Una entrevista con un trabajador del sector a propósito de la celebración nacional, en Villa Clara, por el Día del Trabajador de Comercio, la Gastronomía y los Servicios.
Atender con esmero al cliente es la máxima laboral de Leonel Díaz García, quien posee innumerables reconocimientos, entre ellos, la Distinción Fernando Chenard Piña, por más de 20 años de labor ininterrumpida en el sector, y resultar Vanguardia Nacional en dos ocasiones. (Foto: Ricardo R González)
Ricardo R. González
@riciber91
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01 Febrero 2024
01 Febrero 2024
hace 9 meses
Confiesa que no posee antecedentes familiares en los menesteres del Comercio; sin embargo, siempre le llamó la atención el mundo de las ventas desde el mostrador y, sobre todo, el beneplácito de servir a las personas mediante un trato correcto y ético.
Varias veces apostó por convertir sus aspiraciones en realidad y la vida premió a Leonel Díaz García, quien lleva cuatro décadas dedicado a la actividad. Comenzó a los 17 años, Ha pasado el tiempo, pero su convicción inicial no ha cambiado, todo lo contrario, gana en eficiencia y perfeccionamiento en cada jornada.
Luego de las ocho horas de trabajo en El Taladro, establecimiento ubicado en pleno Boulevard santaclareño, marcha a su hogar, no tan cercano del centro de la urbe, y en algún momento repasa su día. «¿Qué hice bien? ¿En qué puedo mejorar?», dichas interrogantes no faltan en su recurrente examen.
«Siempre —dice— he sido muy cuidadoso y me esmero con los clientes, en particular con las personas mayores que asisten a la unidad y necesitan explicaciones, sugerencias ante la tan limitada oferta, y, dentro de esta, lo que puede resultarle mejor, ayudarlos a comprar la mercancía, buscar que salga complacido».
Eso le brota, y vive consciente que la principal divisa a portar por un trabajador del Comercio es el buen trato, independientemente del escenario donde se encuentre, ya sea en una feria, en el recinto en que labora o en la tarea que demande contribuciones, «en esto resulta vital imponerte a las situaciones que, como todo humano, no te hacen sentir bien en determinado momento, mas el público es ajeno a ellas y no tiene culpabilidad alguna».
Con su carácter predominantemente apacible, Leonel ha transitado por varios establecimientos de la capital provincial. Recuerda que comenzó en el antiguo Bogar, como auxiliar de almacén. Luego unieron esta tienda con Praga, y pasó por El Edén, La Campana, El Canesú, La Riviera, cuando fue inaugurada, y en un punto que se habilitó en los pasillos de la Terminal de Ómnibus Intermunicipales. También formó parte de la plantilla de Electrodomésticos, ya desaparecida, en la calle Máximo Gómez, frente a El Encanto, hasta incorporarse a El Taladro.
—Según cuentan, los administrativos te buscan ¿algo en particular?
—Soy disciplinado, celoso con la mercancía, no me gusta que nada se cambie fuera de lo estipulado, prefiero el orden y que coincidan los inventarios con lo que fue situado.
—¿Has enfrentado coyunturas difíciles en tu mundo laboral?
—Como todos, tenemos algún instante complejo, pero quien trabaja a conciencia no teme enfrentar cualquier situación, vence obstáculos, porque para quien se entrega a plenitud no hay impedimentos por difíciles que resulten.
—Villa Clara ha obtenido varias veces la sede nacional por el Día del Trabajador del Comercio, la Gastronomía y los Servicios. ¿Has contribuido en alguna medida a ese logro?
—Todo el trabajador que cumpla sus planes de venta, que procure el avance de su sección sindical y aporte en cada ocasión lo mejor contribuyen con ese resultado.
—Su desenvolvimiento va más allá de los mostradores...
—Desde que iniciaron los Órganos de Justicia Laboral de Base soy el presidente de la Unidad # 1, que atiende la totalidad de los establecimientos de productos industriales.
—En este orden, ¿has tenido contradicciones?
—No han faltado, hay que determinar quién tiene la razón, si el trabajador o las administraciones, pero en ello predomina la imparcialidad y darle la razón a quien verdaderamente la tiene. Justo en todo momento. Como soy también juez lego del Tribunal, durante casi 30 años, ello ha permitido ampliar los conocimientos en esta rama.
—¿Satisfecho con tu colectivo de labores?
—Es muy bueno, hay compañeros que despuntan también en su quehacer. Se crea un nexo familiar. Además, Andrés Tristá Rivero es el administrador que comprende a su colectivo sin permitir indisciplinas, y resulta admirado por el resto de los trabajadores y directivos del gremio. Una persona verdaderamente popular.
—Entre tus predilecciones está la música. ¿Cierto?
—Prefiero la romántica, el resto de los géneros no los desprecio, pero no cabe dudas de que me inclino por las baladas.
—¿Cómo es el Leonel fuera del Comercio?
—Un ciudadano normal. Soy el presidente del CDR al que pertenezco, y siento que tengo facilidades de convocatoria, al menos los cederistas responden. Además, un cubano más, con todas las dichas y avatares de la vida.
—¿Y en el plano familiar?
—Es sagrado. Tengo a mi esposa, Milagros Barreras; a Yadira, mi hija, y a Karla, la nieta que constituye la razón de ser.
—¿Qué sientes que le falta a tu actividad?
Dicen que soñar no cuesta nada. Pasarán los años y seguiré en el mostrador, pero desearía que retornara la vitalidad de años pasados, que satisfaga verdaderamente a los clientes. Un comercio cerrado en una ciudad deja mucho que desear. En nuestro caso esta actividad es la que aviva el Boulevard de Santa Clara.
—¿Qué representa el sector para usted?
—Me levanto por las mañanas y ya desde temprano enfrento las complejidades del transporte, busco en qué llegar con extrema puntualidad, y en ocasiones demoro en coger vacaciones porque, en definitiva, el Comercio forma parte de mi vida.