Un coliseo que cumple 133 años

El añejo teatro, Monumento Nacional desde 1982, resiste con dignidad el embate del tiempo y continúa en la preferencia del público.

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Teatro La Caridad vista nocturna
(Foto: archivo de Vanguardia)
ACN
1256
03 Septiembre 2018

Por estos dí­as un ajetreo inusual de pintores, en los exteriores del teatro La Caridad, revelan la cercaní­a del aniversario 133 del principal coliseo citadino el próximo ocho de septiembre, uno de los principales tesoros arquitectónicos y patrimoniales de la urbe.

La edificación quedó construida gracias a una donación de doña Marta Abreu de Estévez, patriota y benefactora de la localidad,   con el objetivo de auxiliar al ayuntamiento en los gastos de beneficencia e instrucción pública, además de distribuir dádivas entre los pobres.

El añejo teatro, Monumento Nacional desde 1982, resiste con dignidad el embate del tiempo y continúa en la preferencia del público por su bella arquitectura, memorias y   ubicación privilegiada en una de las esquinas más concurridas de la localidad, frente al parque Leoncio Vidal.

Detalles del interior del teatro
Detalles del interior del teatro. (Foto: Archivo de Vanguardia)

La hermosa edificación transitó por perí­odos de mayor o menor gloria en los cuales se le realizaron transformaciones poco venturosas hasta que desde hace algunas décadas fue valorada en su justo mérito y restauraciones de rigor le devolvieron la imagen original.

Este resulta uno de los pocos teatros de estilo colonial de Cuba,   caracterizado por el neoclasicismo de su arquitectura, con un local que abarca alrededor de mil 900 metros cuadrados y palcos laterales al borde del proscenio, 244 lunetas y 76 butacas además de las situadas en tertulia y graderí­a.

Impresiona su pórtico de tres arcadas y dos pisos mientras el interior, concebido en forma de clásica herradura del siglo XVIII, destaca el cielo raso donde se observa una alegorí­a de la aurora y tres mujeres, sí­mbolos del genio, la fama y la historia, de la firma del pintor filipino Camilo Selaya.

Vitrales, caracterí­sticos de las construcciones cubana decimonónicas, filtran los rayos solares en una sala de conciertos habilitada en los altos del inmueble.

Hasta el coliseo la Caridad llegaron valiosos representantes de las más variadas manifestaciones artí­sticas de la escena, entre ellos el tenor italiano Enrico Caruso, la argentina Libertad Lamarque, el mexicano Jorge Negrete y los cubanos Rosita Fornés, Chucho Valdés y la prima ballerina Alicia Alonso.

Una programación variada y de calidad, digna de La Caridad, mantienen la vitalidad de la longeva instalación cultural.

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