandez
338
29 Noviembre 2023
29 Noviembre 2023
hace 11 meses
Sergio Juan Rodríguez Morales había nacido en Guayos, el 27 de marzo de 1948, y con su deceso se pierde al investigador y hombre de ciencia que más hizo por el extensionismo agrícola en Cuba.
Se le daba un hasta siempre al miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba e investigador titular del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma).
Al director, desde 1991, del Instituto de Investigaciones de Viandas Tropicales (INIVIT) del Ministerio de la Agricultura, en Santo Domingo, lugar que convirtió en referente internacional y en su segunda casa.
Se despedía al miembro del Consejo de Estado en la Séptima Legislatura, (2009), al diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular por el municipio Santo Domingo, provincia de Villa Clara, ratificado el 18 de abril de 2018 para la IX Legislatura y recientemente para la X Legislatura, y al jefe del Grupo Nacional de Viandas desde el año 2001.
También se le daban los merecidos honores al Doctor Honoris Causa de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas y al Héroe del Trabajo de la República de Cuba.
Pero, por sobre todos esos méritos, se le decía adiós al guajiro que siempre tuvo los zapatos embarrados de fango, como un día le dijera el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, entonces primer secretario del Partido en Villa Clara, y al hombre de ciencia que, quizás, mejor entendiera el reclamo del general de Ejército Raúl Castro de que la producción de alimentos constituía un asunto de alta seguridad nacional.
Sergio, persona afable, campechana y asequible, fue, igualmente el mejor aliado de los campesinos villaclareños y cubanos. Dedicó miles de horas a recorrer el país, de punta a punta, incentivando la importancia de la aplicación de la ciencia y la técnica a la agricultura; a convencer, desde el surco, lo esencial que representa disponer de semillas de calidad y una diversidad de variedades, y a demostrar que el verdadero éxito estaba en el autoabastecimiento municipal, tarea que deja inconclusa para las actuales y venideras generaciones de científicos cubanos.
Con la partida de Sergio se pierde, de igual manera, a un revolucionario cabal, fidelista de corazón, altruista y modesto, como son los grandes hombres.
En su última entrevista concedida a este medio de prensa, días antes de su ratificación como diputado, Sergio, quien, además, tuvo la deferencia de venir hasta el periódico Vanguardia, afirmó convencido: «Salvar la Revolución es nuestro deber, y cuando nosotros hablamos de salvar la Revolución, nos referimos a salvar nuestra propia existencia».