Otro Lamadrid en la familia meteorológica

Vivir muchos años cerca de la estación meteorológica y las enseñanzas de un experimentado observador despertaron en Mario Lamadrid de la  Torre la pasión por el oficio.

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Observador meteorológico Mario Lamadrid empleando un sismógrafo.
Mario Lamadrid de la Torre en pleno desempeño de un oficio que lo lleva a dominar varios instrumentos. (Foto: Cortesía del entrevistado)
Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
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12 Agosto 2024

Mario Lamadrid de la Torre confiesa que en una ocasión conversó con el profe José Lamadrid Borrell para determinar si existían nexos familiares entre ellos. Emprendieron un viaje por las raíces de su apellido nada común y llegaron a la conclusión de que por algún lado pudiera existir determinado parentesco.

Lo que sí comparten es la pasión por la ciencia, y quien labora como observador principal en la estación meteorológica de Caibarién confiesa que siempre tuvo inclinación por la física,  «y al final la meteorología tiene puntos muy afines».

Mario Lamadrid en la plazoleta meteorológica recopilando datos.
En plena plazoleta meteorológica registrando datos de interés. (Foto: Cortesía del entrevistado)

Vivir muchos años cerca de la estación, y Félix Young, un observador que laboró allí durante décadas, resultaron las motivaciones principales para adentrarse en este mundo. Siempre le llamó la atención, hasta que psó  el curso de adiestramiento y pudo iniciarse en el oficio.

«De acuerdo con Carlos Miguel Marín, otro de los experimentados en la rama, a partir de una década de experiencia es que se puede decir que una persona domina todos los fundamentos del observador meteorológico. Sin embargo, nos caracteriza el aporte de conocimientos, para realizar el mejor de los trabajos, sin ánimo de competencias», precisa Lamadrid de la Torre, graduado de las FAR como especialista en explosivos.

Observador meteorológico Mario Lamadrid realiza observación.
Un observador tiene que estar muy atento a su trabajo. Precisión al máximo de los datos con rigurosidad a la hora de reportarlos porque de ello depende que se haga un pronóstico efectivo. (Foto: Ricardo R. González)

Con aproximadamente cuatro años dedicado a la tarea, considera el oficio vital. «Somos los ojos de los expertos del Centro Meteorológico Provincial. Desde las estaciones ofrecemos datos de importancia vinculados al tipo de nubes, la presión atmosférica, la velocidad y dirección del viento, además del estado de las precipitaciones y las temperaturas, sumamente necesarios a fin de elaborar los modelos de pronósticos que serán certeros a partir de una precisión y calidad extraordinarias».

—¿Un detalle de ejemplo?

—Cuando estamos en la plazoleta meteorológica y reportamos el tipo de nube no se puede improvisar. Hay que ser exacto al ofrecer el parte.

 ¿Puede hablarse de algún momento difícil en tu profesión?

—Aún en mi turno no he pasado las secuelas de un ciclón o un huracán, pero mi estreno jamás lo olvidaré, ya que el primer día tuve una tormenta local severa que fue una especie de graduación, con infinitas descargas eléctricas que parecían no acabar. 

—¿Caibarienense o remediano?

—Soy nacido y criado en el batey del central Marcelo Salado, mas como el servicio de ginecobstetricia se encuentra en el hospital de Remedios todos nacimos allí aunque seamos «cangrejeros».

—¿Qué significa para ti la Villa Blanca?

— El pedacito de mi tierra donde he pasado los buenos y los malos momentos. Mi patria chica.

—¿Algunos reconocimientos a tu labor?

— En varias etapas he salido destacado.

—¿Quiénes te acompañan en la minuciosa labor de la observación?

—Trabajamos por turnos guiados por Yaneisy López Ferrer, nuestra directora, y se suman Danisleidy Carvajal del Rio, mi esposa, Magaly Young Rojas —que sigue la tradición de su padre— Alexander García Rodríguez y Yosmany Fernández Vergara.

—¿Resulta difícil para un matrimonio compartir la tarea?

—Armonía total porque hablamos igual lenguaje.

Mario Lamadrid con uno de sus hijos.
Con uno de sus dos «pichones». (Foto: Cortesía del entrevistado)

—Y en cuanto a lo que llamas tus «pichones»?

—Mis hijos son mi fortuna. El grande, con 10 años, quiere ser biólogo marino. Se llama Mario Daniel Lamadrid Carvajal y me prepara las hojas para que realice las observaciones. A pesar de su inclinación tiene el «bichito» meteorológico dentro, en tanto el más pequeño es Liam Duviel Lamadrid Carvajal, de tres años y medio, hace sus incursiones, aunque algunas con peripecias, mas la edad es la edad.

—Fuera del oficio, ¿Mario Lamadrid realiza otras acciones?

—Como hombre nacido en pueblo marino mi afición por la pesca ocupa parte de mi tiempo libre. Eso no lo puedo negar, y tengo un bicitaxi al servicio de la comunidad con la respectiva patente, pero lo mismo hago albañilería que otro oficio. Un poco de todo, lo que sea necesario

—¿Tu cualidad distintiva?

—Que no puedo estar tranquilo, no conozco la pasividad.

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