El audaz ataque del Che a la ciudad de Santa Clara

El 30 de diciembre se rinden el Cuartel de los Caballitos; el último día de 1958 caen el Escuadrón 31, la cárcel y la estación de policía, y el 1.o de enero lo haría el Regimiento Leoncio Vidal, para culminar la toma de Santa Clara por las fuerzas de la Columna N.o 8 Ciro Redondo, comandadas por Ernesto Che Guevara.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
(Foto: Perfecto Romero)
Freddy Pérez Cabrera
Freddy Pérez Cabrera
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30 Diciembre 2024

La liberación de la mayor parte de los pueblos de la antigua provincia de Las Villas y los avances sucesivos del Frente de Las Villas y del Frente Norte, liderados por los comandantes Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, respectivamente, permitieron poner en la mira a la ciudad de Santa Clara, importante enclave estratégico del país que, de caer, podría definir la suerte del tirano Fulgencio Batista.

En esas condiciones, y contrario a lo que algunos calculaban —que el Che esperaría a que Camilo tomara Yaguajay para, juntos, atacar la importante urbe—, el líder rebelde decidió no darle tiempo al enemigo y arremeter solo lo antes posible.

La capital de la antigua provincia de Las Villas era una ciudad grande y bien defendida por el enemigo, que tenía a su disposición al Regimiento Leoncio Vidal; además, la estación de policía, la motorizada, una pista aérea militar y cerca de 3000 oficiales y soldados sobre las armas.

Conocedor de aquella intención del jefe de la Columna N.o 8 Ciro Redondo, desde la Sierra Maestra Fidel expresó: «Creo que estamos al borde de un colapso. Si factores ajenos a la nación intervienen, quizá se mantenga algo. De todas maneras, las fuerzas populares son tan grandes, que el colapso es inevitable. Estimo que el factor intervencionista en este momento no debe producirse, por el amplio espíritu revolucionario de todo el pueblo cubano».

Esas convicciones fueron las que determinaron la posición del Che de arreciar la ofensiva y tomar la importante urbe, para no dar oportunidad de recuperación al enemigo ni tiempo al imperio para preparar y desatar una intervención.

Un artista de la lucha guerrillera

A finales de diciembre, la ciudad de Santa Clara se encontraba cercada. No había acceso a ella por la Carretera Central debido a la voladura del puente de Falcón, y la línea central del ferrocarril estaba fuera de servicio por el derribo del puente de Calabazas, lo que impedía el tránsito ferroviario.

Tampoco por el Circuito Sur las tropas batistianas podían recibir refuerzos, pues ciudades como Sancti Spíritus y Trinidad habían sido liberadas, lo cual imposibilitaba el avance por la vía de Cienfuegos, situación similar a la del Circuito Norte, ubicado en territorio liberado por Camilo.

Fue así como el jefe guerrillero, una vez ocupada Placetas, decidió marchar sobre la capital del centro. Para ello, el 28 de diciembre de 1958 estableció su campamento militar en la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas.

Al unísono, a la importante plaza llegarían desde la carretera a Manicaragua fuerzas del Directorio Revolucionario, las cuales sumaban algo más de 300 hombres bien armados, a los cuales, de manera paulatina, se fueron incorporando otros guerrilleros.

Al tanto del propósito del comandante Guevara, las huestes batistianas decidieron defender la ciudad por posiciones, tomando los principales edificios; entre ellos, el cuartel 31, la estación de la policía, la Audiencia, la cárcel, el Gran Hotel y el Gobierno Provincial, además de contar con un convoy blindado en el que viajaban unos 350 soldados y armamento para cerca de 500 hombres.

En esas condiciones comenzó la batalla de Santa Clara el 28 de diciembre de 1958. Durante cinco días las fuerzas revolucionarias, con el apoyo del pueblo santaclareño, combatieron a un enemigo varias veces superior, que tenía sobre las armas a más de 3000 soldados y contaba con varios equipos blindados, además del apoyo de la aviación.

Al amanecer de ese día, luego de recibir las órdenes del Che, los jefes de pelotones partieron junto a sus hombres hacia la ciudad, por ambos lados de la carretera a Camajuaní, y se produjo el primer encuentro con las tropas de la tiranía; ocasión en la que caen abatidos Israel Santos Santos, Aníbal Arceo Fonseca y Miguel Diosdado Pérez Pimentel, los primeros mártires de la batalla.

Esa misma mañana comenzó el combate para desalojar a los soldados de Batista apostados en la loma del Capiro, lo cual les daba una posición ventajosa. Aquella noche el Che recorrió con una escolta la vía férrea, para ubicar el lugar exacto donde podría obstruirse, con el propósito de descarrilar el tren. Esta acción se concretó más tarde con un buldócer manejado por el capitán Roberto Ruiz.

Tren blindado del ejército de Batista tras ser desacarrilado en Santa Clara.
(Foto: Perfecto Romero)

En esa jornada, obligado por el avance de las fuerzas rebeldes hacia el interior de la ciudad, el comandante Guevara decidió acercar la comandancia. El lugar escogido fue el edificio en el que se encontraban las oficinas del Distrito 3 de Obras Públicas, actual sede del Comité Provincial del Partido.

Ante el progreso de los invasores, los ataques aéreos de la tiranía se concentraron sobre la ciudad; no obstante, no pudieron impedir el descarrilamiento, ataque y rendición del tren blindado, un coloso que es-taba integrado por miembros del cuerpo de Ingeniería del Ejército de Batista, y compuesto por dos locomotoras, 22 vagones y un coche motor explorador, además de cerca de 400 efectivos con armamento en variedad y cantidad. Esta acción estuvo a cargo del entonces capitán Ramón Pardo Guerra.

También ese día resultó ocupado, aproximadamente a las 6:30 de la tarde, el Cuartel del Servicio de Vigilancia de Carretera, conocido como Cuartel de los Caballitos, por hombres al mando del comandante Gustavo Machín.

Veinticuatro horas después se combatía en toda Santa Clara, y cayó en manos rebeldes el Gobierno Provincial, tomado por la fuerza comandaba por el teniente Alberto Fernández Montes de Oca. Ese mismo día, el pelotón al mando del capitán Rogelio Acevedo logró la rendición de la Cárcel Provincial y del Palacio de Justicia.

El 30 de diciembre se rinden el Cuartel de los Caballitos, y el último día de 1958 caen el Escuadrón 31, la cárcel y la estación de policía, donde se encontraban cerca de 1300 hombres atrincherados, con dos tanques y dos tanquetas. En el asalto a esta última posición enemiga muere el capitán Roberto Rodríguez (el Vaquerito), jefe del Pelotón Suicida; una vida apagada minutos antes del amanecer del triunfo.

Combatientes del Ejército Rebelde durante la toma de Santa Clara.
(Foto: Perfecto Romero)

En las acciones desarrolladas brilló como pocas veces la capacidad organizativa del Che, quien daba ideas sobre cómo enfrentar los tanques, atravesando carros, camiones y guaguas en las calles y empleando botellas de gasolina encendidas. Asimismo, cuando no podía avanzar por las calles ordenó atravesar casas rompiendo las paredes con mandarria, además de organizar la cacería de los francotiradores enemigos en el combate.

Ante la feroz resistencia, las fuerzas batistianas, que continuaban combatiendo en la Audiencia y en el Gran Hotel, se rindieron en la mañana del día 1.o de enero de 1959, al igual que las que estaban acantonadas en el aeropuerto. Solo quedaba por liberar el Regimiento Leoncio Vidal, que contaba con una tropa de unos 2000 hombres, desmoralizados tras la partida, con rumbo indefinido, de su jefe, el coronel Casillas Lumpuy, luego atrapado cerca de Santo Domingo.

Aislado y asediado por los rebeldes, rearmados con el cuantioso arsenal ocupado en el tren blindado, al Regimiento no le quedó otro recurso que capitular. A las 12:00 horas, los soldados enemigos entregaron la instalación. Con este desenlace concluía la batalla de Santa Clara, que fue la culminación lógica de la victoriosa campaña insurgente en esta parte del país, dirigida por Camilo y el Che.

Con la toma de esta ciudad se obtenía el control político, administrativo y militar de la provincia de Las Villas, y a partir de entonces todos los traslados de tropas hacia Oriente tendrían que hacerse por vía aérea, para lo cual haría falta una considerable cantidad de aviones de los que el régimen no disponía.

Al valorar esta hazaña, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz expresó: «Che era un maestro de la guerra, Che era un artista de la lucha guerrillera […], lo demostró en su fulminante campaña en Las Villas; y lo demostró, sobre todo, en su audaz ataque a la ciudad de Santa Clara, penetrando con una columna de apenas 300 hombres en una ciudad defendida por tanques, artillería y miles de soldados de infantería».

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Alejandro de la Cruz Ríos

Lunes, 30 Diciembre 2024 10:26

La historia de la Revolución Cubana, es un orgullo para Latinoamérica y los países que aprendimos de un pueblo que demostró con valentía su Coraje y amor por una libertad alcanzada. Cómo diría el comandante en jefe Fidel Castro Tuz Patria o Muerte.!