En puntas por la vida (+En video: Entrevista a los bailarines)

Una conversación en tres actos con bailarines del Ballet Nacional de Cuba.

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Ensayo del Ballet Nacional de Cuba en Santa Clara
Durante los ensayos del Ballet Nacional de Cuba, Vanguardia se coló en el teatro La Caridad para conversar con los bailarines de la Compañía. (Foto: Carlos Rodríguez Torres)
Leslie Díaz Monserrat
Leslie Dí­az Monserrat
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01 Marzo 2019

Sube el telón. Están en el escenario. Algunos llevan puesto el vestuario de la función. Otros, la ropa de siempre, incluso, una camiseta del Barí§a. Tienen cuerpos perfectos. En ese momento uno respira profundo, con el deseo de extirpar todo indicio de cordillera en un abdomen que ahora quieres tan plano como el de ellos.

Rí­en. Ensayan sus piruetas. En el público los ojos que miran, acotan, apuntan en busca de perfección.

Existen muchos estereotipos en el imaginario popular sobre cómo es y cómo se comporta un bailarí­n. La mayorí­a no son ciertos. Ahí­ están, entregados a la danza, sencillos, joviales, incluso con miedo a las entrevistas, a las entrevistas de una periodista de provincia.

Traen a la ciudad de Santa Clara el ballet La Cenicienta, pero antes de transfigurarse y tomar la forma de sus personajes, hablan de su sueño, de su vida, de su historia.

I Acto: Esfuerzo

Adrián Sánchez ya está entre los primeros solistas del Ballet Nacional de Cuba (BNC). Solo tiene 21 años y desde los cinco se dedica a esta, su pasión.

«Empecé en un taller vocacional, luego pasé a la Escuela Vocacional, después a la Escuela Nacional de Arte, hasta que entré en el BNC ».

Ensayo del Ballet Nacional de Cuba en Santa Clara
El bailarí­n Adrí­an Sánchez (a la derecha) durante el ensayo. (Foto: Carlos Rodrí­guez Torres)

Todo ese tiempo ha estado marcado por el sacrificio. Pasa muchas horas en los ensayos, pero al final tiene un premio: el del pueblo y sus aplausos.

Hoy va a interpretar al prí­ncipe Gustavo, personaje protagónico de mucha complejidad histriónica, sobre todo, en los saltos, los giros, la parte que resulta bastante compleja; mas él lo disfruta, y mucho.

Chavela Riera es una joven muy esbelta. También la palabra esfuerzo le sirve para describir todos sus dí­as.

«Trabajamos desde bien temprano en la mañana hasta las cinco y media de la tarde, pero ahí­ no acaban los ejercicios. Cuando llegas a la casa hay un trabajo individual. Se puede decir que casi 24 horas, de lunes a domingo, porque los fines de semana se hacen funciones ».

A esta parte fí­sica, la de la preparación de un cuerpo que parece tallado a mano, se suma la gestualidad, ponerles espí­ritu a los personajes que encarna.

«Voy   a interpretar el papel del hada Rava, la madre de Cenicienta, y conlleva un trabajo bastante duro, sobre todo, en casa, el llamado trabajo de mesa, para estudiar bien el personaje, saber qué es lo que vas a representar, porque, por ejemplo, en mi caso, que es un hada, no es un ser de carne y hueso; aunque te muevas como una persona, representas a un ente etéreo ».

La mayorí­a de los rostros que están en el escenario son bien jóvenes, jóvenes apasionados, porque Chavela   lo explica, el ballet en Cuba es parte de la idiosincrasia. «La gente disfruta ir al teatro, como un hobby, si no, no asistieran y no se llenaran ».

 II Acto: Orgullo

Orgullo es lo que siente Claudia Garcí­a cuando habla de lo que significa para ella pertenecer al BNC.

«Es el orgullo que todas las bailarinas cubanas llevan a nivel internacional. Es el orgullo de llegar a cualquier escenario y que te identifiquen por tu forma de bailar, de compenetrarte con tu partenaire, por tu cubaní­a ».

A esta ciudad donde hoy presenta La Cenicienta la unen lazos especiales.

«Santa Clara me llega de muy cerca. Tengo mi familia por parte de padre aquí­. He venido varias veces y estoy contenta de bailar por primera vez en esta tierra. Esta es una función sentimentalmente importante para mí­ », confesó.

Ensayo del Ballet Nacional de Cuba en Santa Clara
Los bailarines Chavela Riera y Yansiel Pujada en la conferencia de prensa que ofreció el Ballet Nacional de Cuba este jueves en el Hotel Central. (Foto: Carlos Rodrí­guez Torres)

El bailarí­n Yansiel Pujada tiene un gran reto este sábado: interpretar a la madrastra de Cenicienta.

«Un personaje que se presta para muchí­simas cosas, porque   me toca encarar como hombre el papel de una mujer.

Pero, ¿por qué elegir un hombre?, una pregunta que Pujada responde con soltura:

«Son papeles que llevan algunas cargadas, movimientos bruscos. También La Cenicienta es una comedia y es medio cómico ver a un hombre interpretando el papel de una mujer. Siempre va a lucir diferente ».

Sin embargo, por sus peculiaridades precisa de un trabajo intenso.

«Requiere esfuerzo, y aunque que el personaje no reclama mucha técnica danzaria, sí­ demasiada interpretación ».

A pesar de las largas horas dedicadas a la danza, Yansiel   intenta buscar siempre un poco de tiempo extra para dedicarlo a otras actividades de su preferencia.

«Me encanta jugar pelota, PlayStation, Xbox… Tengo un niño, al que le dedico su espacio, no soy tan joven (sonrí­e), son casi 30 años ya ».

Casi 30 años, pero con un sueño:

«Quisiera llegar a ser primer bailarí­n de carácter de la compañí­a, porque interpretar estos papeles es lo que realmente me gusta hacer y ese serí­a para mí­ el mayor logro ».

III Acto: Pasión

Ginett Moncho es bailarina principal del BNC. Este sábado estará en el rol de Greta, la Cenicienta.

«Exige mucha madurez. A pesar de que ya lo he bailado, para mí­ significa bastante, porque es bien difí­cil su interpretación, sobre todo, el principio, porque tienes que volver a la niñez.

«Disfruto el escenario al máximo y trato de llegar al público, que sienta la misma emoción, las mismas ganas que experimento al estar ahí­, y transmitirles mis emociones para que les lleguen bien profundo, al corazón.

Ginett es una apasionada de lo que hace y lo confiesa.

«Me complacen muchí­simo los aplausos, pero lo que más me gusta realmente es bailar, sentir que estoy cumpliendo mi sueño.

«La carrera de bailarina suele ser corta. El tiempo sobre los escenarios depende de la fuerza, de la voluntad que cada quien le ponga y de las ganas de bailar que cada cual tenga ».

Pero las ganas de Ginett son inmensas. Parece que va por la vida en puntas, con sus zapatillas. Tanto es así­ que toda su existencia se reduce en una expresión, contundente y sincera: «Amo bailar ».

Periodista: Leslie Dí­az Monserrat      Cámara: Carlos Rodrí­guez Torres

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