« ¿Desaparecerá la radio? », pregunto a un gran director del medio y mi provocación lo estremece. «Nooooo. De manera alguna. Creo que es un tremendismo enfermizo afirmarlo ». Fernando González Castro, director y actor de la CMHW, me interpeló con mil y un argumentos en el marco de DialCentro 2018.
Esa y otras tantas provocaciones fungieron como leitmotiv del evento radialista joven del centro del país, recién concluido. ¿Cómo conservar la magia de crear a través de sonidos y silencios en este mundo visual? ¿Qué hacer para lidiar con la pérdida de radioyentes? Si Mahoma no va a la montaña…, entonces los radialistas tendrán que echar mano a las nuevas tecnologías. No solo basta con audio en tiempo real en Internet para agenciarse público. Se impone una nueva lógica de hacer.
Influenciar la radio con una «visualidad » diferente parecería una locura en un medio ciego. Sin embargo, los más avezados especialistas recomiendan combinarla en Internet con imágenes y vídeos, retirar el manto que transparenta el arduo quehacer en cabina. ¿Detractores? Dicen que la radio perderá la magia, que dejará de ser lo que ha sido. Pero otros tantos no creen en fronteras posibles con tal de que la radio no muera.
Tradición vs. renovación viene siendo en estos tiempos el debate ¿filosófico? del ser o no ser radial. Mientras, la transmedialidad y las narrativas transmedias se expanden atómicamente. Puede quererse la radio sin aferrarse al pasado. Porque hay un argumento claro y entendible del queridísimo periodista Luis Orlando Pantoja: «La radio que se está haciendo hoy no es la que se va a hacer mañana ».
Por ello, urge repensarla, estudiar interdisciplinariamente el carácter del público cubano, su psicología social; coordinar gustos y propuestas para que actúen como paliativo a las preocupaciones sobre el no consumo de dicho medio.Grosso modo, «identificación » del oyente ha de ser la palabra que establezca la matriz del hecho radial. Cuanto más se aleje la radio del oyente, más fracasa.
Las emisoras municipales han rellenado un vacío en sus respectivos territorios. Es que por suerte para algunos o por desgracia, la Internet no ha logrado infiltrar todos los modos de vida de este mundo. Menos en Cuba. Entonces, la radio local resulta una alternativa codiciada por los hombres de pueblo, entre otros motivos, porque opera sobre las pequeñas identidades y respeta valores comunitarios, intereses inalcanzables por las emisoras nacionales que jerarquizan el cosmopolitismo.
No en balde el mayor género trabajado en DialCentro 2018 fue el radiodocumental. «Me gustó mucho ver que había varios documentales en esta edición de DialCentro. Habla de un interés de investigar, de sacar a la luz historias muy comunitarias para socializar esas experiencias », comentó la santiaguera Dariela Gámez Paz, miembro del jurado.
Por un lado, necesidad de cambio en rutinas productivas, profesionalización del medio, necesidad de disciplina y rigor. Por el otro, debate sobre las conquistas y ganas de hacer. En el evento radial fueron múltiples las aristas esbozadas sobre los desaciertos y aciertos de los artistas del sector.
Los jóvenes realizadores también ahondaron en el resquebrajamiento del dramatizado radial en nuestro país. La caducidad de ciertas y determinadas técnicas, unidas a la traída y llevada crisis económica; el éxodo o fallecimiento de algunos de sus importantes propulsores, así como la resistencia a darles protagonismo a los nuevos retoños: todo ello ha minado el panorama en detrimento del género.
«Ya no se hacen grandes dramatizados », fue un planteamiento a voces. Caridad Martínez, Premio Nacional de la Radio y presidenta del jurado del concurso, instó a salvaguardar la radionovela, patrimonio cubano y universal, al percibir que fue el género menos trabajado en DialCentro 2018. Porque aunque no se crea, la radionovela resulta una sobreviviente, luego de su deshielo en el siglo XXI.
En fin, como afirmaría Pantoja, «la radio no es un arte menor » porque la radio constituye creación y también ideología. «Esa ideología que expresa la manera de ver el mundo es lo que nosotros, los que trabajamos en la radio, queremos defender. No siempre se acierta. No siempre la música es la mejor o lo que se escribe es completo. Pero lo cierto es que ese libro, ese concierto, esas canciones, nos ayudan a ser como somos », agregó el también Premio Nacional de Radio.
He ahí el quid del asunto. Si la radio es comunicación, cultura lingí¼ística, reservorio musical, forja de valores nacionales, habrá que revisar por dentro la radio cubana para cuestionar cuánto se ha hecho y cuánto falta por hacer. Porque la radio empodera al hombre o lo cosifica. A través de la radio se fomenta identidad. O se destruye. Entonces, ¿es o no prioridad nuestra apuesta por la radio cubana?