María Dámasa Jova desarrolló en Santa Clara una renovadora labor pedagógica, que se extendió por más de tres décadas e incluyó la creación de publicaciones infantiles y para adultos.
«[…] un perfume te inyecta,/para ver si consigue rajar algo tu sombra,/te remite una estrella, […] »1 Carlos Hernández López
Si un tributo y un respeto permanente hay que sostener en esta ciudad, no escaparía de la mirada nítida, sencilla y silenciosa que legó a sus coterráneos María Dámasa Jova. Sin embargo, en ocasiones pasa como una sombra y significa una incógnita.
Por fortuna, y muchos lo señalaron en estos días, todavía un hálito de su pureza reside en las aulas, junto a los pupitres y al anónimo recuerdo de los maestros cuando ya pasan los años y tendemos los ojos a la inocencia. Ella está ahí, y quién mejor para vislumbrar ese futuro que la arisblanca candidez de sus enseñanzas.
Un día dije que Santa Clara debía venerarla más, proyectar su historia, declararla símbolo de los pedagogos ilustres; e incluso, reverdecer las actitudes docentes de estos desde un diploma que la invocara hasta una medalla conmemorativa que llevara impreso el nombre de Dámasa Jova y difundiera su figura. Sería un proceder noble como lo protagonizó en su tiempo, sencillo e imperecedero para enaltecer a esos que no mitigan días en propagar con el pizarrón y las tizas la savia de conocimientos acumulados en la vida.
Los primeros y últimos maestros no se olvidan, y Dámasa Jova mucho menos. ¿Por qué?, pues dejaron su huella imborrable en la memoria, en lo que somos, e incluso, en lo que dejan en nuestros hijos.
Sitúo a Dámasa Jova de ejemplo por su vasta obra pedagógica, publicista, poética y romántica. Casi toda está por descubrir. Nada se perdió en su tiempo, pues en el plano artístico-literario y cultural de los años 1930-40, Santa Clara la tuvo en los menesteres más significativos, y en el medio de todo, el amor por los niños, la educación y la formación práctico-profesional que los lanzara en la juventud como hombres honestos capaces de ganar el pan de cada día.
Nacida en Ranchuelo el 11 de diciembre de 1890, vino joven a esta ciudad hasta titularse de maestra-instructora en los primeros años de la década de los años 20. De aquí no se iría jamás, y en sus calles e instituciones culturales hay un pedacito suyo, junto a la escuela pública número 10 allí en el mismo centro que recuerda su nombre, en Villuendas, esquina Pastora, donde fungió como maestra.2
Ese fue su gran estímulo, en una forma muy particular de encarar el aula desde la raíz martiana de estudio-trabajo y los brotes positivistas por asumir la evaluación de las transformaciones en la conducta infantil, a partir del influjo del medio en que se desenvuelve y los resultados ulteriores en la asimilación de los conocimientos.
En el ejercicio de su vocación, Dámasa Jova se mantuvo inagotable por más de tres décadas, y concibió su profesión enlazada a una concepción social que la impulsó al despliegue de otras actividades extraescolares donde todo niño alcanzaba una responsabilidad en sus deberes.
De esa forma muy suya, nació el 15 de enero de 1929 la revista infantil Ninfas única de su tipo elaborada por y para los niños en su época, a nivel continental y tal vez rebase esas fronteras, con salidas quincenales que estimulaban las «disposiciones literarias » a través de secciones fijas que incluían crónicas, relatos históricos, poesías, entretenimientos, refranes, y sentaban el fundamento entre los estudiantes operarios de máquinas impresoras, para abrir el camino de una singularísima escuela-taller.
Ninfas dejó su estela como publicación y programación radial en diálogo abierto entre niños y maestros. Audiciones Ninfas se trasmitió en largos años una vez a la semana por CMHI Lavis y Paz, de Santa Clara, y sensibilizó al asiduo auditorio con métodos de aprendizaje de la historia y la cultura local. En Cuba, constituyó una novedad para el estudio.
Fue un destello contra la ignorancia infantil, por la vinculación del estudio con el trabajo, el ejercicio diario de las facultades físicas y mentales de maestros y alumnos. Incluso introdujo hasta clases prácticas de geografía, biología y estudios de la naturaleza.
En el primer número de Ninfas, decía su editorial:
«[…] las páginas de esta, [la revista] serán el ambiente donde el niño realice sus ensayos y el producto económico será dedicado por partes iguales a mejorar la publicación y la compra de materiales para los alumnos de la escuela número 10 […] ».3
De ese modo, surgió la imprenta Ninfas, Audiciones Ninfas y, posteriormente, la revista Umbrales, así como otras publicaciones de poemarios, trabajos investigativos de corte social y sobre la creación de medios de enseñanza.
La revista que desde su nacimiento solicitó apoyo individual a personalidades de la ciudad para el socorro económico, dada su importancia en el desenvolvimiento del universo creacional-infantil llegó a crecer tanto que se sostuvo por casi una década con salidas ininterrumpidas. Jamás tuvo ayuda económica oficial. Ninfas, al igual que Umbrales después, logró resonancia internacional en docentes, niños y creadores.
Con el uso de la imprenta manipulada por niños, las páginas de Ninfas, primero, y después Umbrales, sirvieron a Dámasa Jova para dar a conocer su obra poética, editorialista y ensayística, caracterizada en lo esencial por un intimismo y una sencillez expresiva y didáctica en contenido y forma.
Dámasa, ejemplo de pedagoga, fue inalterable hasta que falleció en Santa Clara, su ciudad de raíz y magisterio, el 11 de febrero de 1940. Entonces sobran lecciones para venerar su dedicación.
1Los versos pertenecen a «Elegía triangular », escrita por el poeta que más cantó a la ciudad. Al triunfo de la Revolución emigró a Estados Unidos y falleció algunos años después.
2 Cuando salió en este mensuario el artículo «Refulge, ciudad, refulge », una veintena de cartas se recibieron en la redacción y destacaron sobremanera las remitidas por los maestros, permitan que los llame así, Idelia Martínez Vargas y Luis A. García González, las que motivan la realización periodística de este y otro trabajo que resta sobre Dámasa Jova.
3 Revista Ninfas, año 1, 15 de enero de 1929, Santa Clara, página 3. En 1938 feneció la publicación casi al mismo tiempo que su homóloga Umbrales. Su imprenta y sus páginas sirvieron como guía propia y única de formación vocacional de los niños. Que se conozca, la revista infantil es un caso único en el mundo.