Teresa Cuellar Martínez llevó su pasión por la docencia y la práctica de la Educación Física a Maracaibo, ciudad capital del estado de Zulia en Venezuela, donde cumplió misión internacionalista.
En Villa Clara, el pueblo de Ranchuelo la vio crecer desde el momento en que asumió esta profesión donde los hombres son mayoría, para cumplir con la encomienda de Fidel de preparar a hombres y mujeres de bien.

Fue así cómo Teresa apostó por los sueños de la niñez y culminó la Licenciatura en Cultura Física, al seguir los pasos de Raúl Jiménez González, un docente que siempre admiró, a quien le atribuyó el calificativo de profesor de profesores. Para ella, la carrera que escogió resulta tan importante como impartir docencia en un aula.
«Considero que el profesor de Educación Física logra de los estudiantes lo que se propone, al disciplinarlos y crear sentimientos de respeto y compañerismo».
A su memoria retornan los años que dedicó a su formación profesional.
«Matriculé en la escuela de profesores de Educación Física Manuel Piti Fajardo durante un llamado especial, cuando cursaba el 7mo grado. Luego concluí la licenciatura y comencé a dar clases en una Secundaria Básica de Esperanza».
En Venezuela Teresa laboró entre el 2006 y el 2008 como coordinadora de una Parroquia en Maracaibo. Aquí participó en la rehabilitación de una paciente operada de un linfoma en la columna vertebral.
«No era chavista, y al preguntar por qué la atendíamos con tanto amor, le contesté que los cubanos estábamos en la tierra de Simón Bolívar para entregar calidad de vida y no para hacer política. Al año y medio de trabajar con ella, logró caminar».
No sabía Teresa que un trágico accidente la alejaría de su carrera y dejaría atrás su vida activa.
«Los médicos no contaban con que volviera a valerme por mis piernas, pero gracias a mis esfuerzos, hoy camino».
Actualmente comparte su vida con personas de la tercera edad en un Círculo de Abuelos. De profesora se convirtió en alumna de uno de sus pupilos, e insistió en la necesidad de rescatar el protagonismo del profesor de Educación Física en la sociedad.
La ranchuelera cuenta con un extenso aval que exhibe con orgullo. Sobresalen entre sus méritos, el reconocimiento de Misión Cumplida en el 2008, y los diplomas de Juez Destacado y Mejor Árbitro en el 2012. También fue delegada al VIII Congreso de la FMC.
«Ellos simbolizan la consagración de tantos años dedicados a la formación de los nuevos docentes. Si volviera a nacer, escogería de nuevo la carrera de profesor de Educación Física».