
Los años en el otrora hospital pediátrico habanero Pedro Borrás Astorga curtieron su piel. Un mundo inicial desarrollado en lo que fue la primera institución de la capital cubana dedicada a la Pediatría.
La Habana quedaba atrás, memorias, recuerdos… Apenas con un año de graduada, en 1981, llegó Magda Rosa Blázquez Casanova al hospital infantil José Luis Miranda, de Villa Clara. Con el paso del tiempo, el Dr. José Manuel Cartaya Irastorza, al frente del hospital por entonces, le pidió que asumiera la subdirección quirúrgica, que no existía en aquel momento.

Más de una década estuvo en esas funciones. Después ejerció como jefa del servicio de Cirugía por cuatro años, hasta que llegaron las misiones en Argelia (1987) y en Venezuela (2007).
Con el aval necesario se convirtió en especialista de II grado en esa especialidad; un universo en el que se impone vestir de verde, aplicar las normas de desinfección antes de accionar el bisturí, además de exigir el cumplimiento de las funciones de cada miembro del equipo.
A través de los años reafirma que el mundo del recién nacido siempre la ha cautivado. «Tengo muchas experiencias adquiridas en la práctica, pues en La Habana la cirugía pediátrica solo estaba concentrada en el hospital William Soler, y aquí debíamos asumirla de manera integral».
Ello resultó un infinito magisterio en un servicio que disponía de pocos especialistas en sus inicios.
«Siempre hay profesores inolvidables. Los doctores Tomás Mederos Guzmán y José Muñiz Escarpanter, ambos ya fallecidos. También, Pedro Fernández Busot, a quien lo tenemos en el centro, pero en aquel tiempo estaba de misión en el Congo y luego se reincorporó. Imagina que disponíamos de un solo residente, el Dr. Rafael Penichet Cortiza, que se formó aquí y luego asumió la jefatura del servicio de Cirugía en Cienfuegos, hasta que la cifra de estos alumnos, ya en posgrado, fue incrementándose».
Ante todo, pasión
La Dra. Magda Rosa Blázquez repasa su vida. Cuando era interna la embullaban para que escogiera la Cirugía Oncológica en la edad más sensible de la existencia; sin embargo, declinó la propuesta, y aunque reconoce que resulta necesario desarrollar esta rama. prefiere ver al niño recuperarse bien y marchar a su casa sin dificultades.
«Un menor restablecido es una especie de premio a tu trabajo, a tu profesión y te alivia el alma, a pesar de que hay curas profundas, procedimientos complejos, y ante las lágrimas y el dolor de una criatura tienes que sobreponerte. Pensar que por muy duro que resulte, es para su bienestar, porque el servicio de Cirugía siempre ha trabajado con el amor que necesita la infancia».
Algo que siempre recuerda el personal es la epidemia del dengue hemorrágico. Tampoco la olvida Magda Rosa Blázquez. «Dantesca», al decir de la experta.
«Solo se operaban los casos de urgenci; pero, la misión de un médico, al margen de su especialización, es asistir y afrontar las contingencias, y esta necesitó la colaboración de todos, sin distingo alguno».
Si algo le satisface son los resultados tradicionales que han caracterizado la cirugía pediátrica. «Han sido indicadores significativos, a pesar de las complejidades y la gravedad experimentada por algunos casos, pero nos integramos todos de conjunto».
Existen reconocimientos que refuerzan la trayectoria de la especialidad. «Están en eventos tanto nacionales como foráneos. La historia recoge los saldos impresionantes de la Cirugía Neonatal, e incluso tuvimos una etapa en que ejercimos la territorialidad. Aun así, el pequeño que se remita a este centro, independientemente de su lugar de residencia, recibirá el tratamiento y la atención merecida».
—¿Cirujana o docente?
—Muy difícil situar en primer o segundo lugar. La cirugía para mí es lo primario, aunque me agrada la docencia. Es un propósito que el residente salga bien preparado. Ahora está en elaboración un nuevo programa para su formación y el Grupo Nacional ha solicitado la opinión de Villa Clara. Ello también se traduce en reconocimiento.
—¿Profesión devenida reto?
—En parte sí. Ser mujer, atender una casa y una familia, tiene su tiempo, pero nunca dejamos de cumplir nuestras obligaciones. Llegamos a realizar guardias cada tres días y seguíamos la siguiente jornada hasta las cuatro o cinco de la tarde. Nos llamaban a cualquier hora y veníamos. Jamás puedes olvidar el sacerdocio de un médico, porque para ello escogiste la profesión.
—¿Hay momentos en que la sensibilidad golpea a una mujer entregada a la Cirugía Pediátrica?
—No niego que existen casos con enfermedades terminales o evolución desfavorable, aunque priman las satisfacciones. El servicio de Cirugía Pediátrica ha sido experiencia y encierra mi vida.
A la Dra. Magda Rosa Blázquez le resulta imposible sacar un aproximado de cuántos casos ha operado. A ello hay que añadir la cirugía de mínimo acceso, una modalidad de avanzada, incorporada desde el año 2000, y que realiza de conjunto con el cirujano Fernández Busot. «Lo que sí puedo decir es que la infancia es muy agradecida, y si volviera a nacer, mi camino está decidido, porque, una y otra vez, me inclinaría por la Cirugía Pediátrica».