Para sus compañeros de labor, el Dr. Rafael Abreu Duarte inspira por su responsabilidad y su sonrisa. (Foto: Ricardo R. González)
Ricardo R. González
@riciber91
157
04 Diciembre 2023
04 Diciembre 2023
hace 11 meses
Dicen sus compañeros de labor que el Dr. Rafael Abreu Duarte se caracteriza, en primer lugar, por su buen ejercicio profesional y esa sonrisa juvenil que invita a seguirlo, a pesar de las rudezas del camino. En estos días contó su historia y la manera en que se produjo el acercamiento a las ciencias médicas, cuando uno de sus profesores se lo sugirió.
No olvida su nombre. Fue Juan Bosco Morales, el entrenador para los concursos, mientras estudiaba en la Escuela Vocacional de Ciencias Exactas villaclareña, con lauros incluso nacionales desde noveno grado.
«Él vio que mi solicitud inicial era la Biología; sin embargo, me propuso que pensara en Medicina, y ya luego optara por alguna especialidad. Realmente, nunca tuve esa disciplina como primera opción, ya que soñaba con la Microbiología, la Bioquímica pura o la Ingeniería de los Alimentos».
El muchacho siguióla sugerencia, pidió la carrera y hoy confiesa que ese mundo lo maravilló al permitirle nutrirse de muchas ciencias.
En su familia no existen antecedentes. Recuerda que la primera clase recibida fue de Embriología y quedó atónito. «No entendí la mitad de las palabras, pero era una mezcla de satisfacción e incomprensión, y Bioquímica siempre me gustó».
—¿Cómo inicias tu trayectoria?
—Me gradué como médico en 2013. Estuve dos años en Venezuela a partir de un diplomado en Fisiatría, y al regresar a Cuba hice la especialidad en Medicina General Integral (MGI) y trabajé durante tres años en el policlínico Capitán Roberto Fleites (Malezas).
«Pasé un tiempo en un consultorio de la comunidad El Gigante, que me aportó mucha experiencia en el ejercicio profesional, pues uno se gradúa con muchos conocimientos, pero en la práctica es donde se consolidan».
—¿Cuándo se abren las puertas de la Microbiología?
—Ya en 2021 me gradué en esta especialidad, aunque dos años atrás ejercía como residente, y al poco tiempo tuve una gran prueba de fuego debido a que en diciembre llegó la pandemia.
«Roté por Microbiología durante la formación, pero al llegar al área clínica todo me motivó, y pensé en un grupo de especialidades que se vincularan de manera múltiple».
—¿Aún no imaginabas el mundo del Laboratorio del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología (CPHEM)?
—Llegué un día de visita y me impactó mucho la dinámica de lo que ocurría detrás de los cristales. Sin duda, fue decisivo. Pensaba que el sitio era más tranquilo; sin embargo, nadie puede imaginar la laboriosidad interior. Hay que vivirla.
«Implica conocimientos, pericia, responsabilidad a la hora de ofrecer un diagnóstico con la mayor certeza posible, y desarrollar técnicas para continuar en la avanzada».
—¿Acaso una vida cómoda, más fácil?
—Totalmente equivocados están quienes así piensen. Llego a veces a mi casa más tarde que la mitad de mis compañeros que estudiaron otras especialidades de mayor reconocimiento social.
—Pudiéramos decir que tu llegada al Laboratorio del CPHEM resultó casual?
—Rotaba por Bacteriología en el laboratorio perteneciente al ginecobstétrico Mariana Grajales. Con la llegada de la COVID-19 se paralizaron los servicios no vitales, estaba en mi casa y me sentía inquieto. Recordé aquella visita al Laboratorio del CPHEM y sentí un compromiso para ayudar al prójimo necesitado.
«Me presenté ante la Dra. María de Lourdes Sánchez Álvarez, al frente de la dependencia, y le dije; "Vengo para trabajar en lo que haga falta. Estoy a su disposición". Llegué de forma voluntaria y no me arrepiento».
—¿Siempre tu preubicación fue en ese sitio?
—Era en el hospital universitario Arnaldo Milián Castro, pero llevaba tanto tiempo vinculado a este Laboratorio, que me resultaba imposible desligarme de la Bioquímica, la Genética…, además del potencial de investigación que posibilita, unido al avance tecnológico inexistente en otras instituciones de la Microbiología de la provincia. En este mundo me siento muy realizado.
—¿Qué te aportó la pandemia y cómo viviste esos días?
—Una etapa que nos revolucionó a todos. Desde el primer día, la Dra. Lourdes nos dio la gran tarea. Nadie estaba entrenado en la toma de muestras para realizar el diagnóstico del SARS-CoV-2 cuando en Lombardía y en otras partes se apagaban vidas.
«Asumir esa responsabilidad era complejo. Las primeras pruebas se realizaban con toma sanguínea para determinar la circulación del virus en la población villaclareña. Había que viajar a cada municipio y hacer una pesquisa encaminada a la detección de anticuerpos en una parte representativa de la población. Ese día estuve en Cifuentes y se planificó en cuestión de horas. Llegamos a Santa Clara sobre las 10:00 de la noche. Sería un aporte valioso para el territorio definir la situación real.
«Luego vino la toma de PCR. Esta fase me tocó en Manicaragua, tanto con los pacientes como con sus contactos, subiendo y bajando lomas, sudando con la vestimenta indispensable, en fin… Así incursioné en el mundo de la virología, que es otra pasión dentro de la Biología Molecular. Llegaban, para analizar, cantidades de muestras provenientes de las 12 provincias del país. La presión de trabajo era intensa.Hubo instantes en que, hasta mentalmente, sentía los síntomas, pero nadie de nosotros se contagió. Además, no abandoné mis estudios, porque en aquel momento estaba haciendo la residencia».
—Han hablado de muchas cualidades tuyas. ¿A quiénes se las atribuyes?
—Dicen que las raíces de la personalidad se engendran en la familia. Mis padres son excelentes y hace muy pocas semanas falleció mi abuela. Un duro golpe. Ella le inculcó a cada integrante del núcleo familiar la nobleza, la entrega al trabajo sin medida. Vive en mí y es mi ejemplo. Tenía un corazón de oro que dejó huellas en tantas personas sin pedir nada a cambio.
«Además, incluyo a todos los profesores que han intervenido en mi proceso formativo, desde la secundaria básica, allá en mi tierra ranchuelera, de donde soy. También, en el preuniversitario otros solidificaron mis conocimientos, y en el resto de las enseñanzas igualmente influyeron de manera integral y profundizaron esos valores humanos que tanta falta nos hacen.
«Llegué a la especialización y he tenido profesores de excelencia. En el Laboratorio tengo como paradigma a la Dra. Lourdes. Usualmente no me gusta adular, y cuando alguien se convierte en mi referente es porque realmente lo merece. Ella es mi ejemplo a seguir, el magisterio cotidiano, y me acerco a ella para aprender siempre algo nuevo en este largo camino que hago por la humanidad necesitada.