Aquella mañana del 17 de mayo de 1964, cuando el Comandante Ernesto Che Guevara, en su condición de ministro de Industrias, fundó la fábrica de Bujías Neftalí Martínez, el hecho se convirtió en uno de los acontecimientos más importantes acaecidos en Sagua la Grande después del triunfo de la Revolución cubana.
Muchos de los sagüeros que la vieron nacer, tuvieron el privilegio de asistir al acto inaugural, y contar para la historia lo que sucedió aquel día.
En aquella jornada, el pueblo, emocionado, quería ver de cerca al argentino que acompañó a Fidel en la Sierra Maestra y liberó a Santa Clara, y sin darse cuenta, ocupó las áreas verdes.
Por eso, cuando el Che se dirigió a quienes correspondería manejar la novedosa tecnología, pidió que cuidaran el entorno y repusieran los jardines.
En su discurso inaugural, expresó que la fábrica se construyó con mucho amor, para darles a los obreros un centro de trabajo donde todo invitara a trabajar y a defenderlo.
El Che, en sus funciones de ninistro de Industrias, quería impulsar el desarrollo económico del país, y la «Neftalí Martínez» formaba parte de ese proyecto que ofreció oportunidades de empleo a mujeres y hombres, y formarse como técnicos e ingenieros.
Muchas son las anécdotas que han quedado de aquel 17 de mayo de 1964, como la de Ángela, la obrera que ostentaba la condición de vanguardia, antes de entrar en funcionamiento la fábrica, de manera oficial.
El Che, intrigado, le preguntó cómo era posible que el día de la inauguración ya fuera vanguardia. Nerviosa, Ángela le explicó que desde hacía un año, a la par de estudiar, se entrenaba en los tornos.
Antes de concluir su recorrido por los talleres, Guevara volvió a encontrarse con Ángela, y le dijo que iba a comprobar si de verdad era vanguardia, y comenzó a medir el tiempo en que conformaba la pieza. Nerviosa, respondió que así no se valía, y el Che se echó a reír.
Cuando Ángela concluyó la tarea, el argentino-cubano ocupó su puesto de trabajo, y comentó, verás cómo te gano, pero por su inexperiencia, no pudo concluir la tarea. Para justificarse, expresó que ella también lo ponía nervioso.
Atilana resultó otra de las mujeres a quien dirigió su palabra ese día, para indagar sobre su oficio. Nerviosa, le explicó las operaciones de la máquina, pero le fallaba la voz. Para disculparse, le dijo que estaba vieja para tantas emociones, a lo que Guevara respondió: «¡Qué va, si usted vivirá mucho más!».
A 60 años de un comienzo, el Che sigue presente en la Fábrica de Bujías, donde actualmente reina la disciplina y el espíritu de trabajo, como el día en que recorrió sus pasillos, ahora con nuevas encomiendas que se suman a su objeto social, a cargo de las nuevas generaciones de sagüeros, comprometidos con su tiempo.