Un horcón en el veguerío

Conversación con Alberto Navarro Machado, un experimentado veguero que, desde el semillero, acentúa una tradición de cultivo en la comunidad de Falcón, en Placetas.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
Áreas de sol ensartado plantadas semanas atrás en las inmediaciones del semillero. (Foto: Luis Machado Ordetx)
Luis Machado Ordetx
Luis Machado Ordetx
@MOrdetx
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06 Febrero 2025

Alberto sonríe. La carcajada, a pesar de las casi ocho décadas de existencia y andar erguido y sin dolores musculares,  resulta como una bendición. El hombre se mueve ágil de un lugar a otro, y va del semillero a las vegas de tabaco  que se fomentan en La Puntilla, allá en Falcón. Del cultivo de esa solanácea lo sabe casi todo, y aquello que desconoce lo pregunta a los entendidos apegados a instructivos técnicos.

En la conversación, con sabiduría guajira, se deleita  y recorre con el pensamiento cuando, apenas un niño, hace más de 70 años, junto al padre y la familia, ya se le veía prendido al campo aprendiendo  detalles de aquellas ramas verdes que, con cortes a cuchilla y luego secas, devendrían en puros criollos. Entonces aprendió a completar y disfrutar, entre el aroma del olor y las bocanadas de humo, los secretos del tabaco.

Con humildad guajira Alberto Navarro Machado habló de las características específicas, según instructivos técnicos, que avalan un semillero de tabaco. (Foto: Luis Machado Ordetx)

Sin embargo, ya no fuma desde que un día visitó con urgencia a un estomatólogo, y después de una extracción de un molar, sobrevino una hemorragia repentina que se pudo controlar a tiempo. Entonces llegó el parón.

Pero del tabaco y de su cultivo no se desligó. Ahora lo encuentro en suelos cultivados en la finca de Linner Marrero Turiño, asociado a la Cooperativa de Créditos y Servicios Manuel Fajardo, considerada entre aquellos recintos agrícolas que mayor volumen de superficie  asume en Cuba. No importa si el tabaco es  tapado, o sencillamente al sol ensartado. Allí están las vegas.

De esas 60 hectáreas que ahora se sembraron en La Puntilla, una cuota anónima de responsabilidad recae en la sapiencia empírica y la laboriosidad de Alberto, convertido en una verdadera hélice, un tronco único del semillero, el deshije y el desbotone de las plantas.

El hombre lleva unos 13 años junto a Marrero Turiño, y dice que de ahí no se va hasta que la muerte lo sorprenda. Desde entonces  —tiempo que el joven veguero retomó los caminos del cultivo de sus ancestros— Alberto ve en progresión aritmética cómo crecen en superficie los semilleros, y la calidad de las hojas salidas de posturas de la variedad Corojo 2020, imponen vigor en la zona y también se propagan hacia otros territorios de la provincia.

Del semillero tradicional que atiende Alberto Navarro Machado, en unión de otros  integrantes de la brigada, brotaron las primeras posturas de tabaco que se plantaron en la actual campaña en Villa Clara.  Aquí, días atrás, todavía continúan en aportes de simientes y la atención directa a 4 ha de la tecnología sol ensartado.

La rotación, junto a la fuerza trabajadora que dirige en el semillero,  por otras plantaciones, incluso en aquellas  de tapado, los convierte en hombres que garantizan un cultivo  exigente en labores culturales: «A lo sumo la recolección de hojas que  van rumbo al ensarte en casas de curación demora menos de 60 días: ¡ya se puede imaginar el trabajo que aquí desarrollamos!», señaló .

De las bellezas del paisaje natural, la cultura de detalle, y plantaciones de tabaco tapado o de sol ensartado, transcurre, en apariencias, la apacible vida en las cercanías del veguerío. (Foto: Luis Machado Ordetx)

De los secretos del tabaco: «Hacerlo todo con el tiempo previsto, desde el acondicionamiento de los suelos, la rotación, hasta la siembra de calidad según el marco de plantación y las atenciones culturales a un cultivo que, riguroso, impone dedicación y laboriosidad diaria hasta que llega la cosecha y después la escogida», precisó.

«Lo nuestro está aquí en el campo, con trabajo seguro durante todo el año, y en el aprendizaje entre viejos y jóvenes para que la tradición jamás desaparezca. Eso demuestra la validez de la cultura agrícola que se adquiere desde tiempos anteriores», añadió.

Parte de las simientes de tabaco listas para fomentar plantaciones. (Foto: Luis Machado Ordetx)

«En el veguerío, junto a la fuerza especializada que conduce Linner, todas las brigadas, ya sean de boyeros, regadores de agua, del semillero, las plantaciones, los transportistas, las casas de curación, la escogida y los de apoyo, asumimos una responsabilidad con la producción, y a veces tendemos una mano cuando determinada situación lo reclama. Lo nuestro es, diría, como un horcón más…», recalcó sonriente.  

-¿Y cómo ve las plantaciones este año?

-Mire, aquí desde la calidad de las posturas, hasta el fomento de las plantaciones, la cosecha, el beneficio y la escogida, hay una cultura agrícola que se robustece. No es lo mismo el tabaco a sol, ensartado, que el tapado.

«Los rendimientos y la calidad de las hojas varían, pero con vigilancia sistemática las siembras que se obtienen adquieren mayores resultados. Hago cálculos y en ocasiones lo digo: aquí obtendremos en los sembrados más de 12 000 manojos de tabaco, algo sin precedentes en cualquier finca. ¡Lo nunca visto…!», subrayó.

«Todo se logra con dedicación, y también con el requerimiento técnico que no puede faltar en el trabajo. Ahí está la calidad y todo se compensa con el calor humano que se recibe, y también en la estimulación al hombre del campo. Tenemos alimentación segura y se reparten partes de las cosechas de cultivos varios, y hasta entregas de premios materiales: ahí está la bienvenida de bicicletas para campesinos que laboran en la brigada del semillero. ¿¡Quiere usted algo tan significativo!? Todo se logra aquí en la finca, con Linner al frente, y así lo expreso porque de aquí nadie quiere irse», declaró.

Unos minutos de conversación con Alberto bastan para reconocer el porqué su semillero tradicional, el que dirige, siempre aparece en la nómina del mejor de su tipo en la provincia, y lo convierte en una especie de horcón anónimo dentro del veguerío.

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