El circo asombró tanto a Ramón Silverio en su niñez, que desde entonces no ha cesado en los intentos de mostrar a la gente las maravillas del teatro. Su Mejunje desde hace 26 ediciones regala a Santa Clara jornadas de encuentro, durante las que actores de todo el país, cual ofrenda a la ciudad, muestran su quehacer anual.
Se trata del Festival Mejunje Teatral, antes llamado Festival de Teatro de Pequeño Formato, que en la presente edición acogió a invitados de Ecuador, Italia y casi toda Cuba. Desde sus inicios en 1992 fue pensado para celebrar el aniversario de El Mejunje, que arribó el viernes 26 de enero de 2018, a los 34 años.
Según Ramón Silverio la idea del entonces Festival de Teatro de Pequeño Formato surgió en medio del período especial cubano, cuando gestionar la puesta en escena traía muchas dificultades:
«Era magnífico ver como el arte sorteaba las dificultades y los actores presentaban sus obras, incluso a la luz de las velas; aquí nunca se detuvo un espectáculo por carencias de ningún tipo, porque la riqueza verdadera está en lo que gana el público después de cada puesta en escena ».
«En los inicios predominaban los espectáculos unipersonales, o cuando más, de cuatro actores, de ahí que se nombrara Festival de Teatro de Pequeño Formato. El evento fue competitivo hasta hace cuatro años, pero la competencia no entra dentro del espíritu del Mejunje. Los actores me decían que no venían a competir, sino a intercambiar, aprender de la obra del otro y escuchar la crítica de sus compañeros de profesión ».
Este 2018 fue motivo de celebración la entrega del Premio Nacional de Teatro al fundador del Teatro Nacional de Guiñol, Armando Morales, el 22 de enero, día de las artes escénicas cubanas. Según Silverio, la idea de la entrega del galardón en El Mejunje partió de Armando. «Él me dijo que no quería recibir el premio en una sala formal, porque le parecía que le estaban poniendo una lápida y que quería recibirlo rodeado de amigos y en medio del bullicio y la alegría de El Mejunje, y así se hizo, después de pedirle permiso a sus hijos y ahijados los títeres ».
«Para mí fue un honor organizar el espectáculo con las cosas que le gustan y hacer una entrega protagonizada por los artistas que él tanto ha influido. Muchos titiriteros y actores se me acercaron para participar y llenamos de muñecos la escena para hacerlo sentir en casa. Los actores hicieron el espectáculo como agradecimiento por la gran persona y el titiritero de raíz que es Armando ».
El Mejunje no perdió la oportunidad para homenajear a Teresita Fernández, esa mujer dulce que nos cantó a todos en la niñez. Nuevamente, Yudí Herrera, junto a actores de la Compañía Teatral Mejunje, ofreció un concierto con el repertorio para adultos de la cantautora, y con algunas de sus canciones para niños.
La Sala Margarita Casallas se convirtió en el patio de Teresita, con su vieja palangana, sus violetas y su sillón. Se escucharon anécdotas jocosas llenas de la fuerza que la caracterizaban, y por un momento ella estuvo allí, encarnada en una de las actrices, contando sus verdades con la sinceridad con que enfrentó la vida, tomando café y recibiendo a todos en su casa.
El festival recibió nuevamente en su natal Santa Clara al director Fernando Sáez, junto a su Teatro Z de Quito, Ecuador. El antes fundador del Teatro 2 propuso esta vez las obras El daño que hace el tabaco, y Marx en el Soho, un monólogo de la autoría del historiador social norteamericano Howard Zinn.
La puesta en escena, que recoge los detalles más íntimos de la vida de Marx, asombró al público por la versión acertada del director. Desde su visión marxista, Sáez contrapone en la obra las ideas del pensador alemán a la realidad del mundo de hoy.
El teatro para niños destacó en la 26 edición del Festival, pues como diría Silverio, «qué mejor manera de homenajear a Armando Morales y a Teresita, que ofreciendo a los pequeños, personajes con los que soñar ».
«Este fue un festival de calidad por las obras presentadas, una oportunidad de reencuentro para muchos grandes del teatro, y estuvo lleno de momentos conmovedores ―comentó Silverio―. Hay que destacar el trabajo del Consejo de Artes Escénicas de la ciudad y del resto de las instituciones involucradas. Agradecer también al equipo técnico de El Mejunje, que trabajó arduamente, porque la Sala Margarita Casallas asumió la mayoría de las presentaciones.
«El Mejunje Teatral no hizo selección y permitió conocer la obra de los grupos excluidos que no están de moda porque hacen un teatro muy apegado a la población. Esa solidaridad actoral, esa libertad que El Mejunje propicia, les dio al público y a los protagonistas la posibilidad de engranarse realmente, de vivir la interacción espiritual que es el teatro ».