¡Que así­ sea!

Cuba mí­a, sin más definiciones. ¡Cuba libre y culta!

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Cuba
(Foto: Lorenzo Carlos Rodríguez)
Mercedes Rodríguez García
Mercedes Rodrí­guez Garcí­a
2837
20 Octubre 2019

Cuba mí­a. ¡Celebramos cultura patria! Estamos en Bayamo. Peleada victoria en la bravamente plaza defendida. Capitula el enemigo. Himno interpretado y coreado por el pueblo en la patricia iglesia de San Salvador. 1868. Octubre 20. Céspedes, Padre de la Patria, entona. Mucha gente. Y Candelaria, la hija de Figueredo, pasea la bandera por su pueblo natal. Lleva traje de blanco, gorro frigio y estrella solitaria. Lo demás, estirpe, tronco, raí­ces…

Cuba mí­a. La que me aqueja y me duele, la que me canta y le canto, vértigo de amor, vorágine de arpegios y de escalas, armónica combinación de cascabeles, tamborinos y flautas, laúd y guitarra, gí¼iros, claves y maracas conjurados bajo la ceiba, la palma, y los preciosos cedros, caobas, ácanas y granadillos.

Cuba mí­a, la del punto, la rumba, el guaguancó, la conga y la comparsa, el danzón, el son, la guaracha, el mambo y el chachachá. La del café, el ron y el aguardiente de caña. La que inventó el ajiaco, la del arroz y frijoles negros invariables, masas de cerdo fritas, yuca con mojo, guayaba hecha dulce… y ya casi exóticos buñuelos y casabe.

Cuba mí­a. Sincrética. La del Monte y La Ermita. La de la Virgen santí­sima, Patrona, católica, apostólica y mambisa, la de otros credos cristianos, y deidades yorubas, abakúas, palo monte, santerí­a, cabildos y cofradí­as. La de Martí­ todo y siempre, laica, fidelista, guevariana, la del partido único y gobierno popular, garantí­as de unión y fortaleza, por y para el bien de todos.

Cuba mí­a. La de Heredia, Del Casal, Avellaneda, Zenea, Plácido, Dulce Marí­a, Guillén, Ballagas, Lezama, Piñera, Carilda, Eliseo, Retamar, Whichy y algunos más que otros poetas de la diáspora. La de Sindo, Lecuona, Benny, Barbarito, Sara, Nicola y demás viví­simos de la canción protesta, un dí­a de antaño llamada Nueva Trova, ahora trova, troví­sima, Trovuntivitis, Longina seductora cual sol primaveral…

Cuba mí­a. No la estrecha y larga, única verde caimán antillano, sino la extendida en 1600 cayos, islotes e islas adyacentes. Archipiélago. La que no tiembla, la que no duda, la que no tiene y alarga su mano franca y auxiliadora a los cuatro puntos cardinales donde haya menos, o falte, o sobre, no importa.

Cuba mí­a. La de los 11 millones y más, la de mis hermanos distantes y cercanos, porque ellos la bordan y desbordan, dibujan y desdibujan, mundo allá, mundo acá. ¡Patria! La que percibo y me sumerge en su fondo, la que me hechiza y disgrega, me ata y redime; levantisca, rebelde, liberada. ¡Nación!   Emprendedora en sueños materiales, sostenedora de ideas y principios, la que sufre y no implora, la que redime y rescata, la de cultos cimientos, educación e historia blasonados.  

Cuba mí­a. La del mar que nos une y nos separa. La de verdes luminosos y azules deslumbrantes, señora majestuosa, doña respetable, muchacha contendida. ¡Qué linda!

Cuba mí­a. La de este a oeste y de norte a sur, por donde el mar empieza y por donde el mar acaba. Por donde el sol estalla y por donde el sol culmina. Por lo bueno, que causa contentura, y lo malo, que no ha podido arrebatarnos la alegrí­a ni el jacarandoso cuento; mucho menos la combativa pose que se adopta y adapta bajo la amenaza, el asedio, el tratar de rendirte…

Cuba mí­a no hay otra igual en todo el orbe, situando ya las cosas en tiempo y en espacio, poniendo freno a quien ataca y dispersa, alentando al que crea y erige. Lo auténtico no cae ni pueden derribarlo. Allá los que propugnan que, como nación, mi Cuba es inviable. Manipulan. No saben, ignoran, desconocen su dignidad a prueba de huracanes, tornados, sismos, tormentas tropicales. La cultura nos vertebra.

Y digo como Eusebio Leal: «Hay quien quiere explicar la poesí­a, sin saber que lo esencial es sentirla, porque la poesí­a no tiene explicaciones ». Cuba tampoco. Hay que abrigarla.

Cuba mí­a, sin más definiciones.

¡Cuba libre y culta! Que así­ sea.

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