Cuando un oficio se nutre de amor y tradición

El instinto familiar llevó a  alternar el oficio de constructor aun cuando posee su título universitario.

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Julio César Reguera, albañil de Remedios.
Julio César Reguera Treto vuelve a contemplar su obra capital o, al menos, la que le llevó dos años y tres meses para su conclusión; mas otros puntos de la ciudad muestran sus huellas constructivas por diferentes áreas de Remedios. (Foto: Ricardo R. González)
Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
51
16 Diciembre 2024

Su título universitario responde a la Ingeniería Agrónoma. Ahora desempeña responsabilidades gubernamentales en Remedios; sin embargo, ha estado vinculado a labores constructivas que dejan un sello de identidad en varios objetivos de la urbe.

Julio César Reguera Treto recuerda, entonces, la tradición familiar de la que no puede separarse porque su abuelo y, sobre todo, su padre solicitaba ayuda en este oficio. Poco a poco aprendió e incentivó su afición por ese mundo de mezclas, de albañilería, de techador, de muchos momentos que provocaron callos en las manos o un martillazo indebido marcado sobre la piel, entre tantos perfiles que demandan miradas constantes a fin de garantizar el detalle cualitativo alejado del mínimo indicio de chapucería.

Casa reconstruida en Remedios.
La casa se reconstruyó respetando los reglamentos establecidos para el perímetro urbano de la Octava Villa. (Foto: Ricardo R. González)

Quizás su obra cumbre ha sido la reconstrucción total de la vivienda situada en la calle Andrés del Río número 3, entre Enrique Malaret y Máximo Gómez.

Y parafraseando la obra del antropólogo cubano Don Fernando Ortiz, llevada después a un largometraje por Tomás Gutiérrez Alea, Julio César y su pequeña brigada tuvieron que enfrentar «una pelea cubana (o remediana en este caso) contra los demonios», a partir de un suceso que también tuvo como escenario la Octava Villa, allá por el siglo xvii.

«La vivienda pertenece a Cecilio Alayón, un remediano residente en Puerto Rico, pero con un amor desmedido por su terruño. Él viene de vacaciones a su ciudad, mas deseaba edificar la obra para venir a descansar a su país ya en la recta final».

La casa se encontraba verdaderamente en ruinas. Confiesa Julio César que fue necesario levantarla desde el cimiento, y al ver sus condiciones iniciales «tuve que tomar una Duralgina ante el dolor de cabeza y el reto de vencer los reclamos del propietario que garantizaba los materiales y nos pidió asumir la obra. Hubo que hacer el proyecto y nos ayudó el arquitecto Reynaldo Mendoza Valdivia, Conservador de la Ciudad, para cumplir todos los detalles urbanísticos de un inmueble situado en el contexto histórico remediano.

Casa reconstruida en Remedios.
En la edificación hubo que hacer ajustes ornamentales, de ventanas que fueron guías las contentivas en la Iglesia Mayor de la Plaza, al igual que en su puerta en respeto a la armonía. (Foto: Ricardo R. González)

«Hubo que desmontar lo poco que quedaba en pie. No se pudo aprovechar nada, emprender la fundición de columnas, en fin… Así concluimos la primera planta y procedimos a la segunda, siempre respetando la arquitectura establecida para esta área hasta llegar al tercer nivel o terraza que permite la vista panorámica hacia el centro de la ciudad. Incluido el montaje de su baño, el pantry y la zona de estar».

Dos años y tres meses duró el proceso constructivo concluido con la pintura total a partir de colores que no rompieran la uniformidad del entorno. Para la edificación hubo que hacer ajustes ornamentales, de ventanas que fueron guías las contentivas en la Iglesia Mayor de la Plaza, al igual que en su puerta en respeto a la armonía y descartar detalles discordantes.

Julio César y la pequeña brigada mostraron la satisfacción de lo que puede considerarse una obra con matices de excelencia.

—Al llegar el día final de las faenas y constatar lo que era aquella casa y lo que es…

—Sentí una satisfacción enorme, tanto en lo personal como en el hecho de haber respondido a los reclamos de su propietario.

Así Julio César Reguera Treto y sus compañeros vencieron esta nueva pelea «remediana» contra los demonios. Valió, entonces, embarrarse de mezclas, resistir en la piel el efecto de un martillazo escapado, desafiar el cansancio, superar derroteros en huellas constructivas con una edificación que cautiva gracias a un oficio nutrido a base de amor y de pura tradición.

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