Cada año el cultivo de tabaco en la finca Tres Alfonso, en Manicaragua, refuerza el compromiso productivo y de ascenso en la calidad de la rama cosechada en el campo.
Alecnay Alfonso Díaz disfruta del cultivo de tabaco, el sustento económico, y el ambiente familiar que ronda a la finca. (Foto: Cortesía de Madelaine Villajero Valle)
Luis Machado Ordetx
@MOrdetx
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24 Noviembre 2024
24 Noviembre 2024
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En las venas abiertas con sabiduría a la tierra ya emerge el veguerío en la finca Tres Alfonso, en las cercanías de El Negrito, en Manicaragua, predio familiar que refuerza las enseñanzas ancestrales de una agricultura agroecológica dedicada en exclusividad al cultivo del tabaco.
De las faenas campesinas de Venancio, el abuelo, y de Héctor el padre, Alecnay Alfonso Díaz, socio de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Mártires de Manicaragua, aprendió, y echó pie en tierra. Ahora, aunque atesora resultados económicos y conocimientos en el cultivo de la solanácea, todavía se cree un aprendiz en el veguerío porque cada ocasión le permite otra «aventura» en la aplicación de alternativas ecológicas y de ciencia y técnica.
«El cultivo de tabaco, tapado o sol ensartado, como desarrollo aquí, cuando se le aplica a la planta todo lo que lleva, desde el fomento del semillero hasta el surco, en solo 90 días efectúas la cosecha y desde un mes y medio antes realizas las primeras recolecciones de hojas», dijo Alecnay. No obstante, «a veces violamos los instructivos, las circunstancias imponen sus zancadillas con plagas, enfermedades y lluvias, y hasta asumimos algunos caprichos guajiros y ahí aparecen los sinrazones», recalcó.
En la finca de Tres Alfonso el panorama agrícola, y en esencial tabacalero, se transforma de un año para otro. De todo hay que aprender en la vida. «Nuestra economía familiar depende solamente del veguerío, y con las yaguas de la palma real emprendimos el control de la calentura o emburrado de las hojas seleccionadas durante el proceso de curación de la rama. Ahí tienes las prácticas agroecológicas con el frijol Terciopelo Mucuna pruriens —conocido por chiporazo y también ojo de venado—, el cual empleamos junto con el humus de lombriz en el mejoramiento orgánico del suelo. Ahora lo plantamos en 2 hectáreas porque en la siembra en el suelo dedicado al sol ensartado cogimos rebrotes y eso impidió aumentar las superficies.
«La alternativa recompone la fertilidad del campos. Siempre dejó descansar el suelo, y hasta hago rotaciones como aconsejan los instructivos. Con el uso de técnicas agroecológicas incorporo hasta 60 toneladas/hectárea de materia verde. Todo, incluso, representan unas 15 t de componente secos, y la tierra mejora sus condiciones químicas, físicas y microbiológicas. Los suelos, a veces depauperados por rotaciones indiscriminadas de cultivos, cambian su fisonomía. En definitiva a dónde va a parar todo: a la calidad de las capas de tabaco que obtengo», añadió.
Ascensos agrícolas
Los saltos en las siembras de tabaco son vertiginosos. En 2019 se plantó 0.60 hectáreas, y al siguiente año se llegó a 2 para registrar 10 en 2023, y adicionar en la actual campaña otras 5, cifra que, según pronóstico alcanzará las 30 en la cosecha venidera. El año pasado se incluyeron las variedades Criollo 2018 y Corojo 2020, y con posturas de esa última —resistente a plagas y enfermedades— los rendimientos y calidad de la hoja para la exportación registraron cuantificaciones de excelencia. «Ahora la incluyo en 6 ha de tapado, en tanto las 9 dedicadas al sol ensartado llevan posturas de Corojo 2016, de magnífico comportamiento en rendimientos y a la hora de “hacer el pilón” y vender la rama», destacó.
—Mira, lo reitero, el tabacalero tiene que ser tabacalero de pies a la cabeza. Son horas de dedicación a la vega, y de cuidado de los sembrados y recursos dispuestos en la finca, Aquí tengo un túnel rústico para pre-germinar y producir las posturas que luego alcanzan su desarrollo en una casa similar importada. Ya concluí la escogida, y dispongo de paneles solares para el beneficio de la rama. La finca está completamente electrificada. Ahora se proyecta un estudio para incluir turbinas de petróleo y no detener el riego de agua en las plantaciones antes posibles afectaciones eléctricas. Con esas inversiones, pueden confirmarlo, el año entrante llegaré a 30 ha de siembras de tabaco”, confirmó.
Hablamos de tabaco…, en esencia del veguerío y ese universo que lo rodea, y allí encuentra Alecnay Alfonso Díaz a una planta que, vigorosa, extrapola a su esposa Madelaine Villajero Valle, abogada de profesión y brazo derecho y también izquierdo en los menesteres agrícolas y de beneficio de la cosecha. Allí también el campesino incluye al resto de la familia, y a los trabajadores que lo acompañan en la preparación del suelo, la siembra y atención vigilante de la plantación.
«Ahí está toda la familia que me acompaña en la necesaria disciplina tecnológica del cultivo y en los desvelos por rebasar parámetros por encima de 1t/ha en rendimientos y el 38% de capas de exportación que se registraron en la pasada campaña. Cada integrante del colectivo asume la responsabilidad por área, y piensan al tabaco con el corazón», afirmó.
En diciembre, cuando concluyan aquí las labores de siembra de las 15 hectáreas contratadas, casi simultáneo otras aventuras en las recolecciones de hojas llevarán el impulso continuo hasta mayo, tal vez unos días después, cuando los acopios, después de pasar por las casas de curació,n aparezcan con mayor intensidad en la escogida.
Después de siete, ocho, tal vez nueve meses de trabajo constante, el nieto de Venancio tendrá un momentáneo respiro luego de concluir la cuarta campaña tabacalera en la finca «Tres Alfonso», un patrimonio agrícola que lo identifica, allí en El Negrito, a escasos 2 kilómetros de Manicaragua, el territorio de nacimiento. Aquí hay tabaco para rato, «y venga el año entrante y verá cómo 30 hectáreas del cultivo crecerán, según parámetros de rendimientos y de calidad de la hoja, para cumplir las metas propuestas en cada campaña y crecer de acuerdo con los obligaciones contraídas con el país», resaltó.