Los niños aprenden jugando

El proyecto Yoga Alegría, iniciado en marzo de 2022, en Santa Clara, promueve la práctica de esta disciplina tradicional, que contribuye al desarrollo físico y mental de los niños.

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Niños realizan ejercicios en el proyecto Yoga Alegría.
El proyecto Yoga Alegría agrupa actualemente a 28 niños. (Foto: Yaisa Beatriz Coronado Gutierrez)
Yaisa Beatriz Coronado Gutierrez
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11 Marzo 2025

Más allá de las imágenes esotéricas que pueden venir a la mente con escuchar la palabra yoga, esta práctica no es solo prender inciensos y  cantar el Om. A través de la práctica de posturas físicas, técnicas de respiración y meditación, todos pueden recibir beneficios físicos y mentales, incluso los más pequeños.

El proyecto Yoga Alegría trabaja desde marzo del 2022 con niños de entre 4 y 12 años. La encargada y máster en Psicología Médica, Maite González Blázquez, confecciona, junto a algunas de las madres, un programa de actividades basado en la metodología del juego.

Máster Maite González con niños del proyecto Yoga Alegría.
(Foto: Yaisa Coronado Gutierrez)

«El yoga para niños tiene muchos beneficios, entre ellos, mejorar la fuerza, la flexibilidad, la coordinación, y para corregir posturas inadecuadas. Trabajamos, además, el tema del autoconocimiento y la autorregulación emocional en la infancia porque, desde el punto de vista psicológico, es importante explicarles cómo lidiar con sintomatologías de ansiedad, tristeza, miedo.

Comenzamos con un calentamiento físico ligero, al nivel que pueda realizar cada cual, y después trabajamos posturas a través del juego. La secuencia fundamental del yoga, el saludo al sol, se trabaja a través de una canción y siempre tratamos de relacionar las posturas con animales, elementos de la naturaleza y cuentos».

Madres junto a sus niños en el proyecto Yoga Alegría.
(Foto: Yaisa Beatriz Coronado Gutierrez)

El proyecto agrupa en estos momentos a 28 niños, que se dividen según sus edades para trabajar de forma personalizada. Varias de las madres participan en el papel de coordinadoras, como Rachel, quien asiste todas las semanas con su hija Jimena, de ocho años.

«Para los más pequeños tratamos ejercicios un poco más simples para que ellos entiendan lo que son las emociones, cómo pueden expresarlas y que no tienen por qué sentir vergüenza o pena por alguna emoción. Ejemplificamos con cosas cotidianas para que aprendan a identificar lo que sienten y qué hacer para sentirse mejor para terminar con alguna manualidad para que interioricen mejor el tema.  

«En el caso de los mayores, hicimos un libro artesanal y lo imprimimos. Ellos lo fueron copiando y después hicieron dibujos, porque estamos buscando cómo sería más atractivo para ellos a la hora de ilustrarlo».

Niños con manual del proyecto Yoga Alegría.
(Foto: Yaisa Beatriz Coronado Gutierrez)

Usualmente, trabajan todos los sábados durante tres meses y descansan uno para rehacer la matrícula, donde cualquier infante es bienvenido libre de costo. No poseen un local fijo, pero tratan siempre de buscar ubicaciones al aire libre como la Sala de Medio Ambiente del Zoológico, el Parque del Carmen o el Museo de Artes Decorativas.

Rosy trae a sus dos hijos: Kevin y Keily, de 10 y 4 años de edad, respectivamente. «El mayor lleva varios meses participando y la niña venía, pero era demasiado pequeña para las actividades. Apenas tuvo la edad necesaria, ella casi se anota sola de lo mucho que le gustó.

Niños con la instructora del proyecto Yoga Alegría.
(Foto: Yaisa Beatriz Coronado Gutierrez)

«Quizás tú nunca los lleves a un museo porque la vida está muy agitada, pero se nota el bien que les hace conocer nuevos lugares y socializar. Es increíble ver el bien que les hace, sobre todo, a la más pequeña, que ya sabe cuándo y cómo necesita tomarse un segundo para relajarse».

Verlos disfrutar, reír y, lo más importante, relajarse evidencia que este proyecto aporta un pedacito de magia a sus vidas. Yoga Alegría demuestra que los más pequeños también necesitan espacios donde aprendan a conectar consigo mismos y sus emociones. 

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