Creo que con esta sección me tiré con la guagua andando. Sí, porque escribir popularmente en las páginas de un periódico puede ganarse el rencor de los férreos vigilantes del idioma estéril e inmaculado.
Que tire la primera piedra el joven cubano que, encabrona’o, no se haya echado una cola de madre. O, por su parte, quien nunca jamás haya estado loco y sin ideas. ¿Cuánto hemos sufrido en estos últimos tiempos porque el pan está perdí’o? Quiéranlo o no los ultracorreccionistas, la lengua cubana cobra vida por cada cubano que la habla. El dinamismo, la riqueza expresiva y la autoctonía de los dicharachos de última hora merecen un espacio en estas páginas.
Pero no queramos tapar el sol con un dedo. Las palabras y frases vulgares ya están de moda. Impulsadas por manadas de pseudocantantes, sustentadas por estilos de vida marginales, gran por ciento de esos falsos arquetipos de la popularidad lingí¼ística ganan la confianza de sus comunidades y alientan maneras de decir lastimosas.
Estas jergas, fragmentarias, crecen y crecen... El estruendo de escuchar a follankele (relativo al coito) en boca de un joven santaclareño en pleno parque Vidal me rompe los tímpanos. A la par, la creatividad lingí¼ística es chantajeada junto a la moral y ética ciudadanas, mientras la picaresca pega un grito de amenaza sin precedentes. Muchas bocas andan por ahí soltando flores como si por sí mismas connotasen autoridad y respeto.
Valga contarles algo. En 1492, Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática castellana, escribiría en su prólogo el argumento perfecto para convencer a la reina Isabel de financiar aquella obra: «La lengua siempre ha sido compañera del imperio ». Cubanos, a buen entendedor, con pocas palabras bastan.
¿Cómo se popularizó a follankele si los medios de difusión masiva de este país anulan ese tipo de discurso musical? ¿De dónde si no por otros canales comunicativos? Lo cortés no quita lo valiente, y si algo queda claro es que esas plataformas, perfectísimas torcedoras de la lengua, tienen un gran peso en la variante lingí¼ística del español para muchos cubanos.
¡Alerta! Camarón que se duerme se lo lleva la corriente. La popularidad cubana nos define como pueblo. Lo vulgar nos mancilla y envilece. ¡Regresamos pronto! ¡Chao, chao!