Cuatro décadas de amor en la educación infantil

Es la primera entrevista que concede Noidy Jiménez González en más de 40 años de labor como educadora en el mismo círculo infantil del que pronto se retirará. Sin embargo, en dos ocasiones repitió la frase: «Ojalá pueda recontratarme».

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Educadora Noidy Jiménez González.
«Es una carrera que conlleva mucha vocación, porque hay que dedicarles mucho tiempo a los niños y compaginarlo con la atención a la familia, pues también soy madre». (Foto: Jennifer Rodríguez Pozo)
Por Jennifer Rodríguez Pozo (estudiante de Periodismo)
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04 Marzo 2025

Hace unos días fui a su casa para acordar una entrevista e inmediatamente me dijo que sí, que me pasaba a recoger por la mañana, porque tenía que ser en su trabajo. Desde ese momento comencé a recopilar detalles sobre ella, en las entrevistas los detalles lo son todo. Le gusta el café a las cuatro de la tarde, es la persona que más años lleva viviendo en su edificio, esa tarde no pudo cazar a un panadero para el desayuno, y a la mañana siguiente se pondría la licra de flores que le gusta.

A las 7:30 a. m. me estaba llamando para irnos. Pelo lacio recogido en cebolla con una flor blanca de pellizco y la licra azul floreada. En el camino, siete personas le tiraron besos y le gritaron: «Adiós, mi amor».  

Hace más de 40 años que Noidy Jiménez González trabaja en el círculo infantil Seguidores del Che. Todos los padres la conocen, todos los niños la saludan y todos le preguntan a ella. Lo primero que hace es ponerse su bata de color rosado y sacar los juguetes.

—¿Esta rutina de adornar las paredes con payasos y muñecos es diaria?

—Sí, todos los juegos los hacemos con papel y cartón para tener adornado el salón y que los niños se sientan bien cuando entren.

—¿A los niños no les dan miedo los payasos?

—No se fijan mucho en ellos, y como están pegados en la pared no los notan.

La voz cantante de quinto año de vida es Noidy. Los 16 niños estiran los brazos y mueven las cabezas cuando ella lo ordena. La gimnasia es lo segundo de su rutina, brincan y dan pasos de elefantes hasta sentarse en el piso. Luego, decide quiénes serán la enfermera, el barbero y la mamá. Cuando todos tienen sus roles, continúa conversando conmigo y saca dos sillitas para sentarnos. Vuelvo a preparar la grabadora y me cuenta que casi está en su edad de retiro. «Ojalá pueda recontratarme».

—¿Por qué dice «pueda»?

—Me gustaría decirlo con seguridad, pero hay situaciones personales que a veces lo impiden, aunque me encantaría, porque casi nací aquí.

Educadora Noidy Jiménez González realiza la gimnasia con los niños del circulo infantil Seguidores del Che.
«Cada pregunta que los niños hagan hay que contestarla con cariño y comunicarse bien con ellos, esta es una de las habilidades que requiere la profesión». (Foto: Jennifer Rodríguez Pozo)

Con 18 años empezó a trabajar como educadora. Carmen Chávez, antigua directora del círculo, la acogió desde el primer momento y la llevó consigo a trabajar.

«Gracias a Carmen pude llegar a ser licenciada. Yo empecé como auxiliar pedagógica y a ella le ofrecieron el puesto de directora en este círculo, a pleno pie de obra, porque todavía no estaba terminado, y me trajo. Prácticamente todo se lo debo a ella».

Me presentó a algunas de sus compañeras, veteranas también, y tras los saludos, la atención se desvió hacia mí, la que quería «sacarle los colores a Noidy». Comenzaron a hablar sobre un niño, ya adolescente, que sufre pérdida de la memoria. Su hermana está ahora en el círculo, y esa mañana la mamá compartió que su estado se había agudizado. En ese momento todas lo recordaron y hablaron de cuánto se le parece su hermana.

«A ese niño lo tuve en mi salón, estuve con él hasta quinto año de vida, y aunque ya no nos recuerda, cuando trae a su hermanita junto a su mamá, siempre nos saluda y se ríe. Nosotras pasamos mucho con él para que se mantuviera en el círculo, es una pena que ya no se acuerde de uno, porque aquí todo el mundo lo quiere y se le recuerda mucho».

Hay una palabra que repiten todos para referirse a ella: «trabajadora».

«Muy profesional, dedicada a los niños, buena compañera. Es difícil poner en palabras más de 30 años de trabajo y amistad. Noidy es muy sacrificada. Si hay que recoger algún pomito o pedazo de cartón, lo hace y lo utiliza para hacerles juegos a los niños. Si hay que traer algún mantel de la casa para adornar, ella lo trae. Siempre ha sido muy dedicada a su labor como educadora y esas actitudes lo demuestran», dice Zaida Hayes.

Su esposo, Nilo Conde García, es una de esas tantas personas que se refieren a ella como trabajadora. «Desde que la conocí, hace más de 40 años, ha sido intransigente con su labor en el círculo. Trae trabajo para la casa, lleva cosas de la casa para el trabajo y nunca se ha molestado, porque le gusta lo que hace».  

Educadoras y niños en el círculo infantil Seguidores del Che, de Santa Clara.
«Sabemos que son pocos los que escogen esta carrera pedagógica, pero si se conociera a fondo, visitaran los círculos y palparan el amor de los niños, se darían cuenta de lo gratificante que es ser educadora». (Foto: Jennifer Rodríguez Pozo)

Unos días después, la llamé para encontrarnos de nuevo. Tenía cabos sueltos que unir y un texto por terminar sobre ella. Me recibió a las ocho de la noche, pues la jornada había estado tediosa por una lluvia imparable. Cuando empezamos, sus vecinos tenían puesta una música que dejaría sordo a cualquiera, y se me ocurrió preguntarle cuál era su canción o cantante favorito. Siempre es bueno saber ese tipo de detalles sobre los entrevistados, para después exprimirlos en el texto.

—Nilo, ¿cómo se llama el grupo que estábamos escuchando hace un rato?

—Los mojados.

—Los mojados es mi grupo favorito.

Cuando llegué a mi casa busqué el grupo, casualmente tienen una canción llamada Mujeres, mujeres, y esta entrevista de perfil es sobre eso, unas líneas dedicadas a quienes no solos deberíamos escribirles por un día señalado, necesitamos celebrarlas, cronicar, hablar de ellas y buscar, como expresó Gabriela Mistral, «más porvenir para la mujer».

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