Santiago de Cuba la vio nacer, el 7 de abril de 1930, y sus padres, José y Margarita, decidieron nombrarla Vilma Lucila Espín Guillois, sin imaginar que aquella niña precoz se convertiría en alguien muy adelantada a su tiempo.
Del nacimiento, en cuna respetable, fueron quedando solo recuerdos, porque la muchacha, poco a poco, comprendió lo desigual de su mundo, entre tantas contradicciones propias de la época.
Fue feliz el día que obtuvo su título de ingeniera química, ese que cambió por el servicio a su tierra. Aprendió canto, ballet y llegó a ser la capitana del equipo de voleibol de la Universidad de Oriente, pero en no pocas ocasiones enfrentó al régimen policial en defensa de los reclamos sociales.
Vilma creció y dejó su luz en la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) hasta desempeñarse como coordinadora en la antigua provincia de Oriente, a partir de que ultimaron a Frank País.
Su huella se impregna al uniforme verde olivo. Nos recuerda a Alicia, a Mónica, a Déborah o a Mariela en sus años de clandestinidad mientras desafió el peligros, hasta convertirse en la multifacética guerrillera del II Frente Oriental.
En un Santiago revuelto, Vilma enfrentó un nuevo reto, al participar en el alzamiento armado del 30 de noviembre de 1956, que apoyó el desembarco de los expedicionarios del Granma, y por sus responsabilidades políticas y militares dentro del Movimiento, su vida corrió peligro.
En 1960 se convirtió en la presidenta fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y, por sus méritos, figuró entre las heroínas de la República de Cuba.
Cuando se hable de Vilma Espín habrá que asociarla a sus incesantes acciones por consolidar la igualdad de género, resaltar el papel de la familia, desterrar las múltiples variantes de violencia, adorar a la infancia, y propiciarles a personas desvinculadas del estudio y el trabajo el aprendizaje de múltiples oficios.
Mucho más pudiera decirse de quien aún e, imaginariamente, se escucha en la Coral santiaguera o a través de esas nanas dedicadas a la infancia que mantuvo en secreto hasta después de su partida.
Por todo ello, Villa Clara rinde tributo a tanta historia en el aniversario 94 de su natalicio. Honra a la guerrillera que simboliza una parte del llano y la sierra, quien reina entre la palma libre, la mariposa y el tocororo, y la que desde su olimpo sigue admirando las buganvilias como flor preferida.