Aquel septiembre de 1990 propició la mirada a la vida desde prismas diferentes. Quedaba inaugurada en el país la primera Casa de Orientación a la Mujer y la Familia (COMF), en la barriada santaclareña de la Vigía.
Desde entonce,s hace su historia en el afán de perfeccionar el desarrollo social a partir del aporte conjunto de mujeres y hombres, como idea muy bien pensada que tuvo antecedente en la Cátedra Mujer y Desarrollo, del entonces Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, a partir de investigaciones y estudios de problemáticas relacionadas con las féminas y su entorno familiar durante la década de los 80, y años después se unieron las experiencias de la homóloga de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas.
Los sueños de Vilma se hacían realidad desde esta fortaleza, que luego se diseminó por el país gracias al tesón de sus fundadores y colaboradores que, de manera totalmente voluntaria, pactaron abrir el camino para el logro del bienestar social.
La Casa —como se le llama— ha incorporado nuevas temáticas, y puede hablarse de que solo en este año ha propiciado 156 cursos de adiestramiento en materias de corte y costura, en el aprendizaje de idiomas y de las técnicas del dependiente integral de la Gastronomía, del mundo digital, así como del arte de la muñequería, las destrezas manuales, los secretos de la repostería, los masajes, el estilismo y muchos otros.
A tenor de los nuevos actores económicos, y a solicitud de un grupo de mipymes, se han habilitado modalidades relacionadas con las técnicas de gerencia empresarial y administración de negocios, al tiempo que no faltan pedidos para formar costureras y dependientes de farmacia.
La COMF tiene sus expresiones también en los municipios, y no se han detenido en la preparación de personas para ejercer un trabajo no estatal. La mayoría son jóvenes desvinculados del estudio y el trabajo, por ello, lo aprendido se ha convertido en utilidad personal gracias al esfuerzo de todos los que han acompañado el trabajo en estos tiempos.
Cada año más de 6000 personas se gradúan en los programas de adiestramiento, y en lo que va del actual, la Casa ha tenido más de 4000. En cálculo conservador, en las tres décadas de existencia, superan las 20 000 personas que han obtenido sus correspondientes títulos.
Esta fortaleza irrumpe en las barriadas, en la medida en que capacitan a mujeres, hombres y familias, y asisten a comunidades o escuelas con temas relacionados con el embarazo en la adolescencia.
Queda profundizar en el largo camino de la lucha contra la violencia de género, que ocupa un capítulo especial en la historia y en la que se obtienen resultados.
Tanto Mayelín Díaz Rodríguez, secretaria general de la FMC en Villa Clara, como Fe García Hernández, coordinadora de la COMF en la capital provincial, aprecian el empoderamiento de las villaclareñas, y al constatar que un caso en la compleja temática de la violencia de género tuvo un desenlace feliz, llega el regocijo de haber contado con este espacio como proyecto social que engrandece la vida, al tiempo que constituye parte indispensable en la historia de la FMC.