
Un pequeño local de la sala de Neonatología del hospital ginecobstétrico Mariana Grajales, de Villa Clara, es el refugio cotidiano de Lilia Rosa Miranda Roche. Allí llega bien temprano y ofrece los buenos días al equipo que estuvo de guardia y a sus compañeros que se incorporan en la jornada como secretaria de la dependencia.
Su historia resulta inmaculada. Llegó al centro cuando tenía 17 años. Ya sobrepasa las cinco décadas de labor en idéntico lugar, y nadie puede dudar que posee un dominio incalculable convertido casi en una cátedra.
Organiza su mesa de labor porque detesta los regueros. Desde allí llena las altas hospitalarias que deciden los facultativos, mas se desplaza a la sección contigua de Piel a Piel donde va una parte de los recién nacidos hasta que alcancen el peso requerido.
Luego ordena las historias clínicas, y procede al control de los medicamentos para conocer las disponibilidades y aquellos renglones deficitarios.
Y cuando aparece un neonato grave, propio en el servicio, no marcha a su casa. Queda con sus compañeros para apoyar cualquier necesidad porque está adaptada a todas las esferas de trabajo, aunque apreciar la gravedad de un infante y esos desenlaces irreversibles le conmueven los sentimientos.
Sin ápice de coquetería confiesa tener 75 años. Sabe que su principal cartilla se inscribe con todas las letras que conforman la responsabilidad en un camino que, hasta el momento, no encuentra sustituto, y se le extraña durante algunos días que esté de vacaciones, incluso con los efectos de una pancreatitis y de reposo ha venido a la maternidad porque el deber la llama.

De su entrega total pueden dar fe los doctores Yulexis Chaviano Diego, jefa general de la Sala, y el experimentado Orlando Molina Hernández, al frente del Grupo Provincial de Neonatología, hasta otros expertos que han pasado por la unidad y los bisoños que complementan su etapa formativa y expresan sus consideraciones por Lilia Rosa.
«Sentir el afecto de mis compañeros es pura satisfacción», declara quien asume su proceso de recontratación, a pesar de que alude a lo bajo del salario.
— Detalles en el ejercicio diario que no admite?
— Detesto toda manifestación de indisciplina aunque resulte mínima. El trabajo es el trabajo y hay cosas inadmisibles en un sector como el nuestro.
Lilia conoce del Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres. Lo aprueba ya que promueve acciones encaminadas al logro de mayor integralidad en las féminas y la eliminación de esos vestigios discriminatorios que todavía subsisten.
A pesar de que no cuenta con distinciones que reconozcan su labor como es debido y, quizás, algún que otro diploma de reconocimiento sabe que no trabaja para ello, pero es hora de que lleguen ante su historial laboral.
Hoy celebró el Día Internacional de la Mujer. Un 8 de Marzo extendido por cada jornada del año hacen admirar esas modestas cosas que hacen grande a Lilia Rosa.