«La Caridad», 140 años después

Con motivo de sus 140 años, este 8 de septiembre el teatro La Caridad reabrirá las puertas con una invitación a contemplar las pinturas recientemente restauradas por especialistas de la Oficina del Historiador de La Habana.

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Teatro La Caridad.
El teatro La Caridad cumple 140 años el 8 de septiembre de 2025. (Foto: Carolina Vilches Monzón)
Laura B. Zaita Arjona y Amalia Ramírez Rodríguez
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07 Septiembre 2025

Es el 8 de septiembre de 1885; según el santoral, día de la virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. En la ciudad de Santa Clara hay comentarios y muchas expectativas durante el día, pero cae la noche y numerosas personas se reúnen frente a la Plaza Mayor para ser testigos del gran acontecimiento. Un edificio de estilo neoclásico se erige ante ellos y en su fachada se lee el nombre La Caridad. Se trata de un nuevo teatro que promete aumentar el prestigio de la villa y recaudar fondos para los pobres, y está ahí gracias a la generosidad de una mujer que, posteriormente, se convertiría en la benefactora por excelencia de la ciudad: doña Marta Abreu de Estévez.

Teatro La Caridad.
(Foto: Carolina Vilches Monzón)

Una vez recorrido el vestíbulo de mármol blanco y después de haber pasado frente a los bustos de Calderón y Etchegaray, los presentes se adentran en el salón principal con forma de herradura, y ocupan la platea y los palcos. Con admiración observan el lugar: las finas butacas, la elegante iluminación, los frescos del cielo raso. Todo tan exquisitamente decorado, que «por todos y cada uno de sus detalles […] el teatro de Santa Clara es el más bello monumento erigido hace años en Cuba», según escribió el periodista de la época, Ricardo García Garófalo, en un artículo recogido en Hoja Literaria.

En el palco escénico, a la derecha de la platea, se sitúa la familia Abreu, un lugar de honor para los que, sin duda, merecen ser honrados. Al sonido de tres campanadas sube el telón. Se contiene el aliento. El grupo de aficionados villaclareños interpreta Los lazos de familia. Ameniza la velada, además, el pintor Camilo Salaya, con la lectura de la poesía A Villaclara, y la función termina con la polka La Pasionaria. Así queda inaugurado el teatro La Caridad, en Santa Clara.

Desde entonces, cientos de músicos, actores y bailarines se han presentado en su escenario. Ciento cuarenta años después, admiramos el mismo coliseo que mandó a construir Marta Abreu en 1885, con 140 000 pesos.

Hace un par de años que las puertas del teatro no abren a diario ni se anuncian funciones en su cartelera. Desde 2021, un estudio del estado constructivo del coloso arrojó todo tipo de daños y un gran deterioro estructural. Se determinó que no solo se debía salvar el inmueble, sino también las joyas de las artes decorativas de su interior, como las pinturas del falso techo.

«Hicimos resistencia ante el cierre de sus puertas. Los teatros son como las casas, y las casas que no se habitan se vuelven tumbas. Sabíamos que el edificio necesitaba una reparación capital, y para no cerrarlo completamente realizamos algunas funciones, sobre todo musicales, con un público reducido, y continuamos de esta forma hasta que fue imposible seguir haciéndolo», comentó Ernesto Alejo Sosa, director de la institución.

La situación económica que afecta a varios sectores del país ha ralentizado el proceso de recuperación. «Las restauraciones de arte e inmuebles son altamente costosas. Las técnicas y productos utilizados demandan gran calidad y deben estar certificados. Además, estas restauraciones no duran más de diez años, pues, por citar algunos ejemplos, insectos como la termita invaden la madera y la humedad corroe las vigas; de ahí que una vez pasado ese tiempo, haya que volver a aplicar los procesos».

La restauración puede resultar muy lenta. Para conservar piezas originales, mantener principios estéticos y evitar hasta el más mínimo daño, debe realizarse con sumo cuidado y paciencia. En el teatro han intervenido especialistas de tres instituciones principales: el Fondo Cubano de Bienes Culturales, Aslos y la Fundación Caguayo.

«En lo que más se ha avanzado es en la sala de clases, ya casi terminada. Este espacio facilitará el trabajo y aprendizaje de los estudiantes, y evitará que deban desplazarse para los ensayos», añadió el director. «En este salón fue encontrada una cercha de hierro fundido que permanecía oculta por un tabique de madera. Uno de los aspectos positivos de este proceso ha sido descubrir información desconocida por nosotros hasta el momento», refirió.

Trabajos de restauración de las pinturas del teatro La Caridadd, de Santa Clara, realizado en el taller de la Oficina del Historiador de La Habana.
Trabajos de restauración de las pinturas del teatro La Caridad, de Santa Clara, realizadas en el taller de la Oficina del Historiador de La Habana.
Trabajos de restauración de las pinturas del teatro La Caridadd, de Santa Clara, realizado en el taller de la Oficina del Historiador de La Habana.
Con sumo cuidado, las pinturas fueron envueltas y protegidas con papel y lienzo para evitar daños durante el traslado desde La Habana hasta Santa Clara, que se realizó en huacales de madera debidamente asegurados. (Fotos: Carolina Vilches Monzón)

«Entre nuestros mayores aciertos estuvo rescatar las pinturas del cielo raso y ponerlas en manos de grandes especialistas pertenecientes a un grupo de restauración de la Oficina del Historiador de La Habana, con la que hemos entablado relaciones muy cercanas», informó Alejo Sosa, quien también reveló que, al desprender los lienzos del cielo raso se descubrieron grafitis con mensajes dejados por los trabajadores que realizaron la última restauración; entre ellos, de Aida Ida Morales Hernández, reconocida artista de la plástica.

Trabajos de restauración de las pinturas del teatro La Caridadd, de Santa Clara, realizado en el taller de la Oficina del Historiador de La Habana.
«Aún quedan detalles por terminar», explica María del Carmen García; pero deberán hacerse in situ, una vez montadas las obras. (Foto: Carolina Vilches Monzón)

Estos avances allanaron el camino para un momento largamente esperado. Con motivo de sus 140 años, el teatro reabrirá las puertas, no con el bullicio de un estreno, sino con una invitación para contemplar los tesoros que han custodiado sus muros. «Regresarán a nuestro coloso los ocho octógonos con los retratos de importantes dramaturgos. Estas piezas, que desde la platea pueden parecer pequeñas, podrán ser admiradas de cerca en una exhibición. De este modo, los visitantes tendrán la posibilidad de visualizar elementos como la definición de los trazos», afirmó el director del teatro santaclareño.

Empacando las pinturas restauradas.

Empacando las pinturas restauradas. Empacando las pinturas restauradas.
Con sumo cuidado, las pinturas fueron envueltas y protegidas con papel y lienzo para evitar daños durante el traslado desde La Habana hasta Santa Clara, que se realizó en huacales de madera debidamente asegurados. (Fotos: Carolina Vilches Monzón)

La celebración, que se extenderá desde las 8:30 a. m. hasta las 6:00 p. m., comenzará en el corazón de la ciudad, al pie del monumento a Marta Abreu. Desde allí partirá una pequeña peregrinación hasta llegar al vestíbulo del teatro. Será un recorrido breve, pero cargado de simbolismo: un puente entre la mujer que lo soñó y el edificio que, pese a las cicatrices del tiempo y al costoso proceso de restauración, sigue respirando arte.

Colocación en cajas de las pinturas restaurada. Cajas con las pinturas son colocadas en el carro para su transportación.
En la entrega de las obras estuvieron presentes Ernesto Alejo Sosa, director del teatro La Caridad, y especialistas del Centro Provincial de Patrimonio. (Fotos: Carolina Vilches Monzón)

Más allá de la nostalgia o el entusiasmo que pueda despertar la visita a una de las instituciones culturales más emblemáticas de Cuba, el evento también permitirá la visualización de los materiales que devolvieron a las obras su esplendor original. «Hemos traído desde la capital materiales como los hisopos utilizados para limpiar las piezas. Sobre ellas había mucha cera, producto de la última restauración. Con esta actividad, el público, incluso, podrá ver muestras de los residuos retirados. Además, observarán los marcos ya colocados y adornados con pan de oro. Será una oportunidad para que el pueblo comprenda cuánto se hace en nuestro país por la cultura, y una señal de que el teatro sigue vivo», declaró Alejo Sosa.

Labores de restauración del teatro La Caridad, de Santa Clara.
Además de la recuperación de las pinturas, se acometen acciones de restauración en el inmueble, según lo permitan los recursos. (Fotos: Carolina Vilches Monzón)
Ernesto Alejo, director del teatro La Caridad.
(Foto: Carolina Vilches Monzón)

Asimismo, la exposición en «La Caridad» pretende reconectar con su público tradicional y despertar la pasión por las artes escénicas en las nuevas generaciones. Atraer a espectadores jóvenes será una prioridad tras la reapertura, no solo por los años de inactividad, sino porque los hábitos culturales han cambiado de manera notable. Ante este panorama, su director subraya que la programación debe mantenerse fiel a la excelencia y rescatar lo más valioso de la cultura actual para trasladarlo al escenario, preservando así la función educativa que siempre ha caracterizado al teatro.

Se aprecia el grafiti dejado por los participantes en la anterior restauración, en 1988.
En la foto se aprecia uno de los grafitis dejados por los participantes en la restauración realizada en 1988. (Foto: Carolina Vilches Monzón)

No obstante, algunos escépticos podrían preguntarse: ¿Qué celebrar si el teatro permanece cerrado? La respuesta reside en el esfuerzo, en el trabajo constante. «El arte quema, ciega y enamora, y si uno siente eso, no puede permitir que un lugar como este se destruya. Somos conscientes de la necesidad visceral de tener las puertas de nuestro teatro abiertas, y los cinco trabajadores que hoy laboramos aquí estamos dedicados, en cuerpo y alma, para devolverle la gloria a esta catedral del arte».

Aún son días de polvo y andamios, y el estruendo de las herramientas resuena en cada rincón como presagio de una resurrección prometida. «La Caridad» aguarda, mientras manos expertas reconstruyen su historia. Y cuando el telón vuelva a alzarse, no será solo un edificio el que despierte de su letargo, sino un faro que volverá a iluminar el alma cultural de la ciudad.

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