De los villareños que llenaron páginas en la Revista de Avance, tal vez Severo García Pérez sea el más olvidado de todos. Al menos Juan Marinello y Jorge Mañach, entre los fundadores de la publicación, constituyen una referencia, mientras entre nosotros se relega a un pedagogo y periodista que levantó tribuna en defensa de la cultura cubana.
A pesar de todo lo que reverenció en predios cubanos e hispanoamericanos al arte joven y el compromiso social, hay una indiferencia en Santa Clara. Tal vez sea producto del desconocimiento contemporáneo de cuánto hizo por situar a esa ciudad, la natal, en idéntica dimensión con los sucesos culturales que ocurrían en la capital del país.
Los 48 años que vivió García Pérez, a partir de una plenitud estudiantil habanera, bastaron para ostentar una solidez intelectual sin precedentes. Va desde de su formación académica en Filosofía, Letras y Leyes hasta la traducción de noticias en inglés dirigidas a periódicos capitalinos. Allí aprendió del hacer noticioso y del análisis forjado en trascendencias literarias contemporáneas.
Cuando transito por las cercanías del antiguo Instituto de Segunda Enseñanza de Santa Clara (Juan Bruno Zayas y Padre Chao), y miro hacia la tarja de mármol que identifica el lugar, ya a punto de despegarse de la pared, persiste un recuerdo. Todo lleva a García Pérez, quien en noviembre próximo llegará a los 120 años de su nacimiento, sin que apenas se le evoque.
Es una pena que el hombre empeñado por no sostener la «bandera blanca de las capitulaciones », como anunció Avance, merezca tanta omisión.
El pensamiento de José Martí, así como la estrategia militar de Máximo Gómez, entre otros tópicos, representaron baluartes que difundió desde su bufete de la calle Maceo, esquina a Independencia. Allí nada de periodismo, abogacía, dimensión del maestro y del panorama cultural cubano le resultó ajeno.
De su recinto dirigió a la Revista de Avance uno de los ensayos más notables: «Nacionalismo y Costumbrismo » (15 de septiembre de 1927), y con humildad estampó su firma para enaltecer a la añorada Villaclara. Desde los días habaneros, de universitario, estuvo vinculado con el Grupo Minorista y la renovación cultural que se oponía al arte gastado; adoptó posiciones democráticas y populares.
Alejo Carpentier, miembro de ese Grupo de espíritu espontáneo, dijo: «Había en él aspirantes a la literatura, que nunca escribieron nada; había en él escritores que se separaron cuando vieron que el grupo adoptaba actitudes políticas definidamente revolucionarias ». Sin embargo, García Pérez, desde Santa Clara, fue fiel al ideal martiano, a la lucha antimachadista, y al concepto nacionalista como dice, de vistazo y dimensión hacia el futuro, en defensa de lo cubano.
Ahí está la huella de los cursos de Extensión Cultural que dirigió para alumnos del Instituto de Segunda Enseñanza. No caben tantas páginas en el recordatorio a su proyección artística-literaria y periodística.
Una vez, allá por los años 90 del pasado siglo, pregunté a José O. Barrero del Valle por qué la Escuela de Periodismo y Artes Gráficas de Las Villas, segunda fundada en Cuba en octubre de 1953, llevaba el nombre de Severo García Pérez, el vanguardista de Santa Clara.
Por respuesta Pepito Barrero, abogado y periodista fundador y director del centro docente, dio tres claves: cero discriminaciones de sexo y raza, así como enseñanza gratuita con abono de solo $10.00 por concepto de exámenes, y convertir al profesional en ciudadano leal a su patria. Alegó que eran las prédicas de García Pérez, un renovador incansable.
El 10 de octubre de 1947, a los pocos días de la muerte del vanguardista, el rotativo La Publicidad insertó una carta de Juan Marinello: «Hemos perdido al más talentoso y cultivado de nuestro compañeros. Santa Clara no se ha dado cuenta todavía de lo que se le va con Severo, quizás el más fiel de sus hijos ». Muchos resaltaron entonces un espíritu único, de talento y brillantez. La ¿razón?: exhortaron siempre su afán por el conocimiento de la historia con el propósito de que nadie jamás impusiera otro «cuento » diferente a los cubanos.